¿Qué importancia tiene romper el techo de cristal para que las mujeres accedan a puestos jerárquicos en la Administración Pública?

C.T.: Lo más importantes es que todas y todos tengamos las mismas oportunidades y el mismo punto de partida. Es fundamental que exista paridad, pero también ver en qué momento de las trayectorias profesionales se producen las brechas. En ese sentido, la maternidad y el cuidado son muy significativos. Al mismo tiempo, hay otras cuestiones que afectan a las mujeres. En una capacitación, la escuchaba a la secretaria de Empleo Público, Ana Castellani, criticar la masculinización de la forma de trabajo, y pensé que me estaba describiendo a mí. Porque uno copia los modos, horarios y formas de los varones para adaptarse y ser competitiva. Pero el desafío es deconstruirse, que el ejercicio del poder, la distribución de las horas del trabajo y las formas en que nos relacionamos también se transformen.

S.B.: Para mí el techo de cristal todavía no está roto. Todavía nos falta mucho como sociedad para romperlo. Tampoco está desarticulado el piso pegajoso que te retiene desde abajo. Las desigualdades siguen estando, incluso con muchos hombres tratando de deconstruirse, porque nosotras también adoptamos hábitos y costumbres masculinas.

¿De qué forma las políticas de ajuste y la crisis afectan en mayor medida a las mujeres que a los varones?

C.T.: En el inicio, la disparidad se da en el ingreso de las familias. Esa asimetría multiplica y amplía todas las desigualdades. Hay muchas mujeres que desde chicas están afectadas a las tareas de la casa. Además, una mujer joven que tiene hijos y que está en situación de vulnerabilidad ve afectado aún más su ingreso al mercado de trabajo. Y si logra acceder, lo hace a un mercado sin derechos. Por lo tanto, a la jornada laboral se le suman las horas de trabajo en su casa. Y no tiene seguro médico. Y cuando esté en edad de jubilarse, en principio, no va a haber aportado. Todo esto sobre la base de una mujer que trabaja en total dieciséis o dieciocho horas diarias.

S.B.: El ciclo de vida de las mujeres hace que la desigualdad se vaya ampliando. Claramente, hay una asimetría muy fuerte en materia de ingresos porque hay un trabajo que nunca estuvo valuado por el mercado, lo cual no quiere decir que no tenga un valor y que no sea un trabajo. Necesitamos que las jóvenes tengan la posibilidad de acceder a una educación y a un trabajo digno. Y esto necesariamente se relaciona con la fecundidad y la posibilidad de una capacitación fuerte en materia reproductiva, con mucha difusión, que en el último eslabón de la cadena tiene que ver con el aborto legal, seguro y gratuito. Esto es necesario para permitirle a la mujer que siga teniendo ese ciclo de vida que haga que su trayectoria no se corra de sus ejes profesionales.

¿Qué tipo de políticas se están diseñando para las tareas del cuidado y reducir las brechas de ingreso?

C.T.: El ministerio de Mujeres, Género y Diversidad lanzó una mesa Interministerial por las tareas del cuidado de niños y adultos mayores. La clave es cómo se distribuyen hacia adentro de las familias. El desafío es generar capacitaciones y que esas tareas, que absorben una gran cantidad de mano de obra, sean con derechos y no flexibilizadas. Porque esas mujeres “no ayudan en casa”, están trabajando. Por lo tanto, el objetivo es lograr capacitaciones, generar una fuente de trabajo de calidad, laburo bien pago y con derechos.

S.B: Las políticas que tienen que ver con la inclusión de todos los colectivos que sufren alguna desigualdad, siempre son criticadas porque no dejan de ser compulsivas. Parecen negativas pero son necesarias. Hay algunas estadísticas que dicen que la desigualdad de género tardaría 100 años en desaparecer. La idea es acortar ese camino y estamos pensando continuamente cómo transversalizar, en este sentido, el Estado. Llevarlo al sector privado es el desafío más grande. Parafraseando a Joseph Stiglitz, la desigualdad priva a toda la sociedad del talento de las mujeres.