En 1985, el artista argentino León Ferrari publicó el collage literario La Basílica a través de su propio sello editorial “Exu”. Impreso en la ciudad de San Pablo y con una edición de 400 ejemplares numerados, el artista recuperaba un procedimiento que ya había utilizado en los años sesenta cuando participó de la vanguardia artística y política en el arte argentino. En esa década, utilizó por primera vez la combinación de citas textuales tomadas de diversas fuentes como procedimiento para construir un diálogo entre múltiples personajes históricos y ficcionales. Desde textos literarios o libros de historia hasta noticias de prensa o fragmentos de la Biblia, los collages literarios de León Ferrari se construyeron como un foro de encuentro entre frases pronunciadas en distintos momentos y lugares. Son las palabras de los protagonistas de la Civilización Occidental que parecen encontrarse en el centro de operaciones de la Historia, allí donde se definen las guerras, las condenas o las masacres.

La Basílica construye literariamente aquello que su nombre sugiere: un conjunto de citas tomadas mayormente de la Biblia que parecen emular un ritual religioso en la arquitectura imposible que el artista describe al comienzo del texto. En este collage, se explicitan de un modo brutal la violencia de las condenas divinas presentes en las Sagradas Escrituras y los tormentos aplicados una y otra vez a personas y animales.

El libro está estructurado en dos columnas: la primera muestra la fuente de donde proviene la cita textual, mientras que la segunda contiene el nombre del personaje junto a la frase que pronuncia. De este modo, podemos conocer exactamente cuál es el origen de cada una de las palabras incluidas en el diálogo. En algunos casos, el artista incorporó citas que no necesariamente tienen referencias puntuales –como las frases pronunciadas por un conjunto de castrati– o que no dicen lo que las fuentes refieren, como es el caso de Eva, a quien Ferrari hace decir textos tomados del Cantar de los Cantares. […]

Además, este collage literario cuenta con imágenes, collages visuales donde el artista mezcla plantas de iglesias con cuervos o palomas, bombas atómicas con imágenes religiosas o hasta una Venus de Milo superpuesta sobre la imagen de la creación del hombre tomada de la Capilla Sixtina. Esas imágenes no están disociadas del diálogo, sino que se vinculan a él: leemos citas sobre la guerra o la paz, por ejemplo, al tiempo que vemos las representaciones de hongos atómicos.

A través de imágenes de la iconografía religiosa y frases tomadas de los libros fundamentales de la Civilización Occidental, La Basílica construye una suerte de mimetismo bíblico, de apropiación de las formas visuales y textuales de las Sagradas Escrituras. En una búsqueda por encontrar un lenguaje efectivo de denuncia de la violencia que se justificó a través de esos textos e imágenes, Ferrari apela al poder de esas palabras y esas representaciones conocidas de la Civilización Occidental.

Esta exploración emparenta a La Basílica con otros proyectos del artista, como su serie de relecturas de la Biblia. Allí, Ferrari se apropia de las representaciones religiosas, a las que combina, por ejemplo, con fotografías de los campos de concentración. Se encuentran las torturas de los Juicios Finales, repletos de condenas y tormentos, con imágenes de los episodios históricos más crueles del siglo XX.

Dentro del listado de episodios nefastos de Occidente se encuentra también el golpe de Estado que tuvo lugar en la Argentina en marzo de 1976, y que obligó a León Ferrari a exiliarse en Brasil. La Basílica es un texto surgido de esa experiencia del exilio que se explicita en su misma composición: se trata de un libro publicado en español mientras el artista se encontraba viviendo en suelo brasileño. Pero es fundamentalmente un texto de exilio porque surge como una denuncia de la violencia impuesta sobre los cuerpos que los regímenes militares justificaron a través de las cosmovisiones judeocristianas a las que apelaban para sostener la atrocidad de sus propias acciones.

Son los modos visuales y textuales de naturalizar esa violencia el entramado que conecta los collages literarios que León Ferrari realizó a lo largo de su vida. La brutalidad reproducida en los diarios durante la guerra de Vietnam, por ejemplo, fue el disparador de su primer collage literario publicado en 1967: Palabras Ajenas. Allí, las frases textuales usadas por Ferrari provienen de la Biblia, de libros de historia, de noticias de la prensa tomadas de revistas o diarios nacionales e internacionales, de agencias de noticias o de obras de la literatura. Convergen así figuras como Hitler, Goebbels, Jehová, Cristo, el presidente norteamericano Lyndon Johnson, el Papa Paulo VI o Justine, el personaje del Marqués de Sade, entre otros.

El continuo devenir de ese diálogo, pensado para ser repre-
sentado, se construye a través de diversos núcleos temáticos que se van desarrollando a lo largo de la obra. Por ejemplo, en determinados momentos, los personajes se centran en la explosión de la bomba atómica y el infierno cristiano, en la visita del Papa Paulo VI a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York en 1965 o en las inundaciones intencionales que los norteamericanos llevaron a cabo en el Río Rojo para causar el hambre entre los vietnamitas.

Para León Ferrari, Palabras Ajenas era una obra de denuncia de la guerra y de las complicidades entre la Iglesia y los Estados Unidos que utilizaba las mismas frases de los presidentes o los Papas, pero cambiadas de contexto. Esa combinatoria entre Cristo, Hitler y Johnson colocados en un mismo escenario conversando no era sino una forma para el artista de denunciar que la brutalidad de las torturas aplicada en Vietnam se fundaba sobre los mismos pilares de valores que sostenían la civilización judeocristiana.

Palabras Ajenas y La Basílica pueden, en ese sentido, enmarcarse dentro de los diversos modos de protesta que la neovanguardia ensayó a lo largo de los años sesenta. Dispositivos que eran estrategias para denunciar las formas de violencia. Ese fue también el disparador que llevó a León Ferrari a realizar obras que denunciaban la violencia en Indochina y, específicamente, que indagaban sobre la complicidad de la Iglesia Católica en el conflicto. Así, durante los años sesenta, el artista presentó La Civilización Occidental y Cristiana, una escultura de Cristo crucificado en un cazabombardero norteamericano que fue censurada en el Premio del Instituto Di Tella de 1965.

¿Por qué recuperar en La Basílica un procedimiento usado dos décadas antes? Una respuesta posible puede atender al recrudecimiento de la Guerra Fría a mediados de los años ochenta. Si Palabras Ajenas se había centrado en la invasión norteamericana en Indochina, ahora los Estados Unidos intensificaban su carrera militar con la Unión Soviética y multiplicaban sus intervenciones en América Latina. […]

Si Palabras Ajenas puede verse como una forma de experimentación sobre las posibilidades de la escritura, de cómo puede comunicar y afectar, La Basílica expande esa exploración hacia las imágenes. Es un diálogo que se construye a partir de representaciones visuales y mentales donde se combinan olores y sonidos. El collage expande así la indagación sobre las formas de convencimiento y afectación en la cultura judeocristiana. En un mundo atravesado por la imagen televisiva circulando satelitalmente, Ferrari volvía hacia el poder de las imágenes, algunas de ellas reconocibles y memorizadas por aquellos que han sido formados en la tradición de esa cultura. […]

* Agustín Díez Fischer es Investigador, docente y curador. Director del Centro de Estudios Espigas (Tarea-IIPC/UNSAM). Fragmentos del prólogo del libro La Basílica, de León Ferrari (editorial Ripio, 254 págs.)