Con todo lo que está ocurriendo con el Coronavirus, puede resultar muy difícil tomar una decisión sobre cómo actuar hoy . ¿Deberíamos esperar a tener más información ?¿Hacer algo ya? Y si es así, ¿qué? 

La comunidad de soci@s de Página/12 dio la conversación, acá los pasajes más destacados:

Como cuestión política, creo que resulta esencial comprender que las medidas de control no persiguen proteger a la población directamente, sino proteger al sistema de salud para que pueda proteger a la población. Mientras no haya vacuna, asunto imponderable, se podrá ralentizar el contagio, pero no eliminarlo. Esto es esencial porque implica que, además del control del contagio, se impone durante el tiempo ganado fortalecer el sistema de salud en todo lo posible. Creo que este aspecto del asunto, consecuencia de la crueldad de la estadística, no está claro en la conciencia social.
Jorge4

El gran problema de un aislamiento generalizado es que el 45% de los habitantes del país viven con lo poco que consiguen recaudar al día, con sus changas, cartoneos, etc. Impedirles salir a laburar sería una condena a muerte, no por el coronavirus sino por inanición. El problema es mucho más complejo en el tercer mundo que en los países centrales. Además, en el hemisferio sur nos acercamos a la temporada invernal, con millones de personas que viven prácticamente a la intemperie (viviendas precarias, o directamente en la calle). La epidemia va a causar estragos en los países más pobres, lamentablemente y como siempre.
MarioRF1959

No se problematiza la cuestión de los daños colaterales del aislamiento extremo. Proponer a un país pobre, sin ahorros ni crédito, que no tiene como mantenerse en funcionamiento si se recluye a toda la población por un mes, que siga la vía del aislamiento de los países desarrollados es criminal. Lo puede hacer Europa, lo puede hacer China en una provincia, pero no veo factible que lo haga Argentina a nivel nacional. Pensemos que pasaría el día después. Dado que es una pandemia tenemos que pensar que esta amenaza nos va a acompañar todo el año. Cuando se termina la cuarentena general volvemos a principios de marzo, pero más empobrecidos, con más desocupación, menos bienes de consumo disponibles, etc... Es peligroso. Si paramos la economía por completo podemos volver a tener otro 2001. El sector informal de la economía (trabajadores no registrados, cuentapropistas, pequeños comerciantes) hoy en día no resiste ese estrés y el estado no cuenta con los recursos para sostenerlos. Me pareció muy correcto el gobierno nacional en sus medidas: cerrar las fronteras, frenar solo las escuelas y licenciar a los grupos de riesgo. Que el resto siga funcionando. Se ve que esta bien asesorado. Veo a demasiados virólogos opinando en todos los medios y no son los más calificados para opinar sobre cómo enfrentarse a un evento como este. Para ello existen los epidemiólogos, una especialidad de la medicina. Ginés es uno de los más notables que tenemos en este rubro.
Betomattas

Hace algo menos de un mes, ¡sólo un mes!, un grupo informal de colegas (sociólogos y politólogos) analizábamos los efectos probables de convertirse la epidemia en pandemia (algo que ya dábamos por descartado) sobre distintos países de América tomando como variable solamente su estructura sanitaria y la tasa de movimiento internacional.
La primera conclusión fue que el golpe más duro (increíblemente duro) lo iba a recibir EEUU, tomando en cuenta la alta tasa de movilidad hacia y desde los países de riesgo, la virtual inexistencia de un sistema público de salud y su brutal desfinanciamiento en las últimas décadas. Fuera de eso, los países latinoamericanos a los que según esas únicas variables de análisis les adjudicábamos mejores "chances" son los que tienen su sistema sanitario público mejor desarrollado: Cuba, Argentina, Uruguay, Costa Rica y México, aunque México sigue siendo "Pobrecito México, tan cerca de EEUU y tan lejos de Dios..."
Los peores, a todas luces, pueden sumar a Colombia casi en primer lugar, seguido de Perú, Chile y... todos los demás... La única ventaja de nuestros países más pobres es la menor tasa de viajes al exterior, lo que podría retrasar (nunca evitar) la expansión de la epidemia.
Insisto: sólo teniendo en cuenta esas únicas variables conocidas. El artículo de Pueyo agrega una dimensión fundamental (rapidez de reacción estatal) a la que, erróneamente, habíamos considerado constante o similar y que la realidad demostró muy diversa: "En este modelo teórico que se parece vagamente a Hubei, esperar un día extra crea un ¡40% más de casos! Así que, quizás, si las autoridades de Hubei hubieran declarado el cierre el 22 de enero en lugar del día 23, hubieran podido reducir el número de casos en una impactante cifra: 20.000."
¡Me cacho, que lo habíamos subestimado!
Quiqueb

En Argentina, además de todo lo descripto, tenemos un problema adicional: mientras que en Corea cuentan con 76 centros de diagnóstico distribuidos por todo el país o en España existen 25 esparcidos a lo largo de diez regiones, aquí solamente cumple esa función un único centro especializado, el Instituto Malbrán, en CABA. Esto producirá -si es que ya no lo está haciendo- un cuello de botella imposible de superar. Es un auténtico sinsentido, posiblemente el aspecto no previsto de mayor gravedad. Imaginen que cada muestra proveniente de la Patagonia o el Noroeste, por ejemplo, debe viajar hasta CABA, esperar su turno y luego los resultados ser transmitidos a su punto de origen. ¿Qué pasará cuando el Malbrán reciba 2000, 3000 ó 5000 muestras diarias provenientes de todo el país? Es absolutamente imprescindible aplanar la curva de contagios hasta que exista una vacuna.
Eduardo_Sampietro