Jefa de enfermería del Hospital Muñiz, delegada gremial del peronismo combativo, integrante de la primera Comisión por el Derecho al Aborto (1991), aliada a brazo partido de la CHA durante la epidemia de VIH, cuando no existía medicación eficaz que pudiera evitar que la enfermedad se desencadene y lxs personas morían de a miles a causa del virus. Rosa Farías fue solidaria con los gays, con las lesbianas, con todas las personas en prostitución, con lxs presxs. Protegía a las mujeres que llegaban al Muñiz con infecciones por aborto y evitaba que las denunciaran a la policía. En los 90 viajó a colaborar con las comunidades indígenas de Salta durante la epidemia de cólera, entendió y contribuyó a difundir el mensaje de lxs líderes de esas comunidades. En 1984, como integrante del Movimiento de Mujeres Peronistas, llamaba a realizar encuentros de mujeres sin sectarismos y sin preguntar de qué partido vienen.

Mónica Santino –que fue co-presidenta de la CHA entre 1992-1994- recuerda a Rosa Farías en un momento muy difícil de enfrentamiento con el Servicio Penitenciario que buscaba aislar a lxs presxs con VIH-sida del contacto exterior, en medio de la crisis socioeconómica que estalló durante el gobierno de Raúl Alfonsín y se extendió a los primeros años del gobierno de Carlos Menem. Situación en la que no había manera de saber si el Servicio Penitenciario les iba a dar la medicación a lxs presxs o lxs iban a dejar morir sin más. El dilema que se les presentó fue: presxs encadenadxs en pabellón común con lxs demás pacientes y asistidxs por enfermerxs del hospital y por la CHA, o presos en pabellón del servicio penitenciario, sin acceso de nadie que no perteneciera al SP.

STOP SIDA 1987-1993

“Rosa Farías fue una aliada estratégica para la ejecución de la Campaña Stop Sida de la CHA. Entre 1987 y 1993, la CHA tuvo presencia en las tareas de las salas 16 y 17 del Hospital Muñiz, sala de mujeres y de varones, respectivamente. La recuerdo a Rosa con una capa azul marino, porque conservaba algunas cuestiones en relación al uniforme histórico de las enfermeras. Ella se mantuvo de pie en un momento muy duro para nuestra comunidad y en general, cuando había una cantidad de preguntas que aún no tenían respuesta. La CHA funcionaba en el Muñiz como una suerte de rueda de auxilio del servicio social del hospital. No íbamos a tocarles la guitarra a lxs pacientes para que pasen un momento mejor, nuestra tarea era otra. Rosa le puso dimensión política a la tarea de lxs enfermerxs y entendió que tenían que trabajar junto con la CHA, para destrabar la burocracia y conseguir las primeras medicinas (el AZT) y la ayuda rápida del Estado”, recuerda Mónica Santino.

A principios de los 90 se mediatizó mal que lxs presxs estaban encadenadxs a una cama, un trato inhumano. Era la única manera en que el Servicio Penitenciario admitiera que lxs presxs pudieran tener el mismo tratamiento médicx y de enfermería que lxs demás pacientes. Nadie quería una persona atada a una cama, pero si no accedíamos, el Servicio Penitenciario se lxs iba a llevar a un pabellón y adiós”. La CHA perdió la batalla porque se interpuso un pastor evangélico de un organismo de derechos humanos, que activó para que lxs presxs quedaran bajo control exclusivo del Servicio Penitenciario, con la falsa opción de que les quitarían las cadenas. Rosa –que era evangélica metodista- se puso del lado de la CHA y se plantó contra el pastor. Pero nada pudieron hacer. El reclamo de Rosa Farías era que el hospital habilitara un servicio de acompañantes terapeúticxs las 24 horas para descomprimir la situación con lxs pacientes que tuvieran consumos problemáticos, entre ellxs lxs presxs. Las autoridades del hospital no atendieron el reclamo. Una vez que pasaron al pabellón del Servicio Penitenciario no había manera de controlar que les quitaran las cadenas ni les entregaran la medicación.

Decía Rosa Farías en una entrevista fechada el 5 de septiembre de 1989: “Se ha demostrado que el sida (aún se hablaba de sida y no de VIH en la difusión cotidiana) no ataca a un sector en particular. Ya se acabó la historia de echarles la culpa a los homosexuales. Son muy pocos los familiares que permanecen al lado de los pacientes internados, porque se avergüenzan y no vienen a verlos. Por suerte hoy hay grupos de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) que los visitan y los atienden”. (Esta entrevista y otras pueden encontrarse en el sobre que lleva el nombre de Rosa Farías, en el archivo Crónica de la Biblioteca Nacional).

Rosa fue una de las integrantes de la primera Comisión por el Derecho al Aborto. En aquella nota de 1989, declaraba: “Me horroriza la palabra clandestinidad. Muchos clandestinos (no los llamo profesionales) en lugar de pelear por una ley de aborto, aprovechan la clandestinidad para lucrar. Soy totalmente partidaria de una ley de aborto”. Palabras pronunciadas en un medio gráfico de máxima circulación, jugándose su puesto de jefa de enfermería de un hospital público.

Al viajar a asistir a la comunidad indígena de General Bellavián (Salta) durante la epidemia de cólera en 1992, se puso en contacto con lxs líderes comunitarios que denunciaban la discriminación y las vejaciones que sufrían a manos de “los cristianos”: “Nos acusan de que somos nosotros los que infectamos cuando los que nos infectan son los que nos tiran desechos desde fuera de nuestra comunidad”. Rosa Farías comunicó este mensaje a los medios y denunció la falta de elementos básicos en esas comunidades, como sábanas y palas para cavar letrinas profundas que no contaminen la primera napa de agua. La población indígena sabía cómo evitar contaminarse con la bacteria del cólera, pero no disponía de medios para evitar que “los cristianos” los enfermaran a ellos arrojándoles sus desechos.

Buscando a Rosa

La militancia de Rosa Farías en el gremialismo combativo comenzó en 1962, organizando una lista “de compañeros de base” en el gremio municipal opuesta a la burocracia vandorista que bregaba por un “sindicalismo ‘moderno’ sin Perón”. Décadas después, a comienzos de los 80, también fue una avanzada y entendió que el camino eran el feminismo y la alianza con el movimiento de liberación que por entonces se llamaba solamente “movimiento gay”.

Nos falta encontrar la fecha de fallecimiento de Rosa Farías. Reconstruir su biografía es una tarea que recién comienza, ahora bajo la urgencia de una nueva epidemia.