“Lo que queremos es asegurarnos de que la población esté protegida lo antes posible”, señaló Daniel Stecher, director de infectología del Hospital de Clínicas. Ante la continua propagación del coronavirus, el Ministerio de Salud se comprometió a adelantar la distribución de la vacuna antigripal en los hospitales públicos . Habrá a disposición 11.680.000 dosis, a las que accederán con prioridad la población que forma parte del grupo de riesgo, es decir, niños y niñas de entre 6 hasta 24 meses y adultos mayores de 65 años. Mientras tanto, la vacuna ya está circulando en centros de atención privada y también se consigue en algunas farmacias.

Sobre la puerta vidriada del Centro de Salud y Atención Comunitaria (Cesac) N°45, ubicado en Cochabamba, casi esquina Jujuy, una cartulina verde lleva escrito “coronavirus” y debajo una lista de países –China, España, Estados Unidos, Italia- que forman parte de las zonas determinadas como de riesgo por la circulación del virus. 

“Yo no viajé, pero por la edad entro en la población riesgosa”, señaló una de las mujeres mayores que esperaban su turno para la vacuna contra la neumonía, una de las dos indicadas para reducir las posibles complicaciones que pudiera implicar la infección en el llamado “grupo de riesgo”: personas con enfermedades respiratorias o cardíacas, o bien adultos mayores de 65 años, además de todos los niños de hasta 24 meses. Ella vino junto a su marido, con quien tiene una librería. “Todavía estamos con el local abierto”, afirmó. Frente a la puerta cerrada, una cinta armada con pequeños círculos de cartulinas blancas y rojas, restringe la entrada: la atención es mediante una ventana que se asoma en uno de los costados. Una vez anunciados, los pacientes deben esperar sobre la vereda. Cuando una de las médicas sale y llama al número 19, un padre, bebé en brazos, se levanta para pasar. “Por ahora son vacunas de calendario, pero cuando salga la antigripal se las vamos a dar a las dos juntas”, dice la madre, que espera afuera con la otra hija, de unos seis años. “En Argentina muere cada año un grupo de personas que si se hubiera vacunado, se podrían haber evitado esas muertes”, advirtió el infectólogo Daniel Stecher en diálogo con Página|12. La doctora vuelve a asomarse a la puerta, llama a otro número y pasa la dueña de la librería. Adentro, en la pequeña sala de espera, hay tres hombres mayores sentados a varios asientos de distancia. Frente a ellos el empleado de seguridad vigila el salón y la vereda.

El infectólogo Daniel Stecher (de pie) y el director del Hospital de Clínicas, Marcelo Melo.

La importancia de la vacuna antigripal

“Con la gripe A se actuó muy tarde, por ejemplo, en la suspensión de clases. Ahora en cambio hay una serie de medidas muy estrictas y a tiempo para prevenir la circulación, lo que no quiere decir que podamos evitarla”, afirmó Claudia Ferrario, jefa de epidemiología del Hospital Pedro de Elizalde, especializado en infancia, y explicó que la vacuna antigripal, así como la antineumocóxica –contra la neumonía– no evitan la enfermedad sino que bajan la intensidad de los síntomas, “por eso es importante que la población de riesgo las tenga a tiempo, porque el coronavirus podría convivir con uno de esos virus y el padecimiento sería peor”. 

Cada año, la vacuna antigripal se modifica según las nuevas cepas de los virus, y se distribuye en los hospitales a partir de abril y hasta fines de agosto, durante las épocas de frío. “El mes que viene empieza la temporada de bronquiolitis, una enfermedad viral que aparece en niños y niñas y que viene en crecimiento durante los últimos años. Si se conjuga la bronquiolitis con el coronavirus, el riesgo es mucho más grave”, detalló Ferrario. La sala de espera del vacunatorio, en planta baja, tiene dos columnas de cuatro filas de sillas metálicas pintadas de rojo, azul, verde o amarillo. En la ventanilla donde hay que anunciarse, un cartel informa: no hay antigripal. “Mi hijo tiene una válvula en el corazón y yo tengo asma. Desde chico que no me vacuno, en realidad ni siquiera me acuerdo de la última vez que me vacuné”, relató Jorge, de 38 años, que vino junto a su hijo adolescente a aplicarse la vacuna contra la neumonía. “Cuando llegue la antigripal vamos a tener que venir de nuevo”, señaló el hombre, que vive en Microcentro en un edificio donde trabaja como encargado.

Sobre Montes de Oca, a media cuadra del Elizalde, la vacuna antigripal se vende y se aplica por novecientos pesos. En otras farmacias los precios son similares, y los centros privados de vacunación también tienen stock, aunque los turnos pueden demorarse entre una semana y diez días. En el local de Villa Crespo de una de las sucursales donde se aplica, entre otras, la vacuna antigripal y la antineumocóxica, esperan unas quince personas. Algunas entran, se vacunan y se van, pero llegan otras: mujeres con carritos de bebé, hombres mayores, una familia. “Tuve neumonía tres veces y la última fue hace poco. Cuando le conté a mi doctora me dijo que tenía que vacunarme urgente y hacer aislamiento total”, relató Adriana, una mujer de unos cincuenta años, que vive sola y cumple el distanciamiento social desde el viernes pasado. Sobre la avenida se formó una hilera de coches en doble fila. Magalí también vive, junto a su hijo, cerca del centro de vacunación: “como él tiene una cardiopatía, por prevención nos vacunamos los dos”, explicó mientras esperaba que la atendieran, y agregó que “para conseguir un turno tuve que llamar la semana pasada, y me dijeron que ya esta semana, por el feriado, había mucha más demanda”. Alrededor, una nena que lleva un tutú rojo camina torpe entre las baldosas, sostenida por la mano de su madre. Adentro sólo dos de las veinte sillas que hay en el pasillo entre los consultorios, están ocupadas. El personal de seguridad advierte, cada vez que alguien entra, que debe ponerse alcohol en gel y distanciarse un metro de las demás personas. Cerca de las once de la mañana, la vereda, convertida en sala de espera, aloja a unas veinticinco personas que se dispersan sobre la cuadra. “La gente, por temor, va a demandar la vacuna, pero lo que hay que entender es que no debemos esperar la enfermedad para prevenirla”, señaló Stecher. La sala de espera del vacunatorio del Clínicas consta de tres bancos largos en el pasillo, amplio como todos los del establecimiento. En primera fila espera una pareja con una bebé de seis meses. “Estamos atendiendo con demora porque tenemos compañeros de licencia por grupo de riesgo”, relata la enfermera a cargo del vacunatorio, y agrega que, si bien todos los días se acercan personas a pedir la antineumocóxica, “cuando llegue la antigripal, esto se va a desbordar”.

Informe: Lorena Bermejo.