"No hay control médico. El clínico está de licencia desde hace un mes y hay una pediatra, pero se ocupa principalmente en el pabellón de mujeres de las embarazadas y de las que tienen hijos. En todo este tiempo nadie me tomó siquiera la temperatura y eso que soy una persona con antecedentes cardíacos y neurológicos, de manera que estoy entre los que tienen factores de riesgo".

Desde el penal de Ezeiza, el ex secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, preso sin condena firme, le relató a Página/12 lo que está sucediendo en la prisión donde comparte celda con Luis D'Elía, que tiene varios bypass coronarios, Amado Boudou, Ricardo Jaime, funcionarios que trabajaron en la Aduana y otros integrantes del gobierno anterior.

--Hay un enorme temor al contagio y cierta inconsciencia. Por ejemplo, aquí entra una señora que distribuye el pan: sin barbijo, sin alcohol, sin protección. Los propios penitenciarios están en contacto con nosotros sin ninguna protección. Hay que tener en cuenta que nuestro pabellón, donde estamos los ex funcionarios, es de mucha edad, o sea que somos de riesgo.

--¿Hay personas con síntomas?

--Por supuesto que tenemos compañeros con asma y con muchos problemas respiratorios y no es inhabitual que alguien esté tosiendo. En particular tenemos un compañero que tose mucho y no se hace nada de nada. Junto con eso, empiezan a aparecer los problemas y las depresiones producto de la incomunicación. No tenemos visitas porque nosotros mismos las impedimos para minimizar el riesgo de contagio. El penal de Ezeiza está lejos, en medio de la nada, y está la imposibilidad de moverse, de manera que nadie nos puede traer nada. Por ejemplo, no pueden traer tarjetas telefónicas para que los compañeros se puedan comunicar con sus familias. A esta altura, las empresas telefónicas tendrían que liberar los teléfonos de las cárceles. Nosotros en este pabellón tenemos dos teléfonos al que nos pueden llamar, pero en otros pabellones hay desesperación.

--Los abogados que lo defienden a usted, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, pidieron su excarcelación por no tener condena firme y por sus condiciones de salud.

--Así es, pero la respuesta fue negativa. Acá ya no estamos hablando de un (Claudio) Bonadío ni siquiera de un (Martín) Irurzun que nos hicieron lo que nos hicieron. Acá estamos hablando de la cabeza del Poder Judicial, la Corte Suprema, que permite que estemos en prisión, en riesgo, sin tener una sentencia firme. Lo que nos argumentaron es que ante cualquier circunstancia nos puede atender el Hospital Penitenciario. Deberían venir a verlo. Tiene una situación calamitosa, con cucarachas, con maderas en estado de podredumbre. Ya no estamos hablando sólo de derecho, estamos hablando de humanidad, y suena mucho a que nos quieren ver muertos.