Uno o dos sánguches, o algo que se nombra así. Puede ser un pan con una feta de queso en el medio y otro con una feta de fiambre tipo salchichón, o un solo pan con dos fetas. Una naranja o manzana pequeña. Una barrita de cereal o de pochoclos. Un paquete de cuatro galletitas. Eso es lo que el Gobierno de la Ciudad está entregando, por toda comida, a los chicos y chicas porteños en plena pandemia del coronavirus. La llama “refrigerio reforzado”. En algunas escuelas logran sumar un litro de leche; en otras no llegan, o llegan solo para algunos, ya que las raciones están contadas por taza por chico. En el caso de los centros de primera infancia (maternales), hay una dificultad extra: los bebés y nenes de hasta tres años reciben la misma vianda, inadecuada para los lactantes que aun no pueden masticar bien los alimentos. Las denuncias de los docentes, madres y padres, también de las cooperadoras (ver aparte) se acumulan. Tras una cautelar presentada con carácter urgente (ver aparte) la Justicia ordenó al Ministerio de Educación porteño una serie de informes y medidas. Desde esa cartera responden que es “lo mejor que se pudo hacer, sin llegar a ser lo ideal” ante la emergencia, y defienden la calidad y cantidad de lo que reparten. El próximo paso será la entrega de un bolsón quincenal para que las familias cocinen en sus casas.

Para complicar más el panorama, la cuarentena obligó en estas semanas a centralizar las entregas de varias escuelas en una, por zonas. Solo que en algunas el criterio seguido no fue el de la cercanía y comodidad de las familias, sino de las empresas que tienen a su cargo los servicios de comedor: las agruparon por concesionarias. Y así, por ejemplo, a las familias del jardín del barrio Ramón Carrillo de Soldati se les pedía que fueran hasta Cobo y Curapaligüe a buscar su comida. Según Google Maps, hacer ese recorrido a pie insume 43 minutos, solo de ida. En el sentido estricto se invitaba a las familias a violar la prohibición de circular, ya que no hay justificación para hacer esa distancia a proveerse de alimentos. Pegada al jardín, mientras tanto, hay una escuela donde sí se entregan viandas. Pero, como es abastecida por otro concesionario, a las familias del jardín “no les tocó”. Y aunque este tipo de incongruencias “se fueron ajustando”, en el medio pasaron días en los que esos chicos y chicas, de los barrios más vulnerables de la ciudad, no tuvieron ni esta forma de acceso al comedor.

Disculpas

“Con este el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires quiere alimentar a nuestros bebés y a nuestros niños y niñas”, denuncian en un video los y las docentes del Centro de Primera Infancia N° 1, en el distrito escolar 19 de Flores. Abren frente a cámara los paquetitos de puro pan, explican que “sus” niños no pueden masticar la barra de pochoclos, que es peligrosa. Allí muestran, además, que el concesionario (Dassault SA-Hispan SA) les envía para firmar un remito que indica la supuesta recepción de “viandas calientes”. Se niegan a avalar el papel con el que luego se calculan los cobros.

La semana pasada, la escuela 12 del distrito escolar 19 de Bajo Flores pegó en la puerta una cartulina con un pedido de disculpas: “Familias: Hoy se terminaron las viandas ya que el Gobierno de la Ciudad decidió enviar la mitad (375 viandas para 800 niñxs). Les pedimos disculpas y continuaremos haciendo los reclamos pertinentes para que cada unx reciba su comida”. Tras la difusión de la foto y del caso, las raciones aumentaron, pero la calidad siguió siendo la misma.

Daniel Ferro es el director de la escuela 10 del distrito 5, la totalidad de sus alumnes vive en la villa 21 24 Zavaleta, en Barracas. El suyo es por estos días uno de los casos de “multiplicación de las leches”: “Nos llegan 90 litros por día y tenemos casi 400 pibes, más de 200 familias. Ahí tenés que ir viendo cómo distribuir, si hay hermanos se da una sola, o un día a uno, el siguiente a otra familia. Siempre es injusto. Y nunca alcanza”, describe. Admite que el conteo de raciones “es una lucha constante” con el área de comedores del ministerio, que aún en tiempos de pandemia sigue el criterio de enviar raciones en base al presentismo diario. “Si un día una familia no viene porque tuvo un problema, y dan de baja esa ración, cuando esa familia vuelva la ración va a estar faltando. La necesidad no se va porque la familia no vaya un día. La necesidad en estos barrios está siempre”, se enoja ante el sistema.

“En 2018, con el programa ‘Chau panera’, sacaron el pan de la escuela. Ahora todos los días le dan a los pibes pan como comida principal. ¿Cuál es el criterio?”, plantea la contradicción. “Una de las preocupaciones es la calidad y el valor nutricional de lo que les estamos dando a nuestros pibes. Realmente es pésimo. Por otro lado lo que genera como posible concentración de gente en las escuelas, que todos los días salga la gente de sus casas. Afortunadamente no se registraron hasta el momento situaciones difíciles, que era nuestro temor. Y creemos que la entrega quincenal es un paso superador, aunque el reclamo sigue siendo el mismo: comida de calidad, y en cantidad”, relata. En el distrito 5 hay once escuelas que actualmente reciben viandas, y desde ahí se distribuyen a todas las familias.

Tercerizadas

Como en tantas otras áreas, lo que tal vez está poniendo de manifiesto esta pandemia y su emergencia es que urge rever el sistema de comedores tercerizados que sostiene la ciudad de Buenos Aires, que no es ni el más eficiente, ni el más eficaz, ni el más económico. Colectivos como Familias x la Escuela Pública ya se estaban organizando alrededor del tema desde mucho antes de la pandemia, mostrando casos ejemplares como el de la escuela Alvarez Thomas de Villa Pueyrredón, cuyo comedor auto gestionado muestra mayor calidad y menor costo. En Facebook, la página Comedores/Viandas escolares muestra, además de las denuncias de estos días de emergencia y de días anteriores, otros casos de comparación: cómo se organizan distritos con menos recursos como intendencias de Buenos Aires o en La Rioja, con entregas sensiblemente superiores en calidad y cantidad.

“Las tercerizadas funcionan bien si se las controla, hay mecanismos que el Estado podría implementar para controlar. Estos últimos años el deterioro de los comedores y las viandas ha sido muy importante, en su calidad y en su cantidad”, advierte  Angélica Graciano, secretaria general de UTE Ctera y supervisora del área de Educación Especial. “El gobierno porteño salió con la campaña de sacar las paneras para hacer una dieta más equilibrada. Pero en esa misma operación sucedió que se bajaron los gramajes y la calidad. Con la pandemia, la entrega de emergencia está mostrando que lo que se entrega es inviable, vergonzoso”, denuncia.

El cartel que los docentes colgaron en la escuela 12 de Bajo Flores.

Lógica

Para estas dos primeras semanas de emergencia, se armó un cronograma que nuclea en 333 edificios escolares la comida que se entrega normalmente en 1145. “No se entendió nunca con qué lógica se agrupó la entrega. Los supervisores presentamos propuestas el viernes, y en el cronograma que se publicó el martes aparecieron otras, sin previo aviso. Y por eso después las familias no sabían adónde era la entrega, o iban a una escuela anunciada y no estaban las viandas. Los docentes tampoco tenían la información. Reconstruyendo lo que hicieron, el criterio fue por empresa concesionaria. Siguieron la lógica comercial, antes que la humana”, cuenta Fabián Alvarez, supervisor del distrito octavo, que abarca parte de los barrios de Parque Chacabuco, Caballito y Boedo, en el límite con la 1-11-14.

“Otro tema es que hay chicos que viven en provincia, vienen con sus padres que trabajan en la ciudad, o asisten a escuelas cercanas a la General Paz. La situación más crítica se vivió con los chicos de la Isla Maciel, que tenían que venir a escuelas de la Boca. Esa vianda, en esas condiciones, y encima con dificultades para llegar, fue demasiado”, suma Graciano a la problemática.

“La situación fue muy triste y angustiante para todos y todas, a los docentes les llegaban Whastapps de las familias con preguntas que no sabían responder, en los asentamientos las mamás contaban que las paraba Gendarmería preguntando por qué salían del barrio. En las escuelas sabemos muy bien que si una familia se moviliza para buscar una vianda, es porque realmente lo necesita. Esto tiene que ver con la dignidad de las personas. Y en un momento tan crítico, el Estado tiene que estar a la altura de las circunstancias. Eso no está sucediendo en la ciudad de Buenos Aires. Necesitamos menos marketing y más acciones concretas”, denuncia, sumando la advertencia de la falta de elementos de higiene y seguridad para el personal que está yendo a las escuelas.

Ante las denuncias y la aglomeración diaria en algunas escuelas, se organizó una entrega quincenal. Imagen: Bernardino Avila.

Lo que se pudo

“No es lo que queríamos, esta situación provisoria no era la ideal, era la que podíamos hacer ante la emergencia, explica Sebastián Tomaghelli, subsecretario de Administración de Recursos del Ministerio de Educación porteño a Página/12. Tonaghelli rechaza la idea de que el servicio que se ofrece (durante el año y durante la emergencia) sea malo, y defiende la calidad y cantidad de lo que se entrega.

"Teníamos en nuestra mente la migración hacia una 'canasta escolar nutritiva' quincenal, que es lo que vamos a implementar a partir del 1° de abril. Pensemos en el volumen que manejamos en la ciudad: 220 mil desayunos, 120 mil almuerzos y 85 mil refrigerios. Así empezamos a trabajar con los concesionarios en una propuesta que nos llevó un montón de trabajo, para otorgar la comida por dos semanas. Es una movida logística enorme y nos hubiese gustado implementarla antes”, explica. 

Así, entre el miércoles y jueves próximo, se implementará la entrega que Tomaghelli puntúa de esta manera: “Desayuno: Dos litros de leche larga vida, 5 unidades de té, 5 de mate cocido, 10 unidades de sólido (paquete de magdalena o de 4 galletitas o barrita de cereal). Refrigerio: un sándwich, dos litros de leche larga vida, 5 unidades de té, 5 de mate cocido, 10 de sólido y 5 de fruta. Almuerzo: 500 gr. de fideos, 500 de lentejas, 1 kilo de arroz, una lata de arvejas, 900 cm3 de aceite, 520 gr. de puré de tomate, 500 de zanahoria, 500 de cebolla, 1 kilo de zapallo, 5 unidades de fruta, 1 lata de conserva de pescado, atún, caballa o jurel según disponibilidad, 1 caja de flan o gelatina, 1 kilo de azúcar, 40 gramos de queso rallado”.

-¿Cree que estas cantidades son suficientes para un niño o niña, por quince días?, le preguntó este diario.

-Sí, lo consideramos suficiente. Es una cierta cantidad de calorías de requerimiento diario. Consideramos que es la propuesta adecuada como una forma de evitar el traslado de las familias. Nosotros entregamos por los diez días hábiles. Y es para cada alumno, no para toda la familia.

- ¿Y en cuanto a las verduras, 1 kilo zapallo, medio de zanahoria y medio de cebolla?

El peso es un limitante para poner más fresco. Solo la caja de almuerzo pesa ocho kilos y medio, la de desayuno dos kilos y medio más. 

Tomaghelli explica que "el almuerzo se basa en un esquema de recetas que armó el equipo de nutricionistas, que se fue descomponiendo en materia prima". "Queremos aprovechar el momento para que el alumno pueda cocinar con sus padres que esto sea una actividad educativa, que sigamos fomentando la incorporación de frutas, verduras y legumbres. En la caja irá también material educativo, sobre todo para aquellas familias que no tienen posibilidad de la plataforma on line, juegos, trivias”.

Proponen sobre esta base distintos menús de lunes a viernes, similares a los que se organizan en los comedores de las escuelas: arroz con pescado y vegetales más fruta, fideos con salsa de tomate más fruta, cazuela de lentejas más fruta, zapallo relleno con arroz más flan o gelatina, fideos con salteado de vegetales más fruta. Las cantidades están pensadas para cumplir con este menú, imaginando que en cada hogar se cocina por niño o niña de manera individual. 

Tonaghelli aclara, por último, que la centralización de escuelas “fue un pedido de los docentes y no del Ministerio de Educación". “No era algo que nosotros buscábamos y estábamos en condiciones de abrir todas las escuelas. Lo tuvimos que hacer porque había docentes y equipos directivos que estaban con miedo de abrir las escuelas”, asegura.

La denuncia de las cooperadoras

Desde la Red de Cooperadoras de la Ciudad de Buenos Aires difundieron un comunicado en el que denuncian los cambios sin previo aviso en la entrega de las viandas en las escuelas, y la “pésima calidad” de lo que se entrega: “Detectamos una irracional distribución de los puntos de entrega (…) muchas familias, en plena cuarentena obligatoria, tendrán que circular más de treinta cuadras para buscar una vianda. ¿Cómo van a explicar el recorrido? ¿Cómo el gobierno que nos manda a estar en nuestras casas, nos manda a caminar semejante distancia para buscar una vianda de pésima calidad?”, se preguntan allí.

“Denunciamos que esta forma de distribuir los puntos de entrega va terminar provocando que un alto porcentaje de familias no pueda, aunque realmente tenga la necesidad, a trasladarse para retirar la misma”, advierten. “Todo esto nos hace pensar seriamente que hay una clara decisión política del Gobierno de la Ciudad de reducir al mínimo la entrega de viandas en el sistema educativo, cuando se está analizando la posibilidad de entregar bolsones la semana que viene. "Reducir las viandas ¡hoy! para entregar el mínimo número de bolsones".

“Consideramos que es un momento de mucha angustia y tensión, reforzamos que el GCBA no está generando las condiciones para asegurar la alimentación de nuestros niños y niñas, que las viandas y la forma propuesta no merece el sacrificio y riesgo de exposición de las familias”.

Amparo

Las legisladoras porteñas del FIT Alejandrina Barry y Myriam Bregman, junto a decenas de docentes, padres y madres, presentaron la semana pasada una medida cautelar con carácter urgente, haciendo hincapié en la irracionalidad de ofrecer una comida de esas características en plena pandemia, a lo que suman el incumplimiento a la Ley de Alimentación de la ciudad. “El paso a la caja quincenal es un avance, aunque queremos ver qué es lo que van a dar allí. Pero no es borrón y cuenta nueva, lo que han hecho es grave”, dice Barry a Página/12.

Aquí hay un problema con el tema de las concesionarias, que siguen ganando muchísimo dinero, y acumulando denuncias. Ya veníamos con los temas de intoxicaciones , y se les sigue confiando la solución en la emergencia. Es inadmisible”, denuncia. “Queremos además saber qué se hace con el dinero que se está ahorrando entre los menús que tienen normalmente previstos, y el pan con fetas por los que lo reemplazaron”, acota.

Barry estuvo la semana pasada en la escuela 19 de Flores Sur, a la que asisten chicos y chicas de la 1-11-14. Pudo comprobar, cuenta, la desesperación de las familias y de los docentes ante la falta de viandas (menos de 400 un día, 200 más al día siguiente, igualmente insuficientes para 800 chicos). “Luego, cuando comenzaron a hacer ir a las familias a escuelas lejanas, la policía paraba a las mamás porque no tenían autorización para circular. Se volvían a sus casas sin siquiera esa vianda. Nos llegaban los audios de Whatsapp de mamás muy angustiadas, y de docentes también angustiados porque no tenían respuestas para darles”, cuenta.