El cuidado de la salud mental es importante en un contexto de una crisis sanitaria como nunca antes se vivió en el mundo. ¿Cómo protegerse cuando el decaimiento, la ansiedad, o el miedo tiñen nuestro día? ¿Cómo reorganizar nuestras rutinas y que no signifiquen una sobrecarga de trabajo doméstico para las mujeres cuidadoras? ¿Cómo lidiar con la sobre información y con la incertidumbre? En una entrevista con Página/12 se explayó sobre estos tema Mercedes Martorell, psicopedagoga, magister en Salud Mental y Psicología Social y cofundadora de la Primera Escuela de Psicología Social de Santa Fe Dr. Enrique Pichón Riviere. Desde que se implantó la cuarentena obligatoria, cada día, el equipo directivo de la Escuela genera mensajes que distribuye a través de WhatsApp y que apuntan al cuidado de la salud mental de la población.

1. ¿Cómo enfrentar la desorganización de la cotidianeidad que causa el aislamiento social preventivo y obligatorio?

--Los cambios siempre generan ansiedad, la ansiedad propia del ajuste a la nueva situación. Pero si ese cambio no es buscado, es impuesto e irrumpe de un momento a otro, se eleva mucho más. El monto de esa ansiedad será el resultado del interjuego entre el determinante social, la historia vital de cada persona y el desencadenante, en este caso el Covid 19. Es decir, el monto de la ansiedad es multicausal, y a cada persona le afecta de un modo particular. Está visto que lo imprevisto, que lo que irrumpe desordena, ¿qué desordena? Lo que hacíamos diariamente y cómo lo hacíamos. Muchas veces sin pensar demasiado en ello. Era nuestra rutina. Ante esta situación, lo más aconsejable es re-organizarnos, es establecer una nueva rutina donde protagonicemos cómo queremos ese nuevo orden cotidiano. Para eso nada mejor que el diseño de esa nueva rutina contemple las necesidades de todos los convivientes de la casa. Rutina que no tiene por qué ser rígida, pero sí cooperante e inclusiva. Nadie debe quedar por fuera ni sobrecargado. Esa nueva rutina además de los aspectos de orden e higiene, debe contemplar el placer. Una gran fuente de salud mental es recuperar la capacidad de disfrute, el juego, lo lúdico. Recuperar el contar cuentos; sacar las fotos y recorrer sus historias; enseñar a los más chicos juegos de otro siglo que Internet nos quitó, como los juegos de mesa, de cartas, los campeonatos de truco, tantos... También, dedicarse tiempo para los propios “pendientes”, hobbies, etc. Estar en cuarentena no es un castigo, es un cuidado. Lo que nos hace ruido es que estamos forzados a cumplirla. Pero lo obligatorio no es necesariamente una sanción. En este caso está formulada en pos de un bien superior, el cuidado de la salud de todos por sobre la propia.

2. El bombardeo de información sobre la pandemia puede generar mucha angustia en algunas personas ¿Qué hacer entonces? ¿Nos informamos? Apagamos los informativos?

--Los bombardeos siempre generan angustia. La bomba explota y nos hace explotar. Sabemos que es un virus, qué medidas hay que tomar, cuáles son los síntomas y a quién avisar en el caso de tenerlos. Sabemos que nos podemos contagiar pero que en la mayoría de los casos es tratable y curable. Por eso, la propuesta es buscar fuentes confiables de información. Y no estar todo el día pendiente de cuántos muertos hay. Una vez informados no aporta nada cambiar de canal o de radio para seguir escuchando lo mismo. Cambia la voz, cambia la imagen, pero no cambia el contenido. Y de tanto escuchar lo mismo, internamente se nos multiplica y nos daña.

3. La sobrecarga de trabajo expone a mujeres cuidadoras a situaciones de desborde, sobre todo a aquellas con hijos pequeños. 

--Si bien estamos viviendo una crisis, también es una oportunidad de poder reordenar esa vida cotidiana sobrecargada. Les diría que esta pandemia no es su culpa ni su responsabilidad. Que hagan lo que hagan va a suceder, está sucediendo. Pero que hay distintas formas de enfrentarla. Formas más saludables, sobre todo para ellas. Correrse de ese lugar asignado y asumido de resolver todo y redistribuir. El protagonismo de todos los integrantes de ese grupo, en tareas posibles de asumir, genera mejores condiciones, baja la irritabilidad.

4. ¿Cómo manejar la incertidumbre frente a una enfermedad de la cuál todavía no se sabe todo?

--La incertidumbre genera angustia, que es una respuesta emocional propia de este momento. No sabemos todo lo que va a pasar, pero el horizonte es de amenaza. Lo que sabemos es que es transitorio, que aunque no sepamos cuánto tiempo demandará, no es para siempre. El tema es cuando ese sentimiento de angustia es tan fuerte que nos desborda. Es allí cuando debemos pedir ayuda profesional. Esto me hace decir que también serían necesarias guardias telefónicas en salud mental.

5. ¿Y si de pronto estamos más abúlicos? ¿Es signo de que estamos mal psíquicamente?

--Vivir una cuarentena produce mucho estrés. Nos sentimos cansados, raros. Una respuesta de las posibles es hacer fiaca. Hacer fiaca es hacer un parate. Posiblemente es tomar un respiro. No hay nada de malo ni de enfermo en eso. El problema es cuando esa situación se extiende en el tiempo y se profundiza. Allí ya estaríamos hablando de algún otro signo que es necesario atenderlo rápidamente para que no se instale. La enorme propuesta que nos hacen de actividades para realizar, es sólo eso: una propuesta. Son alternativas que podemos tomar o no según nuestros gustos y / o posibilidades. Tampoco es saludable realizarlas maníacamente, sin parar, nos gusten o no. Ahora que lo que tenemos es tiempo, detengámonos a pensar en cómo lo queremos usar.

6. ¿La falta de concentración es normal en este contexto?

--El estrés produce falta de concentración. Tenemos que pensar que este fenómeno, que es muy intenso, es nuevo, tiene pocos días de desarrollo. Seguro que nos sentimos raros, es normal, esta situación es rara por lo nueva. Todavía no hemos desarrollado las defensas necesarias porque no ha habido tiempo suficiente. En términos muy generales, lo normal o anormal, depende de intensidades y de cuanto nos dificulta o no el desarrollo de la vida cotidiana.

7. ¿Cuándo consultar a especialista en salud mental, si no estamos haciendo terapia? ¿Qué otros signos nos tienen que dar alertar?

--Cada quien canalizará su preocupación y ansiedad con determinados síntomas, que generalmente son situacionales. En términos generales diría que nos tiene que alertar aquello que nos hace sentir tan mal, que nos interfiere en la resolución de lo cotidiano. Allí sí es necesaria una consulta.

8. ¿Cómo juega en nuestro bienestar psíquico la solidaridad?

La solidaridad es apoyo, respaldo, ayuda, protección, unión, hermandad, concordia, identificación. Es capacidad de empatía. Todo eso produce un gran bienestar psíquico porque el/la otro/a está presente, acompañando, a pesar de la distancia física. 

9. ¿Cómo convivir con el miedo? Algunas personas más temerosas o hipocondríacas la pasan peor en estos días.

--Es verdad, no todos lo pasamos de la misma manera. Todos somos diferentes porque tenemos historias diferentes, condiciones de vida diferentes, aún dentro de una misma familia. Reconocer este dato nos permite identificar esa situación y actuar. Pedir ayuda o poder brindarla. Aquí apelo al resto del grupo de entorno para el acompañamiento.

10. ¿Qué les pasa a quienes se resisten a cumplir con el aislamiento social preventivo y obligatorio?

--Hay que diferenciar la desobediencia de quienes siempre les importó poco porque sienten que se las pueden arreglar por su posición económica, y en ese caso es otro mensaje de poder, y está la otra desobediencia, la que por su contexto, no puede entender o no puede cumplir con la norma de aislarse. Son dos situaciones. En un caso, los que se resisten o directamente se niegan a cumplir con el aislamiento social son los emergentes que expresan una modalidad de conducta muy alentada por este sistema capitalista, el individualismo. Es el pensar que se es libre de toda relación con los demás. Que se es dueño de la propia vida. Que no necesitan nada de nadie. No pueden hacerse cargo de que las conductas de cada uno afectan a todos. Más en esta situación de pandemia. También es el caso de los dicen que se van a hacer la cuarentena a otro lugar, en donde también tienen una casa. Eso también es romper la cuarentena. Es generar el riesgo de trasladar el virus de una región a otra. Esta gente prioriza absolutamente su bienestar sin importarles, creo que ni siquiera consideran la preocupación de los lugareños respecto de que pueden estar trayendo el virus con ellos e infectarlos. Qué decir de quienes no pueden, para ellos la contención de políticas públicas que los asistan. Si pensamos cómo somos subjetivados, varones y mujeres, los estereotipos de género están detrás de estas conductas. En este sentido quisiera hacer un apartado especial para las mujeres que sufren violencia de género. Mujeres a las que les va la vida en ese cumplimiento del aislamiento con el violento. Para ellas debe haber también políticas específicas que atiendan la complejidad de esta situación tan grave.

11. Quedaron más expuestos varones desobedientes. ¿Hay ahí un mandato patriarcal en juego?

--El cuidado es asignado como un atributo ligado a lo femenino. En cambio los varones “son” osados, desafían los límites. Su lugar social está está ubicado dominantemente en el espacio público, no casualmente son quienes no "acatan" la norma. Finalmente, expresan la quintaescencia de un sistema capitalista, patriarcal y heteronormativo.