Para los amantes del terror y de los thrillers piscológicos, una buena opción que ofrece la plataforma de la N roja es La invitación, una joya del cine independiente que no es tan conocida pero que vale la pena ver para variar un poco del contenido habitual.

Tal como indica su título, la película comienza con Will y su novia, quienes responden a la invitación de la ex esposa de éste para ir a una cena en la casa en la que vive junto a su nuevo esposo, de la que participan también otras parejas amigas. A medida que avanza la trama, vamos conociendo que Will y su ex comparten la desgracia de haber perdido al hijo que tenían en común, hecho por el cual la mujer desapareció repentinamente y sin volver a contactarse, hasta esa invitación. Poco a poco, Will va notando que su anterior esposa ha cambiado rotundamente y que algo en esa reunión no anda bien. 

La directora Karyn Kusama logra ofrecer un neurótico film que genera incomodidad constante en el espectador. Si bien los primeros minutos de la película pueden parecer lentos y sin grandes escenas, funcionan como la calma que antecede a la tormenta, una tormenta que se irá formando lentamente y que terminará por cubrir todos los espacios. Con una sola locación, que es la lujosa casa en donde se lleva a cabo el encuentro, la realizadora se las arregla para producir niveles de tensión que irán aumentando progresivamente con cada minuto del film. Si bien no cuenta con un elenco de grandes figuras, las interpretaciones están a la altura de la apuesta cinematográfica y colaboran para provocar el clima de suspenso. 

La invitación. Disponible en Netflix.