El eslabón más frágil de la industria del libro es la librería. Las librerías de barrio son las que encarnan la bibliodiversidad al poner en manos de los lectores los catálogos de las llamadas editoriales independientes. En Italia, el pasado 18 de marzo, la editorial Eris lanzó la campaña “Adopta una librería”, por la cual las compras realizadas a través de su web repercuten en una librería que cambia a diario, como si el usuario hubiese adquirido los libros en cada una de esas librerías. En España, la editorial Nórdica anunció su intención de destinar el 35 por ciento de las compras de ebooks hechas a través de su página a la librería que cada lectora o lector elija. Implementar algo similar acá es casi imposible porque la mayoría de las editoriales no venden directamente los ebooks, sino que lo hacen a través de intermediarios. ¿Cómo imaginar el mundo del libro, la vida misma, después del coronavirus? A Sebastián Lidijover, que desde hace veinte años trabaja en actividades que involucran la promoción del libro y la lectura, se le ocurrió armar “Mi librería”, una red que conectará editoriales, librerías de barrios y lectores.

“La idea es que las librerías ofrezcan a sus clientes una suscripción de 250 pesos mensuales”, cuenta Lidijover a Página/12. La suscripción se hará a través de una plataforma que permita pagar con tarjeta de crédito o cuenta bancaria. “Esa plata sigue siendo de las personas que se suscribieron, no pierden nada. La podrán usar cómo y cuando quieran como forma de pago en la librería en que se suscribieron. Por suscribirse, a cualquiera de las librerías que se sumen a esta acción, participarán automáticamente de sorteos semanales de libros. Aquellos que ganan retirarán los libros en la librería en que se suscribieron cuando termine la cuarentena”, explica el coordinador del club de lectura Carbono, un club donde los participantes leen un libro por mes y reciben, cada domingo, un mail para acompañar la lectura. Las lectoras y lectores que quieran sumarse a esta propuesta podrán hacerlo en la página http://milibreria.com.ar/

Varias editoriales y librerías ya confirmaron que participarán de esta red. Entre las editoriales están Eterna Cadencia, Ediciones Godot, Sigilo, Leteo, Gourmet Musical, Siglo XXI, Alto pogo, Notanpuan, Edhasa, Anagrama, Compañía Naviera Ilimitada Editores, Corregidor, Mardulce, Adriana Hidalgo y V&R. Las librerías que se van a sumar son Céspedes Libros, Tiempos modernos, Eterna Cadencia, Librería Rodríguez (Almagro), Librería Norte, Notanpuan, Librería Rodríguez (Villa Crespo), Librería Rodríguez (Hurlingham), Librería Rodríguez (Palomar) y La Coop Librería. “Las editoriales que quieran pueden incorporarse. Tengo confianza en que se sumarán la mayoría”, dice Lidijover y aclara que no serán las editoriales las que seleccionarán los libros que se sortearán, sino que eso quedará en manos de cada una de las librerías. “Las personas que ganen recibirán un premio que será elegido personalmente por su librera o librero. Será un premio, pero también a la vez una recomendación de lectura”, sugiere el creador de “Mi librería”.

El editor Maximiliano Papandrea, del sello Sigilo, adhiere con entusiasmo a esta red en gestación. La iniciativa de la editorial Nórdica de España, que cada comprador de ebooks seleccione una librería que recibirá el 35 por ciento del valor de cada libro digital vendido, no se puede poner en práctica acá. “En principio, hace falta tener la posibilidad de vender los ebooks directamente, desde las webs de las editoriales, cosa que no es muy común ni acá ni en otros países”, plantea el editor de Sigilo. “Nosotros vendemos nuestros ebooks (que son pocos, además) a través de intermediarios (distribuidoras digitales) y por otra parte el porcentaje de ventas de libros digitales es muy inferior en relación con el papel”. Papandrea subraya que “es necesario incentivar el diálogo con las librerías independientes y apoyar su trabajo, porque son muy importantes para la edición independiente”.

El propósito de “Mi librería” es “afianzar la relación entre las lectoras y lectores con sus libreras y libreros”, resume Lidijover el espíritu de este proyecto. A los sorteos de libros quizá se añada un newsletter semanal donde distintos libreros y libreras de todo el país contarán qué están leyendo, propondrán listas de libros sobre diversos temas y armarán listas de spotify que giren sobre algún tópico literario. “El monto de la suscripción es bajo, porque apunta a que las personas que compran un libro por mes o cada dos meses, no lo sientan como un gasto extra”, advierte Lidijover y precisa que “Mi librería” está pensada para las librerías de barrio; las cadenas y librerías virtuales –aunque también sufrirán la crisis económica- no participarán porque tienen más posibilidades de reinventarse o armar algo por su cuenta.

Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, apoya “Mi librería” y traza un panorama del presente de la industria del libro. “En la Argentina la venta de libros está paralizada y, por lo tanto, lo está todo el sector del libro en partes iguales: imprentas, editoriales, autores, diseñadores, correctores. Me parece que hay que pensar medidas que engloben a todo el sector, atendiendo a su especificidad. No solo alivio en las cargas patronales o créditos a tasa casi nulas, sino efectivización, por ejemplo, de las compras planeadas desde los ministerios o Conabip, pero canalizando esas compras (en parte o en su totalidad y en todo caso habría que analizar cómo) a través de las librerías para que no queden excluidas de esta medida que puede introducir algo de dinamismo”. Djament reflexiona sobre esta “nueva crisis” que afecta a toda la economía. “El sector del libro, como tantos otros de la economía argentina, apenas estaba saliendo de una tremenda recesión de por lo menos cuatro años y esta crisis no nos agarra bien parados. Como industria, la del libro, así como funciona hasta hoy, es muy frágil económica y financieramente –afirma la editora-. Ojalá todo esto que estamos viviendo nos permita imaginar otras maneras de desarrollo”.