El cantautor Riqui Zarra será parte del ciclo De la Cama al Living que desde el 24 de marzo llevan adelante músicos salteños como acción para acompañar en el aislamiento social por la pandemia por el coronavirus. "Para llevarte 40 minutos de música por transmisión en vivo, en esta #cuarentena . Porque la música, siempre sana, y queremos llevar a tu casa, un poco de lo que tanto amamos", dicen los hacedores del ciclo. 

El show, en el que interpretará unas 20 canciones, será a partir de las 20, se podrá seguir aquí https://www.facebook.com/delacamaallivingSalta/  y es una oportunidad para conocer a un artista que cuenta y canta su lugar y su gente, que asume el compromiso de acompañar a quienes luchan para reparar injusticias y que se describe a sí mismo como un "constructor de pequeñas historias, pequeñas canciones".

Riqui Zarra nació en Orán, en la casi céntrica casa de sus padres, Juan Alonso Zarra y Lola Luján Moreno, y en ese hogar encuentra el origen de su interés por las artes. A sus padres les gustaba mucho bailar, "les encantaba el tango y toda la música", y la casa recibió siempre la visita de músicos que participaban de asados hechos por su padre: "Todos los grupos pasaron por casa". 

Su primera guitarra se la regaló su padre, a los 12 años, aunque no aprendió a tocarla sino hasta los 19 o 20 años, cuando la necesidad de acompañar su canto lo llevó a aprender. Había comenzado a cantar antes, a los 14 años, ganando selecciones en la escuela técnica a la que asístía. 

A los 17 años salió entre los favorecidos en el concurso "Buscanco voces nuevas", una institución dentro de Radio Orán. Por entonces "ya estaba un poco más metido con el canto" pero "tenía algunas complicaciones" porque los músicos no querían acompañarlo para que cantara los temas de Los Gatos o Larralde que le interesaban. Ese fue el empujón para sacar "la guitarra del ropero", ésa que le había regalado su padre a los 12, y comenzar a practicar. 

Pero le faltaba, porque quería cantar, por ejemplo, composiciones del Cuchi Leguizamón, "armonías más complejas", de Lito Nebbia, Sylvio Rodríguez, Rubén Blades, Serrat, Yupanqui, Zitarroza. "Y ahí se me empezó a complicar, así que empecé a hacer unos cursos de armonías y de grafismo musical". Estudió con Carlos Cocha y Sergio Godoy, hizo otros cursos y durante nueve años formó dúo con Elías "Cacho" Saadi, con el que tocaron por todo el país grabaron un disco. 

Autor de piezas de profundo arraigo popular, como la zamba Agustín Simba, que compuso junto a Carlos Argañaraz, y que aquí interpreta el docente y cantor Luis Ángel Arévalos, Riqui Zarra sostiene la motivación de su arte en su lugar. "Lo que me motiva son las cosas que pasan alrededor mío. No hago más que salir y mirarlas", aunque eso le cueste, porque "el individuo, la persona ésta, tiene metido un artista ahí que tiene un ego impresionante y tiene que trabajar todos los días para despojarse de su yo" y "levantar la cabeza y tener empatía con otras cosas, con otra gente, con otros paisajes, con el paisaje propio que se va deteriorando, que se va rompiendo y uno va viendo esas cosas. Y esas cosas me pegan en el pecho, así que después de pasarlas, vuelvo a meterlas en la computadora, tratar de tener filmaciones, y esas imágenes me llevan a escribir y a componer". 

"Despacito y sin apuro, como pidiendo permiso, con el paso garroteado por el rigor malherido, se va Agustín alejando, dejando surcos de olvido", dicen los versos de la zamba Agustín Simba, una minibiografía del gran cacique ava guaraní que fue explotado en el trabajo en los cañaverales. Aquí la pueden escuchar. 

Esa necesidad de componer sobre los despojados, los que viven más alejados de los centros urbanos, llevó a Riqui Zarra a comprarse una motocicleta grande, hace ya unos 18 años, para poder llegar a zonas más retiradas. "Eso también me ha abierto la cabeza: salir en la moto y tener la parte sensible abierta al máximo" de manera que si "hay una viejita al costado del camino vendiendo peras, poder frenar, pararme, charlar con ella, intercambiar cosas, experiencias, y ahí aparecen algunas canciones".

Zarra calcula que tiene un repertorio de cien canciones, "quizás un poco más", las que cantará son las nuevas, "como 20, 25 canciones". En estos días de aislamiento social está produciendo a "ritmo vertiginoso", a razón de dos o tres canciones por semana, claro que a algunas todavía "les falta darles un toque". 

Canciones urgentes 

Riqui Zarra integra el grupo Aristas Autoconvocados de Orán, un colectivo actor de distintas acciones que ponen en tela de juicio ciertos sentidos comunes de la sociedad de esa zona, como la calidad moral de los españoles que fundaron la ciudad, o las "ventajas" de que esté ahí el Ingenio San Martín del Tabacal

Es uno de esos cantores que se llama para actos del campo popular. Para recordar a las víctimas del terrorismo estatal o para acompañar un corte de ruta o una huelga de obreros. 

Esas convocatorias lo llevaron a componer unas 30 "canciones urgentes", que son "dinámicas, polenta, todo, pero que son de baja calidad", porque son compuestas para el momento. Lo ayuda en esto Miguel "Máquina" Guaymás, "un cumpita que suelda caños de escape allá en la calle Egüez en la primera cuadra. Y bueno, siempre que paso por ahí está metido en la fosa de su taller soldando caños de escape". Y mientras él trabaja, "me arrodillo un poco para charlar con él, y le cuento, mirá, tal empresa despidió a cien compañeros" y "están ahí con carpas, están cortando la ruta, están con los chicos, así nos estamos organizando nosotros los artistas para hacer un taller de dibujos, llevarle cosas para los chicos, un apoyo" y esa misma madrugada "ya estoy recibiendo por WhatsApp letras para hacer un tema y así ya me pongo a armarlo y al otro día cuando con los artistas vamos al taller de apoyo a estos trabajadores despedidos, ya estoy llevando una canción ahí en el momento álgido de la cosa". 

Por eso mismo "son canciones efímeras", y a la mayoría las olvida ni bien las suelta al viento, "porque la hice para es momento, fui y la canté". Pero esas canciones quedan, lo comprobó el propio Riqui el año pasado: "Pasé un poco de vergüenza", porque en el Sindicato del Azúcar le pedían un tema que él ya no recordaba y ellos sí lo sabían.