Al principio el asombro, luego la gracia: oh, gorda doncella del paladar nacional. Ni sencilla ni corriente, la hamburguesa simboliza la salida del paso del bagre cotidiano, el manjar exprés de los dioses y, ahora, también un ribete delicatesen de alto vuelo. Nacida al calor de los años ‘20 en Estados Unidos, se erigió rápidamente como uno de los platos más consumidos, eróticos y deseados del planeta. Es uno de los pocos alimentos que no tienen clases sociales. Y, a la sazón, en Argentina anda viviendo una época de oro: luego de su emplazada inicial, del subidón que significó la extinta Pumper Nic, de la democracia del Paty y del calor de las sangucherías abiertas las 24 horas, el fast good food llegó para quedarse.

Cecilia Salas
Cecilia Salas