Una de las últimas adaptaciones de Sherlock Holmes para la pantalla chica es la miniserie producida por la BBC y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman en los roles del famosos detective y su fiel compañero de aventuras. En este caso, Sherlock ubica la trama en el Londres del siglo XXI, por lo que hubo un buen trabajo de guión para aggiornar las distintas novelas escritas por Arthur Conan Doyle --que estaban ambientadas en la capital inglesa pero del siglo XIX-- a la actualidad y a las realidades contemporáneas. De esa manera, la serie creada por Steven Moffat y Mark Gatiss logra mantener la esencia de los libros pero sumándole una mirada moderna y combinando el misterio policial con varios momentos de humor.

Sherlock cuenta con cuatro temporadas de tres capítulos cada una, y cada episodio -de una hora y media de duración- está basado en uno de los tantos relatos criminales publicados por Doyle. Si bien hay algunas modificaciones narrativas obvias que permiten ubicar el relato en el presente, los personajes principales conservan las cualidades y características pensadas por el escritor escocés. Además de Holmes y Watson, se presenta a James Moriarty, el famoso antagonista de la pareja detectivesca; a la señora Hudson, dueña del 221B Baker Street, lugar donde vive Sherlock; y al torpe inspector de Scotland Yard, Greg Lestrade.

Paralelamente, la serie cuenta con un capítulo especial ambientado en 1895, en el que se presenta una nueva investigación pero ya no en la modernidad si no en la época propia de los libros, con la vestimenta y los escenarios acordes a ese tiempo. 

Sherlock, disponible en Netflix.