The Strokes tuvo su big bang a finales de 2001 y durante 2002, y llegó a su punto de retorno en este 2020. Las dos veces con la ciudad de Nueva York en el centro de la escena, antes por el 11 de septiembre y ahora porque la cuna del quinteto es la ciudad con más casos concentrados de covid-19 . Ese vaivén de la historia no le es ajeno a The New Abnormal, flamante sexto disco que, en consonancia, retoma el buen criterio que los llevó a ser así de importantes para el rock reciente: The Strokes vuelve a exhibir acá esa maestría para adornar lo sencillo con la que fue hito, y de paso entrega su álbum más caliente y pegado de los últimos 15 años.


Esa economía en el concepto, el toque y la producción fue el primer gesto familiar que vino al frente en febrero con el segundo anticipo, "Bad Decisions", luego de "At The Door" y ese videoclip llamativo que integraba animaciones flasheras con una cosita de fantasía, juventud y marco de época a la Stranger Things. Y hace unos días cortaron "Brooklyn Bridge to Chorus", un título que marca esa actitud paródica ante lo formal de la música (el "puente de Brooklyn al estribillo", sería) para un tema bailable con bombo en negra e instrumentos encimados, con todo sonando a sintetizador y exudando disco.

El asunto es que así como en "Bad Decisions", en todo The New Abnormal hay algo cotidiano pero alterado. Algo como cuando se baja a hacer las compras después de tres días de aislamiento. Son los Strokes haciendo lo que mejor sabían, eso por lo que eran valiosos: tener criterio y ser buenísimos con sus instrumentos, ser excelentes con pocos recursos. Eso y no la grandilocuencia, el himno ATP, el barroquismo y los berretines –entre ellos la falopa– que los menguaron pronto.

Como en aquellos primeros años, hoy también hay un contexto general escandaloso y mandaparte. Aquel fin de 2001 y este comienzo de 2020 están hermanados por cierta idea de fin del mundo, pero no se trata solo de eso. Si al irrumpir con "Hard to Explain" y "Last Nite" los Strokes atacaron una norma musical que orillaba la fascinación juvenil con el nü metal, el pop Disney (N*SYNC, Britney), el rap de Eminem y Dr. Dre y la rave tardía, ahora la competencia está dada por la fascinación juvenil con el trap, el pop revival de Dua Lipa, el hip hop denso de la marihuana legal y la EDM. Pero ojo: ni antes ni mucho menos ahora el yeite es que le hayan dado importancia a la guitarra. El mejor chiste del grupo era lo bien que tomaban decisiones en cuanto a su toque y al sonido.


Nadie es tan normal / Nada es tan nuevo

The New Abnormal arranca con una batería onda caja de ritmos, un riff, una guitarra machacante, un bajo inquieto y una historia de ocasos. Es un tema sencillo con una melodía de voz pegada a los dibujos de guitarras, charla entre cuerdas, paneos que ocupan el espacio. Hay confusión, crucifixión, vergüenza y reclamo en su letra, y tiene un falsete de cantante Julian Casablancas, que en el medio de todo habla por enésima vez sobre la noche o la usa de metáfora. "The Adults Are Talking" es stroke pura cepa.

"Selfless", el segundo, se ampara en las temperaturas de la voz del cantante (tiene un termostato en la garganta) y en las decisiones: ese redoblante, ese hi-hat, esa síntesis de sonido para ese solo. Esa pausa momentánea de la batería y ese desliz de bajo. Es una banda dinámica en búsqueda del sonido perfecto. Y también una banda viciada que termina casi todos sus temas con crescendos hacia el precipicio. O que se pone teatral como en ese rato Roger Waters de "Eternal Summer", que al mismo tiempo suena a The Weeknd. The Strokes: puenteando lo clásico y lo moderno desde 1998. "La vida es una aventura tan divertida", dice el orador de esa canción, y da a entender lo que el grupo recobró en este regreso. "No esperes la verdad, esto es fantasía", replica enseguida.

"El clic siempre fuiste vos, Fab, nunca estuvo encendido", se oye que le reconocen al baterista Fabrizio Moretti al final de "Why Are Sundays So Depressing", y hay algo de revalorización puertas adentro y afuera. Casablancas solista fue un fiasco y Albert Hammond Jr. no pasó de simpático. La amalgama de los cinco es lo que funciona. "Not The Same Anymore", es su modo balada pero con un letrista más lúcido y maduro, que canta: "Another door slams shut, the childish prisioner grows up", algo así como "otra puerta se cierra de un portazo, el niño prisionero sigue creciendo". The Strokes para la cuarentena, eso es.

En aquel comienzo de siglo, The Strokes fueron los mejores: unos pendejos atrevidos de colegio privado y familias del arte, pero con mucha noche, que cambiaron el sonido del mainstream, le dieron cabida a varias camadas de bandas de interés e inspiraron mil grupos nuevos. La diferencia en todo esto es que hoy, alrededor de los 40 y siendo que llevan 15 años sacando discos menores juntos o en solitario, ya nadie espera que sean los mejores. Bastaba con que hicieran recordar qué tan buenos podían ser.