La cuarentena causó un exilio del arte hacia la virtualidad. Los titiriteros Manuel Mansilla y Julia Sigliano protagonizan una curiosa excepción: ofrecen funciones todas las tardes para sus vecinos, que las disfrutan desde los patios. "Teatro del Tapial " es como decidieron bautizar al experimento, ya que sus criaturas cobran vida por sobre la pared que divide las propiedades.

En diálogo con Página/12, los artistas cuentan que Los Aromos (Lincoln) es un barrio de pocos edificios, con casas de grandes fondos a través de los cuales los vecinos usualmente se comunican. "Había una necesidad de compartir algo. Nunca habíamos hecho algo así, es nuevo para todos", expresan. Teatro del Tapial surgió a pedido del papá de dos nenas que al tercer día de cuarentena "no sabía qué más hacer para que el día no fuera tan largo". El hombre es fotógrafo y filma cada función con muy buena calidad. Luego, familias de tres casas linderas se sumaron al ritual. El público se compone de diez personas, más las que se suman desde las terrazas al menos para escuchar.

"Descubrimos que podía llegar a haber una poética, estética, dramaturgia, un ritmo, una forma de contar", dicen Mansilla y Sigliano, que a la experiencia trasladan todo el profesionalismo adquirido en años de espectáculos, festivales y giras. Las funciones son  a las 18.30, con micrófono y música, llenas de humor, color e improvisación. Emplean títeres de guante, boca y varilla. Entre los personajes están el mago Romualdo, "héroe máximo del teatro", de estruendosa voz; una princesa que "no responde en nada al estereotipo"; iguanas que hacen hip hop y un títere bigotudo que representa a Alberto Fernández y da mensajes como "quédense en sus casas, lávense las manos". "No hablamos del coronavirus porque nos tiene repodridos, pero jugamos con algunas cosas que los niños están obligados a hacer y tienen que entender. Hay dos títeres que son manos y no se lavan, son como el terror", detalla Sigliano.

La propuesta se acerca al "teatro comunitario": son los mismos chicos y chicas los que escriben las historias que son llevadas a escena. Les llegan a los artistas por Whats App. Ellos también son retribuidos con manjares para la merienda. "Nuestro objetivo principal es encontrarnos con nuestros vecinos y vecinas y compartir un ratito de este camino tan difícil que nos está tocando. No sólo ofrecemos, también recibimos", concluyen.