Seguramente no es casualidad que los argentinos sean conocidos como los italianos de Sudamérica y los italianos como los argentinos de Europa.

Además de compartir estilos culturales, formas de ser, tonos de voz y hasta un particular sentido del humor, en estos tiempos, los que pasarán a la historia como “los días del Coronavirus”, también se ven envueltos en la misma inútil discusión: ¿La salud o la economía?

Curiosamente también se repiten los protagonistas --poder político y poder económico-- y hasta algunos nombres propios, Techint o “La saga de los Rocca” , un buen título para una serie de Netflix, otra marca de estos tiempos.

Igual que en el caso de la Pandemia, Italia marcha adelante. Y así como el gobierno argentino sacó útiles enseñanzas de la fallida estrategia azurra para enfrentarse al virus, podría aprovechar las que ahora salen a la superficie llegado el momento de decidir cómo y cuándo salir de la cuarentena.

La venganza de Maradona

En la mañana de este viernes, Vincenzo De Luca, presidente de la región de Campania, difundió un video donde amenaza con “cerrar las fronteras” si Lombardía decide por su cuenta flexibilizar las medidas de aislamiento, a pesar de que en ella se concentran más de la mitad de los muertos con solo el 17% de la población del país.

La principal ciudad de Campania es nada menos que Nápoles. La principal ciudad de Lombardía es la orgullosa Milán. Las mismas que idolatraron o silbaron, respectivamente, a Diego Armando Maradona, el argentino que mejor simbolizó la división entre el norte y el sur italiano, ahora al borde de la “secesión”.

La reacción de De Luca surgió a partir de la amenaza de Attilio Fontana, presidente de la región de Lombardía y miembro de la ultraderechista Liga Norte, de implementar su propio plan de salida de la cuarentena a partir del 4 de mayo, al que llamó “el camino lombardo a la libertad”.

Por primera vez después de los scudettos ganados por el equipo de Maradona, el atrasado Sur puede mostrar superioridad frente al industrializado Norte. Campania tiene solo el 2,9% de los infectados y su estructura hospitalaria, preponderantemente estatal, respondió mejor que la más moderna, pero también más ajustada y privatizada estructura sanitaria del norte. Y, con razón, tiene miedo de que una “apertura irresponsable” de los lombardos arrase con el precario equilibrio que hasta ahora consiguió mantener.

Los apuntadores empresarios

Los argumentos de Fontana son aportados por la poderosa confederación de empresarios de su región que, lógicamente, ya que concentran el grueso del PBI y las exportaciones de todo el país, están a la cabeza de la Confindustria, la UIA italiana.

Desde que aparecieron los primeros casos de coronavirus en Bérgamo, centro de la zona industrial, los empresarios presionaron, con éxito, para que no se cierren las fábricas . El 28 de febrero, cuando ya había 110 contagiados en la región, la Confindustria lanzó su campaña “Italia no se detiene” que internacionalmente se conoció como YesWeWork. Cinco días más tarde estalló el brote que desplazó a China como el centro de la pandemia mundial.

La fundamentación era sencilla y curiosamente parecida a las que se utilizan en Argentina. “Estaremos muertos antes (por el coronavirus) o estaremos muertos después (por la economía)”, sintetizó entonces y repite ahora Marco Bonometti, presidente de Confindustria lombarda.

No todos piensan igual. El prestigioso Walter Ricciardi, ex presidente del Instituto Italiano Superior de Salud y actual miembro del consejo ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, explica que "es muy importante no acelerar la reapertura: de lo contrario, corremos el riesgo de que la segunda ola de la epidemia, en lugar de tenerla más suave y más adelante, la suframos antes del verano", o sea en menos de dos meses.

El efecto Techint

Uno de los principales integrantes de la Confindustria lombarda es Tenaris, la subsidiaria italiana del Grupo Techint. Al frente está Gianfelice Rocca que, como sus parientes argentinos, es uno de los hombres más ricos de su país. Después de resistir todo lo posible el cierre, al costo de miles de contagiados y muertos, la empresa cambió su estrategia e inició una campaña de publicidad basada en que seguían abiertos solo para fabricar tubos de oxígeno, un insumo para los desabastecidos hospitales.

La misma estrategia que utilizó el Grupo Techint en Argentina. Primero presionó de todas las formas posibles, incluido el despido de 1450 trabajadores , para que no se mantuviera la cuarentena. Y frente a la dura reacción oficial pasó a la etapa de la publicidad humanitaria con la carta de Paolo Rocca a las intendencias donde están sus principales plantas, ofreciendo ayuda para los hospitales locales.

Un detalle simpático, Gianfelice Rocca es también dueño de una de las principales clínicas privadas de la zona de Bérgamo, donde colapsó la estructura sanitaria.

El balance patronal

Más de 11.000 muertos después, Bonometti accedió a conversar sobre lo ocurrido con el diario digital TPI.

Cuando le preguntaron cómo se explicaba semejante cantidad de muertos, que se multiplicaron por 10 o por 20 en comparación con otros lugares con cuarentena, respondió que no había que responsabilizar a las empresas abiertas sino, “a razones diversas, en primer lugar, en esta zona hay muchas granjas y por lo tanto muchos animales, así que los masivos movimientos de animales pueden haber favorecido el contagio”.

--Disculpe, ¿de qué manera? Los animales no se consideran un vehículo de contagio de este virus.

--Entonces no le encuentro explicación. Otra podría ser que como son áreas densamente pobladas, quizás hayan favorecido el contagio los movimientos de bienes y personas. Pero no dentro de las fábricas. Nosotros consideramos a las fábricas como los lugares más seguros.

Al promediar su insólito descargo, Bonometti encontró un lugar para ubicar la correspondiente inserción pagada. “Si hoy Dálmine (la empresa de Techint) no funcionara, y yo insistí en que lo haga –aseguró--. ahora no habría tubos de oxígeno y la gente moriría. Afortunadamente, ciertas actividades permanecieron abiertas.”

Paolo Rocca no lo hubiera dicho mejor.