Cuando comenzaron a circular los trascendidos acerca de la posible "flexibilización" del aislamiento social obligatorio decidido por el Gobierno a raíz de la pandemia de la covid-19, algunas voces de la Iglesia Católica se apresuraron a plantear la demanda de la apertura de los templos para las celebraciones litúrgicas. Los hubo quienes lo reclamaron de manera airada con un "devuélvannos la misa" hasta otros que, con un tono más recatado y reflexivo pero no con menos firmeza, señalaron que siendo buenas las celebraciones virtuales que se vienen realizando "a los fieles no les da lo mismo" y que por lo tanto "no podemos esperar sencillamente que pase por completo la pandemia".

Presionada por estos comentarios, incluida una carta de un importante e influyente arzobispo dirigida a la autoridades de la Conferencia Episcopal, la Comisión Ejecutiva del episcopado católico le presentó la semana pasada una nota al Gobierno a través del Secretario de Culto, Guillermo Oliveri, solicitando que, bajo ciertas condiciones, se permita la "apertura gradual" de los templos y se autoricen las celebraciones religiosas.

Con el mismo propósito los obispos Oscar Ojea, Presidente de la Conferencia Episcopal, y Carlos Malfa, Secretario General, le plantearon a Oliveri el pedido de retomar las celebraciones eucarísticas "con los debidos recaudos sanitarios dispuestos" por el Poder Ejecutivo.

La respuesta oficial fue tan elegante como terminante. Así lo consignó la propia Conferencia Episcopal en un comunicado en el que señaló que "las autoridades nacionales continuarán evaluando la consulta, pero por ahora es necesario mantener las actuales medidas de prevención y aislamiento que afectan a las celebraciones religiosas". En buen criollo: sigan participando.

El debate dentro de la Iglesia Católica por las misas

Según la "Segunda encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas en la Argentina", conocida en noviembre del año anterior, el 62,9% de los argentinos y las argentinas se autoperciben católicos, pero de este total solo el 17,4% participa regularmente del culto.

A pesar de ello, el tema de la imposibilidad de asistir a misa durante la cuarentena alimentó el debate dentro de la Iglesia y también entre los obispos. "Me hizo ruido, mucho ruido que en estos días circulara un video dirigido a nosotros, los obispos, con la frase 'devuélvannos la Misa'", afirmó Eduardo García, obispo de San Justo refiriéndose al tema. Y sin pelos en la lengua agregó que "de muy poco servirá la reapertura gradual de los templos si no hay una reapertura radical de la Iglesia de cara a la realidad, sin ombliguismos seudo religiosos de autocomplacencia". Según el obispo de San Justo, "si viviéramos realmente como pueblo deberíamos escuchar también 'devuélvannos la educación, devuélvannos Cáritas, devuélvannos el trabajo, devuélvannos la salud', devuélvannos tantas cosas que resignamos en esta cuarentena atendiendo al bien mayor que es la salud de toda la población".

García fue colaborador cercano de Jorge Bergoglio como obispo auxiliar de Buenos Aires cuando el hoy Papa era cardenal de la arquidiócesis porteña. Y luego, ya en Roma, fue Francisco quien lo designó para hacerse cargo de la diócesis de San Justo, en el conurbano bonaerense. El obispo ha reivindicado la doctrina peronista reconociendo su raíz de base cristiana y estuvo presente en la asunción de Fernando Espinoza como intendente de La Matanza, oportunidad en la que le pidió que haga un "gobierno pobre, para los pobres" y que "se haga cargo de los más humildes y necesitados".

Otro obispo a quien también se considera cercano al Papa, Víctor Manuel Fernández, había propuesto en cambio "que se celebre la Misa con un número limitado de personas y cuidando las necesarias distancias", reduciendo "al mínimo los riesgos" entendiendo que puede haber una modalidad que incluso la vuelva "menos peligrosa que las colas que vemos en los bancos y en otros lugares". El arzobispo platense se animó a sugerir un "protocolo" para la celebración de las misas respetando una distancia de dos metros entre personas "tanto hacia los costados como hacia atrás y hacia delante", que no haya más de dos personas por banco, "que no haya cola para comulgar" y que "cada ministro que acerque la comunión se lave las manos previa y posteriormente con jabón y se coloque alcohol en gel".

Para el obispo García, en cambio, "es bueno recordar algunos aspectos esenciales de la fe", porque "adorar el cuerpo de Cristo y no comprometerse eficazmente con la vida del hermano no es cristiano". Por eso, dice, "quizás antes de asegurar los barbijos y el alcohol en gel para nuestras celebraciones en templos abiertos, ¿no tendríamos que asegurarlos para los comedores, las colas de los jubilados, los chicos o abuelos en situación de calle, el personal de salud y luego hacer nuestra acción de gracias?"

El sacerdote Eduardo de la Serna, biblista reconocido e integrante de los Curas en la Opción por los Pobres, reflexionando sobre el mismo tema se atrevió a pedirle a los obispos que "nos devuelvan la misa" considerando que la no celebración con motivo de la pandemia sirve para pensar y tomar en cuenta "cuántas cosas no son necesarias, y por momentos ni siquiera propias, de la misa y allí están". Y en ese sentir de la Serna pide, entre otras cosas, "devuélvannos la misa mesa de un pueblo, despojada de boato y ornamentaciones que la distorsionan o deforman; devuélvannos la fracción del pan, comida de los pobres (...) para que los pobres se sientan en su mesa y su casa". Y agrega: "Devuélvannos la sencillez del encuentro y no gigantescas basílicas con lugares especiales para los importantes 'señores y señoras'".

Según el obispo de San Justo "pasada la pandemia los templos volverán a abrirse, la eucaristía volverá a ser celebrada, pero de la indignidad, de la falta de futuro, de las secuelas de un virus muchas veces no se vuelve; y de la cerrazón de corazón, menos".

Por ahora, a pesar de los reclamos de algunos grupos religiosos, los templos seguirán cerrados en el marco de las medidas de aislamiento social. Y es probable que, dejando de lado las presiones, no estén tampoco en la lista de las actividades "esenciales" ni de aquellas que se consideren habilitar a corto plazo como resultado del "aislamiento administrado".

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