El 30 de abril de 1975 se puso fin a la intervención de Estados Unidos en Indochina luego de tres décadas de guerra. Estados Unidos sufrió la derrota militar más humillante de su historia.

Fue una guerra no convencional, sin líneas de frente, con combates que se dieron fuera de las zonas delimitadas, sobre población civil, aldeas y en los nudos selváticos. Triunfó la estrategia del Vietminh y del Frente Nacional de Liberación de someter a Estados Unidos a una operación de desgate, muy costosa, que despertó la crítica internacional y de una parte importante de la sociedad norteamericana.

El desmembramiento político y militar de Vietnam del Sur fue inevitable desde el mismo momento en que se firmó el alto al fuego en París y Estados Unidos comenzó a retirar sus tropas. Dos instantáneas resumieron todo el conflicto: la imagen humillante del helicóptero Chinook sobre el techo de la embajada norteamericana en Saigón en medio de una evacuación frenética, y la otra imagen triunfal del tanque vietnamita destrozando las vallas del Palacio de la Independencia, abriéndose paso para el izamiento de la bandera del Frente Nacional de Liberación a las 12:15 de ese 30 de abril.

La derrota en Vietnam demostró el fracaso de Estados Unidos en su política anticomunista en el Sudeste Asiático. La incursión de la máxima potencia militar en un territorio remoto dejó un saldo enorme: más de 58 mil estadounidenses muertos, 250.000 survietnamitas y cerca de un millón de soldados de Vietnam del Norte, entre el Vietminh y el Frente Nacional de Liberación. A eso hay que sumarle cerca de 2 millones de víctimas civiles.

La caída de Saigón supuso el inicio de un período de transición para Vietnam que estableció un Gobierno Provisional Revolucionario y se lanzó a la tarea de unificar el país. Debió reconstruirse desde las ruinas. Solo Vietnam del Norte sufrió la destrucción del 70 por ciento de su infraestructura; quedaron reducidas a escombros escuelas, viviendas, universidades, fábricas, hospitales. En Vietnam del Sur las consecuencias recayeron sobre el suelo, donde los norteamericanos experimentaron una guerra no convencional impulsada por el uso de agentes químicos. Usaron, de manera combinada, defoliantes y herbicidas, obligando a la población rural a desplazarse del Delta del Mekong hacia las ciudades.

El fin del conflicto armado también sirvió para que se conociera el rostro más brutal de la guerra, con soldados que habían sido obligados a disparar contra sus propios hermanos por combatir en las filas contrarias; o en los testimonios de aquellos que fueron detenidos y torturados en las prisiones de Vietnam del Sur. En las miles de postales que mostraban a un Vietnam despedazado, con sus rutas y calles inundadas de cascos, botas, armas, municiones y uniformes de combate. La guerra había gestado un escenario apocalíptico que se extendía por cientos de kilómetros. Sin embargo, debajo de esos mismos escombros, había un pueblo que no perdió tiempo en la tarea de hacerse visible y abandonar para siempre la oscuridad de los túneles y de la selva.

Tres acontecimientos representan la columna vertebral constitutiva del Vietnam actual: La Revolución de Agosto de 1945 sobre Francia y el nacimiento de la República Democrática de Vietnam; la liberación de Saigón y la reunificación nacional, en 1975; y el VI Congreso Nacional del Partido Comunista, en 1986, cuando se decidió implementar una serie de medidas económicas de carácter reformistas conocidas como Doi Moi (Renovación). Esta última decisión, puesta en práctica a partir de 1989, transformó la estructura socio-económica de Vietnam, combinando la liberalización de algunos sectores con control del Estado. El objetivo principal fue vincularse al mundo, y de algún modo romper el cerco que Estados Unidos promovía contra el país indochino.

Los datos actuales de la República Socialista de Vietnam demuestran que las políticas tomadas en el marco del Doi Moi fueron acertadas. Con una población de 95.550.000 habitantes, logró tener, en los últimos 30 años, un crecimiento promedio de su PBI de 6,5%, mientras que en 2019 llegó a 7,02 %. La pobreza pasó del 75% en 1989 a algo más del 9% en 2019, y el desempleo no supera el 4 %.

Vietnam reconoce que habita un escenario en el que las relaciones comerciales imponen una dosis alta de espontaneidad a los procesos socioeconómicos. Esto representa, para su doctrina, un desafío importante de inestabilidad pero sin duda se trata de una contienda menor si se analizan los hechos desde la perspectiva de aquel heroico 30 de abril de hace 45 años cuando un derrotado Estados Unidos abandonaba Saigón dejando a sus espaldas un país al que buscó por todos los medios convertir en algo inhabitable. El presente de Vietnam demuestra lo lejos que estuvo de lograr ese objetivo.

El artículo es un extracto del libro “Vietnam, de la resistencia a la prosperidad”, que se publicará en septiembre próximo.