El dúo RodríguezGalati tiene casi un millón de seguidores en Instagram, más de 500 mil en Facebook y cerca de 400 mil en YouTube, aunque Rober Galati tomó noción de la popularidad que estaban alcanzando no a través de un celu o una compu sino en una oficina de la AFIP. “Un día fui a hacer un trámite y el flaco que atendía me llama primero, porque resulta que era fanático nuestro y quería sacarse una foto. Me vino bárbaro, ya que no entendía nada y me solucionó todo, jajaja… pero recién después caí. ‘Bueno, acá está pasando algo muy groso’, me dije.”

Personajes originales, estereotipaciones precisas, lenguaje ATP (con la puteada no como regla sino como recurso) y un ritmo intenso pero oxigenado: en ese entramado anida la clave del éxito de los RodriguezGalati, quienes fueron adonde van todos (las redes sociales) para colocar en una vidriera masiva su propia identidad con un humor atrevido pero blanco, lleno de picaresca pero sin golpes bajos.

“Nos conocimos en un taller de standup en 2010 y empezamos a hacer cosas juntos, aunque recién en 2016 saltamos a las redes porque nos dimos cuenta de que ahí estaba el boom. Somos humoristas de teatro que hacen videos hace años”, autodefine Luquitas Rodríguez. Y la apuesta no estuvo errada: apenas un año después del salto digital llegó el primer gran hit, Kiosquero violento, que acumula 8 millones de visualizaciones en redes y además circula como archivo de video por WhatsApp.

 

Comedia = 2 boludos + 1 conflicto

“Todas las ideas las desarrollamos con libertad: uno propone y el otro acompaña, nunca decimos ‘no’”, explica Lucas Rodríguez. “En mi caso, agarro algo que me parece que está mal o no me cierra, y lo exagero para generar humor. Los personajes que hago no tienen que ver conmigo sino con personas o estereotipos que me caen mal o me parecen idiotas. El fin no es reírse con ellos, sino de ellos.” ¿Un ejemplo? El sketch de los dos vecinos puteándose de balcón a balcón que filmaron un día antes de la cuarentena y terminó siento profético: “El que sale a tocar la flauta es un boludo, pero también lo es el que se enoja y se asoma. De esa situación, en la que hay dos boludos y un conflicto, se genera la comedia”.

Rodríguez tiene 27 años y reconoce entre sus influencias a humoristas argentos de la vieja escuela, como Pepe Biondi o Tangalanga (a quien a veces el dúo el dúo emula con llamadas del estilo); y también a Woody Allen, cuyo rostro lleva tatuado en un antebrazo y marca el fanatismo por el cine que también despliega en el podcast Krakozhia . Roberto Galati, de 36, se inclina en cambio por colegas actuales como Nachito Saralegui (invitado en varios videos del dúo), Migue Granados, Marito Baracus, Martín Garabal  y Martín Pugliese (“Uno de los pioneros del standup en Argentina”, según resalta).

 

Pero en el equipo hay otro miembro, una tercera pierna: Manuel Burak, quien filma, dirige y edita. Es, en definitiva, quien logra que todo se luzca más: los chistes, los planos, el ritmo y, claro, personajes como el panchero mala onda, Droguita Ferreira, Pajín, Marcelito el fanático de los cómics o los conductores del programa ficticio Llamá y cortá. La casa de Manu en Almagro sirve también como escenografía de muchos videos, como punto de encuentro del dúo (Rodríguez vive en Belgrano, Galati en Lanús) y también como punto de partida para ir a filmar a locaciones claves como Parque Centenario.

A ambos lados de la pantalla

Además de los videos, los tres venían produciendo hasta antes de la cuarentena la Misa Cochina, el espectáculo que saca a los RodriguezGalati de la virtualidad y los lleva al teatro. En definitiva, la versión que más les gusta. “Ése es nuestro verdadero hábitat, ahí tenemos más tiempo para laburar y somos más nosotros. Aparte a mí me cuesta mucho cuando hay una cámara, me pongo nervioso”, sorprende Rober. “Los videos son los que sostienen el teatro, tanto económica como emocionalmente. Los grabamos justamente para después poder hacer nuestras funciones. Tenemos la suerte de poder trabajar, vivir de esto y estar contentos haciendo lo que hacemos. Aunque ahora, con la cuarentena, se complica todo”, agrega Lucas.

“Todo lo que tiene que ver con plataformas online y el momento actual de gente siguiendo cuentas… es efímero”, amaina Luquitas Rodríguez, frenando la bocha ante otra pandemia peligrosa muy de esta época: la de la desesperación por sumar followers a como dé lugar, y sentir que tan solo eso te convierte en un productor cultural digno de respeto. “No creo que un video de internet llegue a ser un arte, porque es un contenido absolutamente descartable: lo que subimos hoy será tapado por lo de mañana. Todo es pura inmediatez; en cambio el arte, como premisa, apunta exactamente a lo contrario. No creo que seamos grandes artistas ni mucho menos. Simplemente somos humoristas, personas de oficio que hacen reír… o eso intentan.”

#QuedateEnCasa como hace el humorista Lucas Rodríguez (27 años) en Belgrano. Fotos: Cecilia Salas
O como su compañero, el comediante Roberto Galati (36 años) en Lanús. Como sea, #QuedateEnCasa