En Estados Unidos se está librando una batalla campal entre los gobernadores de muchos de los estados más afectados por el coronavirus y la administración de Donald Trump. En una nota en estas páginas la semana pasada, me referí a que existían dos bloques, uno en la costa este y otro en el oeste, que representaban a diez estados y 111 millones de habitantes. En el ínterin se formó otro bloque, que representa a cuatro estados del Oeste medio más otro del oeste. Ahora hay tres bloques, con quince estados y más de 150 millones de habitantes --casi la mitad de la población total del país-- que viven en estados que desafían las acciones --o inacciones-- del gobierno federal. ¿Cómo es la rebelión? Aquí hay algunos ejemplos:

*Esta semana Gretchen Whitmer, la gobernadora demócrata del estado de Michigan, propuso una ley que extendiera la cuarentena y el lockdown en su estado por 28 días más. Michigan ya tiene casi cuatro mil muertos, es el cuarto estado con más fallecidos. El día de la votación, un grupito de docenas de personas descendieron en la capital, Lansing, y entraron a la legislatura, algunas armadas con AR-15 automáticas, insultando a los legisladores y a la gobernadora, mostrando cuerdas con lazos de horca como amenaza. Algunos legisladores demócratas ni asistieron a la sesión, otros sí, pero con chalecos anti-bala. La ley no se aprobó. Trump, quien llama a la gobernadora “retardada” (“half-Whitmer” porque en inglés “half-wit” significa retardada), apoyó a esta pandilla de locos diciendo que son “muy buena gente”.

*Larry Hogan, gobernador republicano de Maryland, se encargó con su esposa de origen coreano, de armar un acuerdo con una empresa surcoreana para comprar millones de test kits para su estado. Cuando llegó el envío de los asiáticos al aeropuerto Baltimore-Washington (que está en Maryland pero cerca de la capital, Washington DC), Hogan mandó una división de la guardia especial de su estado para asegurarse que el gobierno federal no le “robe” los test kits para sus propios galpones.

*Un asesor de un gobernador de la costa oeste dio un testimonio parecido al de Hogan, revelando que cuando compró materiales de protección para sus sanitaristas tuvo que mandar una división especial de la policía estatal al aeropuerto para asegurarse que, lo que él llamó “los piratas del gobierno federal”, no se quedaran con el botín.

*Illinois es el cuarto estado con mas casos de la covid-19 en Estados Unidos, con su mayor ciudad, Chicago, como uno de los epicentros del virus. Su gobernador demócrata, J. B. Pritzker, no pudo conseguir los barbijos especiales N95 que precisa el personal médico. Finalmente, a través de un intermediario de una empresa china, arregló la compra de millones de estos barbijos. A último momento, el intermediario lo llamó para decirle que había otros estados (y países) pidiendo los N95, y que para vendérselos a ellos, era necesario que hiciera un depósito en mano y en pocas horas, o se caía el acuerdo. La auditora general del estado, Ellen Andres, se vio forzada a viajar horas en su auto llevando un cheque de 3,5 millones de dólares, para encontrarse con el intermediario en el estacionamiento de un McDonalds al lado de una carretera interestatal. Cuando  le dio el cheque, recibió su palabra de que el envío sería realizado. Una escena que parece salida de Breaking Bad.

*El estado de Nueva York, epicentro mundial del coronavirus, en su desesperación compró ventiladores por 69 millones de dólares a un individuo sin experiencia en provisiones médicas, pero que había sido recomendado por Trump y su White House Task Force. Los ventiladores nunca llegaron y el estado está tratando de recuperar su plata.