¿Puede la recuperación de unos pocos huesos abrir una herida que todavía --casi 40 años después-- sangra, y alimentar la esperanza de ese adiós tan postergado como infinito? A Marta Dillon, la noticia de que habían sido identificado los restos de su madre Marta Taboada le llegó cuando estaba de viaje en el País Vasco, en un festival de cine. "¿La encontraron? ¿Qué habían encontrado de ella? ¿Para qué quería yo sus huesos? Porque yo los quería. Quería su cuerpo. De huesos empecé a hablar más tarde, frente a la evidencia de unos cuantos palos secos y amarillos iguales a los de cualquiera", dice Aparecida, un texto de alto vuelo poético y reflexión política que no es una novela, ni un ensayo, ni un libro de no ficción. Y a la vez, es todo eso.

Marta Dillon le dio politicidad a la vida íntima mirando de reojo las consignas para alojar nuevos sentidos, para dejar que exploten en palabras nuevas las huellas de los afectos, los legados, el amor y el odio. Es una tarea de antropóloga también, remontar esa vida amada, arrancada por el terrorismo de estado, y hacerlo desde los cuerpos. 

Con las recientes condenas de la causa Feced III y IV, este libro imperdible vuelve a resonar. Ilumina sobre una época, sobre el devenir de la memoria que, mientras transcurren los juicios por delitos de lesa humanidad, al tiempo que se hacen las identificaciones de los restos de decenas de personas desaparecidas, habilita un duelo en su dimensión colectiva, y también en lo personal. 

Es un libro que cicatriza las heridas con palabras, con imágenes, con todo aquello que a los seres humanos nos permite simbolizar las pérdidas. Y quedarnos con algo de lo perdido.

Si algo dejaron en Marta esos pocos años –diez- compartidos con su mamá fue la certeza de que el compromiso político no tenía por qué excluir la diversión, el sexo, el deseo, la coquetería, la posibilidad de jugarse el pellejo no sólo por la revolución, también por el deseo de su hija de ponerse polleras para cantar en el coro de la escuela. Y como dice la autora, “la maternidad es una demencia si una no conserva algo de egoísmo”, también ahí ilumina a Marta Taboada, que se jugó por su propio deseo, el de construir una vida que mereciera ser vivida.

Aparecida, de Marta Dillon. Editorial Sudamericana, 2015.