Desde Londres

La rebelión contra el relajamiento de la cuarentena dispuesta por Boris Johnson hace ocho días se extendió al norte de Inglaterra. Manchester, Newcastle, Hartlepool y Liverpool se sumaron a la decisión de Escocia, Gales e Irlanda del Norte de mantener una cuarentena dura. “Nadie nos consultó sobre un relajamiento que va a llenar de vehículos las calles y de pasajeros el transporte público. Más que un plan lo que se anunció parece una versión de la teoría del caos. Y este no es el único problema. En el sudeste de Inglaterra está bajando el número de casos. No es lo que pasa en el norte”, explicó en el The Observer Andy Burnham, alcalde de Manchester.

El Reino Unido es hoy una historia de dos países. Mientras en el sur y particularmente en Londres, el transporte público sufría este lunes el mayor apiñamiento desde el inicio del relajamiento, el resto del reino está embarcado en la estrategia opuesta. Tan desunido está el Reino que los líderes de Escocia y Gales lanzaron fuertes advertencias a cualquier inglés que fuera de paseo a sus tierras aprovechando los pronósticos de sol de esta semana. “Si vienen a Escocia por razones que no son esenciales, estarán violando la ley”, dijo Nicola Sturgeon, primer ministro escocesa. Más amenazante y específico fue el líder del Partido Independentista de Gales, Adam Price, en su mensaje a posibles turistas de lugares populares en el país como Snowdonia. “Si alguien de Inglaterra entra en Gales sin una excusa legítima será arrestado”, alertó.

La rebelión termina con la relativa unidad política que hubo al comenzar la cuarentena el 23 de marzo y revela fuertes diferencias regionales, ignoradas por el anuncio de Johnson. “Fue más fácil entrar en la cuarentena que salir. Entramos con una sensación de unidad nacional. Ahora las diferencias políticas se están haciendo más evidentes que nunca”, explicó en el The Observer el profesor Robert Ford de la Universidad de Manchester.

El relajamiento anunciado por Johnson el domingo 10 tiene tres fases: la primera inmediata, las otras dos condicionales. En la primera fase el primer ministro instó a que los sectores que no puedan trabajar desde casa como el manufacturero o la construcción, vayan a su lugar de trabajo “en lo posible sin usar el transporte público”, una virtual utopía en la capital, Londres. La segunda fase, comenzaría el 1 de junio, con la apertura de las escuelas primarias y el gradual relajamiento de las restricciones sobre negocios. La tercera sería entre julio y septiembre y apuntaría a una normalización de toda la economía bajo las nuevas reglas de interacción social de la pandemia.

La rebelión no se limita a esta primera fase. El Sindicato Nacional de la Educación condenó el “insensato” relajamiento propuesto para la segunda etapa en dos semanas con la apertura de las escuelas primarias. En algunos municipios ya han anticipado que no piensan aplicar esta medida considerada fundamental por el gobierno para la reapertura de la economía. “Dado que los casos locales de coronavirus continúan aumentando, el municipio de Hartlepool ha acordado con las escuelas que estas no se abrirán el lunes 1 de junio”, señalaron las autoridades en un comunicado.

Las diferencias regionales en el factor R, que mide la intensidad de contagio, son clave y han puesto otra vez sobre el mapa político el abismo que hay entre el sureste más próspero y el resto del país. En una de las zonas rebeldes, Gateshead, municipio en el condado norteño de Tyne y Wear, la tasa de contagio R es 1,1, nivel de contagio exponencial. “Estamos en una zona con muchos bolsones de pobreza y una expectativa de vida dos años más baja que el promedio del país. Este relajamiento es prematuro y va a llevar a un rebrote. Toda la estrategia es desastrosa. Empezamos tarde la cuarentena y la estamos terminando de forma prematura”, señaló el intendente del municipio Martin Gannon.

Las encuestas apuntan a un descontento nacional. Mientras al lanzar la cuarentena Johnson consiguió altos niveles de aprobación a pesar de una cadena previa de errores garrafales, un nuevo sondeo este fin de semana mostró que ahora no lo salva ni la tradicional unidad en torno al líder en momentos de emergencia. El índice neto de aprobación (diferencia entre los que están a favor y en contra) del primer ministro pasó de 42 a fines de marzo a menos tres.

Otro sondeo deja en claro que este fin de luna de miel empieza a reflejarse en la escena política. Según la encuesta, el nuevo líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, es hoy más popular que Boris Johnson. La ventaja es escueta, de un punto, pero es la primera en años de un laborista sobre un conservador. La nota central del conservador dominical Sunday Times describió a un gobierno dividido, desorientado y "luchando por ponerse al frente de la crisis y no ser víctima de los eventos políticos de cada semana"