El tema de la pareja fue, es y será EL TEMA de la vida. Qué digo, del mundo y del Universo entero. Ya desde los tiempos bíblicos Noé se preocupó en convocar a los animales en pareja para que no hubiera bolonqui y lo bien que hizo, porque un arca llena de solteros se hubiera ido a pique el primer fin de semana.

Pase lo que pase, hablemos de lo que hablemos, trabajemos de lo que trabajemos, filósofos o canillitas, el tema que siempre nos preocupa es LA PAREJA. Acá no se trata de “ser o no ser”, la cosa es “tener o no tener”. A ver, la gente enamorada y feliz no genera conflictos, simple como la tabla del uno. Andan por la vida de la manito haciendo proyectos, mirando series enredados en un sillón y armando planes para el finde.

Por eso, mis queridxs lectores, es bueno que asuman que en tiempo de crisis la condición de estar en pareja, ¡cotiza en bolsa! Preguntale a Jimena Baron si no, que anda por todas las redes pidiendo a gritos una alegría. (Y no es la única).

Me pasaba algo A.P (antes de la pandemia) que me provocaba un sentimiento contradictorio: el club de las amigas recién separadas. Una plaga que se propagaba más rápido que el Covid 19. Llegué a odiarlas, ¡se apoderaban de todo! Los chats de Whatsapp ardían con historias increíbles. Me sentía una desgraciada a la que se le estaba yendo la vida en lavar los platos y ver novelas turcas, mientras ellxs se divertían como locxs. Me daba un poquito de celos el relato de esas noches endemoniadas repletas de chongos nuevos, seducción al máximo, adrenalina para hacer dulce. Se me hacía cuesta arriba, lo confieso, la catarata de audios y llamadas al grito de… ¡no sabés lo que fue anoche! ¡Es un bombón! ¡Me dejó hablando en japonés! Cenas, boliches, luquetes para la ocasión, show de lencería, brillos. “¿Me prestás ese vestidito divino que usaste para la boda de tu prima? Si vos no salís nunca”. Sus Instagram parecían catálogos de la revista Para Ti: camperas de cueros fabulosas, jeans más apretados que traje de torero, minifaldas sacadas del vestidor de Sol Pérez, ¡estiletos de grito! Un mundo de fantasías donde todo parecía perfecto.

Hasta que arrancó el aislamiento social obligatorio. Ejem…

De golpe cambió todo, se dio vuelta la tortilla, chicxs. No es lo mismo estar en cuarentena solos que bien acompañados. O acompañados y punto. Ya lo dijo Linda Peretz: “No Seré Feliz, pero Tengo Marido”.

¿Y? ¡¿Qué pasó?! Hablame del Tinder ahora, mostrame el menú de opciones con esos Adonis embutidos en jeans ajustadísimos y abdominales como tabla de lavar la ropa. No lo digo de mala leche, ojo, va con onda (juasss), pero medio que se les terminó la fiesta. Taza, taza cada cual a su casa. Porque el sexo virtual es para millenials, señora, sin luces a pleno no se puede hacer video llamada, no se entiende nada.

O sea que, a ver, cómo te lo digo, linda: devolveme el vestido y te presto unas joguinetas que capaz ahora te resultan más útiles. A mí me da igual: yo tengo marido. Desde el sexo hasta el asado del domingo, todo resuelto. Y encima cuando me agarra la locura, tengo con quien pelear. No es poca cosa en esta pandemia tener a alguien para pelear. Porque entre la discusión, el no hablarse y la reconciliación se te fue la semana.

Si llueve, cucharita; si hace frío, cucharita, y si hace calor cucharita también.

Lxs loquillxs que explotaban de adrenalina y salían con un chongo cada tres días ahora me llaman para pedirme la receta de mis lentejas o quieren hacer zoom con mis hijxs porque están aburridxs. ¿Qué onda? ¡Antes con suerte te acordabas de cómo se llamaban!

Hablando en serio, más allá del chascarrillo, si hay crisis, nada mejor que estar en pareja. Y andá arreglando tus asuntos para que el próximo fin del mundo no te agarre solapa. Manoteá al “menos peor” y achicá un poco la lista de exigencias… ¡que vos también tenés lo tuyo, mi amor! Agarrate a ese amor fuerte, fuerte de la mano y cuando pase el Arca de Noe tírense de cabeza. Mejor aguantar de a dos hasta que escampe y llegue la paloma con la rama en el pico, yo sé lo que te digo.

Y no desesperes si en esta crisis dormiste, porque habrá otras oportunidades, no lo dudes: oportunidad y crisis viene a ser lo mismo.

Listo. Lxs dejo porque me tengo que ir a cocinarles a los chicxs y a mi marido. Esta noche le toca acostarlos a él, mientras yo me doy un baño de inmersión lleno de espuma.

Y después… ese camisoncito divine que uso para las noches premium.

Buena excusa para recordar por qué sigo felizmente casada.

A pesar de todo.