Desde Caracas

El tercer barco petrolero iraní, el Petunia, ingresó a aguas venezolanas este martes por la tarde escoltado por la Marina Bolivariana. Se sumó así a los dos primeros, el Forest, que fue acompañado a su vez por la Aviación Militar Bolivariana que desplegó dos Sukhoi Su-30MK2 y dos F-16 A/B Block 15, y el Fortune, que ya se encuentra en la refinería El Palito.

Quedan dos barcos por ingresar, todos bajo sanción del Departamento del Tesoro estadounidense. En cada caso está previsto que se repita el despliegue de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que en el caso del Fortune y el Petunia ingresó hasta aguas internacionales para recibirlos.

El gobierno informó que en los barcos no solamente viene gasolina –estimada en casi 1,5 millones de barriles petroleros- sino también aditivos, repuestos y otros equipamientos para aumentar la capacidad de refinación y producción petrolera.

Tanto la producción como la refinación se encuentran en declive desde los últimos años. Las razones son varias. Por un lado, el bloqueo económico estadounidense centrado sobre PDVSA que, desde el año 2017, hasta la fecha, ha multiplicado las sanciones sobre la industria petrolera.

El objetivo ha sido cortar a PDVSA de financiamiento, cerrarle canales de exportación -con sanciones a buques propios y empresas que comercien petróleo venezolano- y de importación, tanto de insumos para el refinamiento como de gasolina.

Por otro lado, las investigaciones de la Fiscalía que indicaron que desde el 2009 hasta el 2017 los presidentes de PDVSA, así como numerosos gerentes, estuvieron involucrados en corrupción, generando un desfalco. En el 2017 se cruzó el comienzo de las sanciones directas a la empresa y el cambio en su dirección.

La llegada de los buques petroleros permitió romper -de manera gráfica- el bloqueo que conforma un cerco sobre el país. Se espera que con eso se logre enfrentar parte del desabastecimiento de gasolina que golpea el país y ha generado sus consecuentes reventas dolarizadas. La escasez se siente menos por la cuarentena, no solo en las ciudades sino en las carreteras donde circulan muy pocos vehículos.

La alianza con Irán, otra economía bloqueada por Estados Unidos, representa la consolidación de una política internacional del gobierno venezolano que, en los últimos años, estrechó relaciones centralmente con Rusia y China. Estas alianzas permitieron a Nicolás Maduro construir una arquitectura de resistencia ante una escalada ininterrumpida desde Washington.

El envío de buques petroleros profundiza esa geopolítica y expone también las limitaciones actuales de América Latina ante este escenario que es más que un bloqueo económico. La reciente Operación Gedeón, con el envío de mercenarios, dos de los cuales estadounidenses, es una muestra de la naturaleza del conflicto.

Esa Operación forma parte de un continuum de acciones golpistas. Un actor central de esa trama ha sido el partido Voluntad Popular (VP), de donde proviene Juan Guaidó, fundado y liderado por Leopoldo López, quien se encuentra en la embajada de España en Caracas luego del intento fallido de golpe el 30 de abril del año pasado.

El Fiscal General, Tarek William Saab, anunció el lunes que introdujo en el Tribunal Supremo de Justicia un recurso de interpretación de los artículos 31 y 32 de la Ley contra la delincuencia organizada y financiamiento al terrorismo, para determinar si VP es una “organización criminal con fines terroristas”. La efectiva denominación del partido bajo esa denominación implicaría su disolución.

Esa situación tendría un fuerte impacto para el partido ya disminuido. Guaidó, por su parte, había anunciado a principios de enero que se separaba de VP para “enfocarse completamente en la libertad de Venezuela”.

Una parte de la oposición condenó la solicitud de la Fiscalía. La disolución de VP dejaría con menos fuerza al sector golpista de la oposición que ha retrocedido en su fuerza, unidad, y capacidad de interlocución con la sociedad. Esto último se acrecentó con el debate acerca del bloqueo económico, donde una parte mayoritaria de la oposición lo rechaza, mientras que otra, con Guaidó a la cabeza, sostiene que hay que profundizarlo.

La mayoría de la sociedad ve en el bloqueo un agravamiento de las condiciones materiales. El debate en relación a los buques petroleros dejó en evidencia que el consenso era que se permitiera su ingreso para poder acceder a gasolina, en un contexto de dificultades no solo por combustible, sino también por los precios dolarizados y la falta de agua debido a la sequía.