Hablar con Luciana Jury es como oírla cantar: en todo momento se percibe esa concordancia, sin imposturas, entre lo que transmite su voz y lo que dicen sus palabras. Sin embargo, en esta entrevista relata para Soy lo difícil que le fue salir de un armario tan resistido por quienes la rodeaban como por ella misma, cómo para alguien tan visceral fue convivir con el telón de fondo del silencio. Por las vueltas del arte y del corazón esa intensidad encontró su modo de hacerse escuchar durante sus tres primeros discos y en Abrazo, su cuarta apuesta gestada a lo largo de cinco años, se muestra a la vista de todo el mundo, y sobre todo ante sí misma. Para colmo de la liberación es un material gratuito al que se puede acceder a través de todas las plataformas.

¿Estuvo desde el comienzo el nombre Abrazo para este disco?

Yo no tenía una idea previa de cuál iba a ser el nombre, el disco se fue armando con el devenir de los años. A lo largo de un tiempo, cuando yo entiendo que esa cantidad de canciones pueden contar una historia hago un disco. Esto pasó con Abrazo. Prácticamente cuando yo estaba terminando el disco, hablando con mi compañera me dice que sentía que este disco era como un abrazo. Dije: esa es la palabra, es este el gesto, es esta mi intención de abrazar Latinoamerica. En la medida en que los cuatro años anteriores fui sintiendo que se me iba cayendo la ilusión de una Patria grande, me abracé a la idea de la patria grande de la música.

Pero es claro en el disco que el abrazo implica a algo más que a Latinoamérica…

En los últimos años he venido viviendo diferentes situaciones personales, una es la separación de mi anterior pareja y la necesidad de abrazarme a mi propio deseo. Entonces el abrazo es político social pero también es un abrazo de deseos y de caminos. Empecé a decidir andar este, en principio en soledad: empezar a reconocerme, a mirarme y a escucharme. Y por lo tanto abrazarme. La idea de la tapa es una idea mía: parece un abrazo a mí misma, pero lo más precioso de la cosa es que la que la persona que abrazo es mi compañera Laura. Tenemos el mismo pelo, la cara parecida, pero yo le tuve que agregar canas a esa nunca porque la Negra tiene el pelo más oscuro, rulos como yo y pelo corto.

¿Pasás con ella tu cuarentena?

Mi cuarentena comenzó con mi hija y por suerte también estoy con Lau. Nosotras somos pareja desde hace ya casi tres años y nos veíamos un par de días en la semana en lo que era la vida antes del virus. Este tiempo nos encuentra a las tres juntas, experimentando esto nuevo, extraño y muy particular. Por suerte, porque la verdad es que hubiera sido más difícil para mí sostener a mi hija y a mis viejos que viven cerca de acá. Yo salgo a comprarles remedios y comida y Laura se queda. Es todo más sencillo, fácil y hermoso con ella, porque estamos sorprendidas como la venimos llevando, por supuesto con chispazos de neurosis, pero también tenemos una relación muy honesta, sin caretas, entonces es más fácil.

Casi todas las canciones fueron compuestas por autores latinoamericanos. Es como si las hubieras extrapolado del romanticismo heterosexual a esta otra orilla. “Si cruzas por mi camino”, empieza con el canto feminista: somos las hijas de todas las brujas que no pudiste quemar…

Es una canción de Camila Vaccaro. Una piba muy jovencita, chilena, amiga mía. Quería hacer una cueca lesbiana y la hizo. Me la mostró un día junto con otras preciosas creaciones que tiene y dije: bueno, ya es hora, ya es tiempo de poder decir este deseo que puede llegar a sentir una mujer por el cuerpo de otra mujer. Si bien tiene una forma y una estética tradicional, está escrita por una lesbiana. La mayoría de las canciones del disco, menos "La caraqueña" y "Frente al espejo", son canciones de amor a mujeres. "La caraqueña" es una canción emblemática de resistencia contra la dictadura militar boliviana de los 70. Dos meses antes de grabarla cayó el golpe militar nuevamente en Bolivia y me da la impresión de que este disco es como un presagio. Soy una persona sensible y atenta a la historia que venimos viviendo y a veces al estar atenta una termina siendo casi una pitonisa. La otra canción, "Frente al espejo", es una apertura además estética a la nueva canción latinoamericana de los 80, de la mano de Isabel Parra.

¡La hija de Violeta!

Es tiempo también de cantarla como exponente generacional, después de su gran madre. Todas las demás son canciones dedicadas a otra mujer, también porque Latinoamérica tiene forma de mujer. Su historia está atravesada la conexión con la tierra de nuestras ancestras. Además es una mujer prolífera, preñada. Este cuerpo pareciera tener una gran cadera y un gran culo en la parte de la Mesopotamia. Latinoamérica se me representa así, también con canciones muy antiguas y anónimas, como por ejemplo, “Mi Juana”, a la que por supuesto yo no le digo “mi”, digo “La” Juana. Trato de traer del pasado las canciones que me enseñaron mis viejos o que fui conociendo yo investigando para darles una resignificación presente, con mi propio tiempo.

No falta el homenaje a la gran lesbiana mexicana con “Luz de luna”…

A esa canción la conocí en la voz de Chavela Vargas. Siempre la tomaba para hacer los inicios de los shows y después me dije: esta canción habla de un comienzo de una noche negra que va a durar cuatro años, que tiene que ver con el macrismo, y yo le voy a cantar a esa mujer que estuvo en algún tiempo y que me hizo tanto bien y ahora me suelta. Entonces la invoco pidiendo una luz de luna que alumbre y que me mantenga el recuerdo fresco de lo que fue estar con ella. La canción "El gavilán" es un joropo, una canción popular, que no tiene autor propio o propia. Es el gavilán patriarcal capitalista que venimos denunciando y resistiendo. Dice: La mujer venezolana camina de medio lao/ si la viene persiguiendo el gavilán colorao. Esta historia que viene de todos los tiempos, de sentir ese miedo de andar por las calles. En la segunda estrofa, elegí algo más combativo: “entonces yo les propongo que se suban a la barca”, podría ser una barca transfeminista. La última estrofa fue un agregado de mi padre, que gentilmente me la regaló, pero no le puse su nombre porque no tiene ningún sentido: tiene mucho más sentido darle para adelante la dinámica maravillosa y prodigiosa de la música anónima, que es donde yo hago mis búsquedas desde mi primer disco hasta el último.

En "La caraqueña" decís “Nadie pondrá murallas a nuestra verdad”, sentí que hablabas de cómo se vivió en otro momento histórico el amor entre mujeres…

Lo pensé más desde la lucha de los pueblos, pero hay veces que la sonoridad de la voz termina hablando más y abriendo el juego. Siempre confío mucho más en las sonoridades que en la estructura encorsetada de la canción que propone un principio, un nudo y desenlace. En la sonoridad de las voces siempre se esconden verdades que están puestas y que el otro las toma y las entiende desde un lugar sensorial. Hice todo un recorrido a lo largo de toda mi vida, entre comillas “heterosexual”, y en estos últimos cuatro años decido cortar con ese camino impuesto... Imaginate todo lo que anduve en ese camino, a veces por comodidad, otras por miedo, y todos mis intentos por zafar del heteropatriarcado. Y todo lo que anduve por las distintas disciplinas de autoayuda y espacios de reflexión que se resistían también, desde la psicología hasta los consejos de gente amiga, parientes que se suponía que tenían una mirada un poco más libertaria del mundo y finalmente me terminaban aconsejando que volviera al camino de la heterosexualidad. Fue muy difícil encontrar en el mundo cercano afectivo un abrazo para este nuevo camino que yo quería tomar. Me considero una victoriosa por acercarme al lesbianismo.

Parece muy loco que alguien con tu expresividad en la voz no haya podido ser escuchada en un deseo tan visceral…

Soy de una familia que se dedicó mucho a la palabra y a la sonoridad de la palabra, de las inflexiones del decir, del cómo decir. Mi abuela escribió obras de radioteatro, me refiero a la mamá de Leonardo (Favio) y de mi papá (Zuhair Jury). Ella fue el germen de todo digamos, la semilla. Mi padre terminó tomando su mismo oficio. Y mi vieja, por otro lado, fue locutora, también actriz de radioteatro y además canta precioso. Los dos tocan la guitarra. En casa, la música se hacía en vivo. Yo era una niña en la que la percepción del mundo pasaba por lo que escuchaba, aprendí todas las canciones que me enseñaron en las reuniones familiares. Cuando empecé a cantar, mi papá me paraba en el medio y me decía: así no. Bruscamente lo hacía, como un director de cine de su época, que tiene mucho de dictador. Hay una cosa muy fea que nadie debe hacer y es que cuando alguien cante lo corten con una acotación. Pero también, y esto lo digo desde el mejor lugar, fue como un director artístico con quien conviví casi veinticinco años. Y justamente canto como canto porque había cosas en las que no se me estaba escuchando. Yo tampoco me las escuchaba y cuando quise soltar no hubo un abrazo del otro lado. Pienso que todo eso fue gestándose desde niña, yo jugaba con mis amigas experimentado mucho con ellas. Siempre digo que mi etapa sexual más libre y bonita fue la niñez. Después ya no me animé, no pude, no supe seguir jugando por casi 40 años. Así que imagínate lo feliz que estoy en este momento.