Hay una fotografía tomada por Francesca Leonardi en donde Claudia y sus dos hijas bailan en un departamento ocupado en “Parco Saraceno”. Un pueblo abandonado del norte de Nápoles que fue construido en los años 60 para recibir a las familias burguesas italianas. Desde hace varios años, es lo opuesto al lujo: un pueblo de edificios ocupados, la zona más pobre de Italia. El padre de las hijas de Claudia, Leonardo, fue juzgado por el famoso “Plan Casalesi” y estuvo preso diez años por formar parte de la Camorra. Pero antes de conocer a Leonardo, Claudia tuvo una vida difícil: su madre la vendió a su abuela paterna, quien la golpeaba.

Claudia sabe de "bailes": su propia vida y la de su familia está llena de emociones fuertes, donde conviven el amor, el dolor y el maltrato. Claudia y Francesca decidieron mostrarlo en el trabajo de fotografía documental “Tierra de cementerio”, que surge, en principio, porque Francesca quería documentar el barrio donde vive Claudia y en la recopilación de testimonios de sus vecinos la conoce. “Y ahí me paré en ella, en su vida”, dice Francesca.

Francesca se detuvo en los años con su ex pareja Leonardo, en el dinero por la mafia, en ser una madre soltera con sus dos hijas pequeñas, en los despertadores al amanecer para concurrir a las visitas de la cárcel, con sus dos hijas. En cómo generaba dinero sin tocar lo que había quedado por la mafia, para no caer en los crímenes consiguió trabajos muy humildes para llegar a fin de mes. La escuchó a Claudia entrando de a poco a su casa, y mientras la relación crecía y hubo confianza entre las dos, la fotógrafa pensó: “ésta es la vida que yo quiero contar, una vida nueva, una vida con coraje”.

Fueron semanas enteras de convivencia, que se convirtieron en ocho años de trabajo, de Claudia con sus hijas y luego con su segunda pareja (de la que terminó separándose por violencia de género y con quién tuvo un hijo dos años más tarde de haberlo conocido). Francesca retrató el comienzo y el final de esa relación, que sucedió en el otoño del 2012. Estuvo presente en momentos de felicidad y en discusiones que ellos tenían. “Fue una relación violenta y complicada desde el principio”, dice la fotógrafa. Cuando había discusiones pensaba cómo debería actuar en ese momento, la disyuntiva en su cabeza fue: “¿sigo sacando fotos o la acompaño como amiga?”, optó por ser su amiga y dejar de lado la cámara cuando la violencia se hacía presente. Lo cierto es que su trabajo “Tierra de cementerio” y la presencia de una fotógrafa en la convivencia de ellos, para su ex pareja Ciro, nunca fue una amenaza. Tuvo la impunidad de un hombre maltratador que subestimó este trabajo fotográfico. Es decir que subestimó a una familia de mujeres y a una fotógrafa que durante ocho años se dedicó a ser testigo fiel de la vida de Claudia, Federica y Alessandra.

En el trabajo final no hay golpes bajos ni se victimiza a una mujer que lucha por su vida y la de sus tres hijes. La fotógrafa decidió hacer este trabajo a color. No es una razón menor porque las paredes de los cuartos de esta familia son vibrantes, como la vida, el baile y el dolor que Claudia construye. Su hija salta en una pileta de pelopincho como si fuera la gimnasta más atlética de todo Nápoles, escuchan música compartiendo un auricular, mientras la iluminación de un día cualquiera rebota contra una pared naranja, y esas escenas editadas para este trabajo dan aire al llanto de Claudia.

“Tierra de Cementerio” logró que Amnistía internacional lo respalde con un mecenazgo y muy pronto será libro y documental audiovisual. “Quiero completar y editar todo el material filmado a los largo de éstos años”, dice. En la presentación de su trabajo en Officcine Fotográfiche, el pasado junio, también mostró los sonidos que grabó del espacio de Claudia.

- Recientemente se publicó el libro: “O Post Mío” publicado por la editorial italiana “Postcart” http://www.postcart.com/

- Más información sobre Francesca Leonardi http://francescaleonardi.net/