¿Cómo transformar algo trillado, visto infinidad de veces en las pantallas –grandes y pequeñas–, en un proyecto cinematográfico fresco y novedoso? El director debutante Andrew Patterson parece haber encontrado la fórmula con The Vast of Night, largometraje ultra independiente y con un presupuesto definitivamente acotado que se le anima –sin miedo ni vergüenza– al territorio de la ciencia ficción. En lo que sin dudas es un homenaje a las series sci-fi de los años '60 –en particular La dimensión desconocida y su hermana Rumbo a lo desconocido–, el arranque de la historia es presentado a través de un filtro que imita la calidad de imagen de un televisor de tubo de aquella era e incluso es rotulado con un título diferente al del film, “Paradox Theatre Hour”. De a poco, los colores comienzan a surgir y el cuadrado casi perfecto se transforma en un ancho rectángulo. Lo primero que llama la atención luego de esa introducción es el uso expansivo y muy preciso del plano-secuencia, que Patterson reutilizará de manera recurrente como estilema. Es de noche en Cayuga, el pueblito de Nuevo México donde transcurre el drama, y todos los habitantes parecen haberse congregado para un partido universitario de basquetbol.

Todos excepto dos jóvenes: Everett (Jake Horowitz), el disc jockey de la radio zonal, que esa noche está de turno, y la adolescente Fay (Sierra McCormick), encargada nocturna de la centralita telefónica del lugar. La película los presenta en sociedad en una extensa secuencia donde el uso de un magnetófono –toda una novedad en aquellos tiempos, la década del '50– se transforma en la excusa ideal para anticipar lo que no tardará en llegar: los más extraños e inquietantes sonidos caídos del cielo. Será en “la vastedad de la noche” donde Fay, entre llamado y llamado, descubrirá un particular chirrido rítmico que parece provenir de ninguna parte. El misterio ha comenzado y la retransmisión de esos ruidos en la emisora radial terminarán convocando el llamado de un oyente, militar de bajo rango retirado que alguna vez supo construir un bunker subterráneo para enterrar el más extraño de los artefactos. The Vast of Night transita así los caminos de la leyenda urbana del siglo XX por excelencia –los objetos voladores tripulados por seres de otros planetas–, aunque no conviene revelar aquí si los posibles visitantes albergan intenciones violentas (como en casi todo el subgénero durante los '50) o bien están de paseo amistoso, a la manera de Encuentros cercanos del tercer tipo.

Con la ayuda del director de fotografía Miguel Ioann Littín Menz –hijo del célebre realizador chileno Miguel Littín– Patterson construye una historia donde la tensión crece de manera relativamente calma, sin explosiones de suspenso ni inyecciones de adrenalina. En ese sentido, The Vast of Night puedo ser descripto como un film de ciencia ficción minimalista, en el cual lo retro nunca les quita protagonismo a los personajes ni se impone como fetiche para explotar la melancolía cultural. Una película, por otro lado, donde las palabras importan: los diálogos, veloces y perfectamente coreografiados, parecen ir en contra de cierta tendencia a la espectacularidad visual usualmente asociada a este tipo de proyectos (la charla sobre el futuro de los automóviles y el transporte en general teletransportan al espectador a una era donde el futuro parecía infinito y lleno de portentos). Sin cargar las tintas, el guion de James Montague y Craig W. Sanger revela además que aquellos que conocen los detalles de lo que podría estar pasando son los mismos que nunca pueden alzar la voz en la sociedad: soldados afroamericanos, madres “solteras”, trabajadores rasos. Son ellos quienes continúan, inexorablemente, vigilando los cielos.

THE VAST OF NIGHT 7 puntos

Estados Unidos, 2019

Dirección: Andrew Patterson.

Guion: James Montague y Craig W. Sanger.

Duración: 89 minutos.

Intérpretes: Sierra McCormick, Jake Horowitz, Gail Cronauer, Bruce Davis, Cheyenne Barton.

Estreno en la plataforma Amazon Prime Video.