La escena de su último concierto parece una postal retrofuturista. Son dos chicas vestidas idénticas y bañadas en luces de neón, paradas quietas frente a su set de máquinas en un ampuloso teatro antiguo totalmente vacío. En el viejo mundo, las chicas de Lalalas —un dúo oriundo de la ciudad de Reconquista pero radicado en Rosario— tocaban en bares pequeños, en muestras de arte con juguetes vintage y en exhibiciones performáticas, pero sin duda esta cuarentena las obligó a ofrecer sus conciertos más extravagantes hasta el momento: uno, en la Plataforma Lavardén de Rosario, un teatro con capacidad para 500 personas que la provincia de Santa Fe habilitó para conciertos sin público con transmisión por streaming. Otro, literalmente dentro de un videojuego, en un festival de música en Minecraft del que participaron junto a varias bandas locales en un primer acercamiento criollo a un metaverso posible. El dúo ha tenido que ser creativo para reinventarse: muchos de sus conciertos estaban basados en la sorpresa y la originalidad de la experiencia en vivo. Hasta hace muy poco, era posible verlas en escenarios pequeños rodeadas de chicas arengadas por la antigua consigna de Bikini Kill —las chicas al frente—, experimentando con sus juguetes e instrumentos analógicos mientras inventaban versiones nuevas de sus propias canciones, o divirtiéndose dejando el micrófono libre para quien quisiera subirse al escenario a acompañar varios minutos de improvisación.

“Lo del teatro fue muy increíble, era un palacio vacío solo para nosotras. Pero además, pegaron caras de artistas en las butacas para generar la sensación de un público y no sabés la cantidad de gente muerta que estaba ahí mirándonos. Hasta estaba Sergio Denis. Son tiempos muy extraños”, se ríe Catalina Lacelli. Por el momento, las chicas decidieron aceptar solo los conciertos más particulares y no unirse a la locura de las transmisiones en vivo que colapsan las redes sociales. Están más dedicadas a investigar formas de grabar, producir y reinventarse en un contexto de aislamiento e incertidumbre; convertirse en una banda para algún futuro posible. “Nos hemos enfocado bastante en este tiempo a generar algunas herramientas propias para que ninguna pandemia nos impida hacer cosas y tampoco depender mucho de nadie para poder producir material nuevo. Hemos estado usando este tiempo pandémico como laboratorio”, comenta Florencia Vera, que completa el dúo.

Son fans de Rosario Bléfari, Juana Molina, Joy Division y la banda alemana de culto Saâda Bonaire. Empezaron reuniéndose informalmente en pequeñas salas de Rosario para practicar algunos covers de Suárez, “aunque creo que hasta intentamos algunos de Babasónicos, ¡puaj!”, recuerda Florencia. Las versiones nunca salieron con éxito y sin embargo, sus temas originales empezaron a aparecer de forma natural, y también, algunas de sus primeras presentaciones en vivo que incluían varios sintetizadores, guitarras eléctricas con efectos y un set de dispositivos peculiares “porque odiamos las voces limpias y fuertes que tienen protagonismo”, aseguran ellas. Su primer EP, Burbuja , es un disco pequeño que combina los motivos eléctricos y los sintetizadores analógicos, los juegos de video y la estética tímida del shoegaze, del dream pop y del noise, que las hizo salir rápidamente de la sala de ensayo y de Rosario para tocar en varias ciudades del país junto a bandas afines como Las Ligas Menores, Isla Mujeres e Ibiza Pareo. Quisieron concentrarse en generar una experiencia federal, y mucho menos en tener a Buenos Aires como meta única. “Aunque más que una escena musical específica, yo creo que somos parte de una comunidad de trabajadores de la cultura y de las artes nucleada en Rosario, pondría ahí nuestra pertenencia antes que en un género o una comunidad musical”, comenta Florencia sobre la banda, que con su maquinaria y su ímpetu experimental, a menudo se vincula mucho más con eventos interdisciplinarios que involucran el arte lumínico, la performance, la ilustración y la música electrónica de la región.

Foto:Giulia Antonella

Hacia el final del 2019, Lalalas anunció un segundo disco para comienzos de este año. Ya bien encaminadas en la escena independiente con ese primer EP, un encantador videoclip casero de la canción “Remolino”, que mostraba la aventura psicodélica de una banda de chicas en un contexto de crisis económica, y sus originales presentaciones en vivo —que incluían el arte de la iluminadora local Flavia Cisnera y ocasionalmente performances de baile en medio del público—, la noticia causó expectativa. Sin embargo, durante esta cuarentena, el disco terminó decididamente en los descartables. “Se gestó en otro contexto, ya no nos sentimos más así. Sacar ese disco ahora era descontextualizar un poco todo, las ideas ya eran realmente del pasado”, cuenta Catalina. Así, sin más, el dúo suspendió la salida de ese disco y, después de una crisis interna reglamentaria, se pusieron a hacer algo diferente para su segunda entrega, que componen a distancia. “Veníamos investigando otros sonidos, más ligados a los ochentas y durante este tiempo raro en que, entre tantas cosas, la banda también se puso en crisis, encontramos una nueva impronta más relacionada a cómo nos ha pegado todo esto que está pasando”, dice Florencia.

En este segundo disco que preparan desde cero quisieron despegarse de la estética más naive del dream pop y conectarse con sonidos que pudiesen vincularse con más elocuencia a nuestra malograda actualidad . Se inspiraron en otra de sus referentes, la escritora Mariana Enriquez, y pensaron en canciones que pudiesen musicalizar algunos de sus cuentos, o quizás, hacer un soundtrack posible para enfrentar una serie de catástrofes con una pizca de ironía. “El sonido es más ochentoso y tiene más que ver con la electrónica, el post punk y el krautrock. Es mucho más oscuro”, dice Catalina. “Pero yo diría que es una oscuridad con un poco glitter”, agrega Florencia, “oscuro pero también para bailar un poco. Más viajero que depresivo. Con la idea de buscar cierto placer en la música, porque bueno, el bajón ya lo tenemos acá”.

Lalalas se puede escuchar en todas las plataformas musicales, y también en lalalas1.bandcamp.com . El concierto en la sala Lavardén se puede ver acá: