Hace exactamente siete años se resolvía el caso policial que había mantenido durante cinco días al país en vilo: el asesinato de Angeles Rawson, una adolescente porteña de 16 años, cuyo cuerpo apareció al día siguiente de su muerte dentro de una bolsa de basura en el CEAMSE. En la madrugada de ese sábado, Jorge Néstor Mangeri confesó su crimen ante la fiscal del caso María Paula Asaro.

Hasta ese momento, los principales medios habían elegido al entorno familiar, sobre todo a su padrastro, como los presuntos culpables del asesinato. También ponían el acento en que Sergio Berni había pasado por el edificio, en un tono bastante parecido al que utilizaron después tras la muerte del fiscal Nisman.

Para los interesados en el caso, resulta interesante la relectura del informe de la fiscal sobre los hechos de ese día (que se publica completo a continuación), y dos notas publicadas entonces por Página/12 sobre el aspecto comunicacional puesto en juego, sobre todo en relación al tratamiento dado en la cobertura del caso a los menores, incluida Angeles Rawson, y los prejuicios sobre las "familias ensambladas", que se reproducen después del informe fiscal.

El informe completo de la fiscal

(tal como se publicó en la página web de la Procuración.)

Sobre la detención

Durante las últimas horas del 14 de junio y las primeras del día 15 Mangeri prestó declaración testimonial, para lo cual debió disponerse una orden de traslado por la fuerza pública, en virtud de las inasistencias injustificadas a las citaciones previas.

Cuando por fin se llevó adelante la audiencia, Mangeri incurrió en continuas contradicciones, razón por la cual -a efectos de garantizar el debido proceso y con el objeto de evitar la autoincriminación-, la fiscal ordenó la suspensión de la declaración testimonial.

Con motivo de las lesiones que denunció Mangeri, vinculadas a supuestos apremios ilegales y a la privación ilegítima de la libertad que dijo haber sufrido horas antes de su concurrencia a la fiscalía, fueron convocados por orden de la fiscal Asaro médicos de la División Medicina Legal de la Policía Federal, quienes determinaron la existencia de dos tipos de lesiones en su cuerpo.

Los médicos que revisaron a Mangeri refirieron que las lesiones que dijo haber sufrido antes de su detención por supuestos apremios ilegales, se corresponden en realidad con heridas que podrían haber sido realizadas por la víctima durante su defensa de un ataque. A la vez, se presentaban lesiones autoproducidas, posiblemente para enmascarar aquellas que habría sufrido inicialmente con motivo del ataque.

Tras la revisación médica, a las 5.15 de la madrugada, Mangeri solicitó una entrevista con la fiscal y el secretario de la fiscalía, de la cual se labró un acta. En esa audiencia, el ahora imputado manifestó: “Soy el responsable de lo de Ravignani 2360; fui yo”. Luego remarcó: “Mi señora no tuvo nada que ver en el hecho” y ratificó que ella no había estado el lunes en el edificio.

Frente a esas manifestaciones, la fiscal interrumpió a Mangeri y le solicitó “que guarde silencio y que lo que quiera referir lo haga en presencia de su abogado defensor en el momento oportuno y ante el Juez de la causa”, según consignó en el acta. Minutos más tarde, la fiscal dio aviso al secretario del juzgado interviniente.

Sobre los hechos que se imputan

En el pedido de indagatoria de Mangeri, la fiscal describió que el imputado "habría causado la muerte de Ángeles Rawson horas después de haberla interceptado en el interior del hall del edificio sito en Ravignani 2360, PB de este medio, en momentos en que regresaba de una clase de gimnasia a las 09.50 hs. aproximadamente" y que "previo maniatarla de pies, manos y muslos, colocarle una bolsa plástica color verde en la cabeza e introducirla en una bolsa tipo consorcio de color negro, Mangeri la habría depositado en un container de residuos de la zona, para su recolección por los camiones compactadores".

Además, señaló que la muerte de la niña se consumó "ya dentro de una de estas unidades", dado que "el mecanismo de compresión instalado en las mismas le habría provocado lesiones vitales, como ser traumatismos múltiples, producto del aplastamiento progresivo sobre tórax, cuello y cabeza, causando su deceso".

Esta hipótesis coincide con el informe del médico a cargo de la autopsia, Héctor Konopka, quien también informó que la causa de la muerte se vincula con "traumatismos múltiples", principalmente en el tórax, el cuello y la cabeza, que "consistirían fundamentalmente en fractura de clavícula derecha, fractura maxilar inferior, fractura de columna cervical y de base de cráneo". De acuerdo con el testimonio del médico, esas lesiones habrían ocurrido "como consecuencia del aplastamiento progresivo sobre esa superficie corporal, en sentido anteroposterior".

Konopka confirmó además que, tal como se indicó en el primer comunicado y fue corroborado en el día de hoy con el resultado de los peritajes, la víctima no fue violada.

La fiscalía tuvo por acreditado en principio que la joven se despidió de sus amigas en la esquina de Cramer y Arevalo y que luego fue a su domicilio, tal como lo revela la imagen de video de la cámara de seguridad de un edificio contiguo. La filmación da cuenta que a las 9.50 Ángeles Rawson pasó caminando, con el uniforme de gimnasia y el morral que usualmente utilizaba para sus actividades físicas, por el frente de este inmueble. En la imagen se advierte, al momento de salir del cuadro, que efectuó un ademán buscando las llaves de su domicilio.

De la declaración de la empleada doméstica de la familia Rawson, Dominga Trinidad Torres, quien dijo que Ángeles no fue esa mañana a su casa, la fiscal concluyó que la niña ingresó al edificio pero no a su departamento. "Ciertamente ello habla a las claras que fue atrapada en el lobby de la propiedad horizontal", explicó la fiscal en el pedido de indagatoria.

Asaro tuvo en cuenta el testimonio de Mangeri respecto al hecho de que él era una de las pocas personas que tenía acceso al sótano del edificio y que también trabajaba en el edificio situado enfrente de donde vivía la niña: "Cuadra señalar que en este último se estaban efectuando refacciones de cañerías, producto de lo cual los residuos del material eran sacados en bolsas de consorcio a la calle", indicó la fiscal en el pedido de indagatoria.

"Esta particularidad indica que no sería extraño ver al encargado transportando bolsas de peso, como la que habría sido utilizada para descartar el cuerpo de la ofendida, parte de la cual fue secuestrada en el predio provincial del CEAMSE alrededor del cadáver", agregó la fiscal.

Asaro también ponderó que Mangeri conocía el horario de paso del camión recolector y que además solía comprar mercadería en el supermercado "Día" de la avenida Santa Fe entre Ravignani y Arévalo. "Este no es un dato menor si se tiene en cuenta que el cadáver de Angeles Rawson fue hallado con una bolsa color verde de esta cadena de supermercados", evaluó.

También indicó que "resulta por demás extraña la actitud posterior asumida por Mangeri, en el sentido de no saludar a la familia de la víctima, a pesar de la trascendencia de la tragedia sufrida, y sobre todo cuando los conocía desde hacía 12 años a la fecha, amparándose en una enfermedad".

Como se señaló anteriormente, la fiscal evaluó -de acuerdo con el dictamen médico- que las lesiones que denunció el imputado como originadas en apremios ilegales se corresponden en realidad con la defensa de la víctima frente al ataque y con el intento posterior de borrar esas huellas en su cuerpo por parte del imputado.


A continuación se publica la nota de Página/12 sobre el manejo mediático del caso, publicada junto a la información de la detención de Mangeri:

CRITICAS AL MANEJO DEL CASO EN TELEVISION Y EN PARTE DE LA PRENSA

Lo que explotan los medios

Exhibir a menores de edad, interrogar a participantes, difundir hipótesis sin probar y luego cambiarlas, conductas que contradicen dos leyes y el código de conducta que se está elaborando para casos similares.

La sobreexposición mediática de la desaparición y asesinato de Angeles Rawson volvió a poner en evidencia la potencial peligrosidad de la cobertura de los medios. “La Justicia debería accionar en estos casos porque existen leyes que protegen la intimidad de chicos, como la Ley nacional 26.061 y la 116 en la Ciudad. Pero además hay que tener en cuenta que sacar a los compañeros de escuela de Angeles por televisión es ponerlos en peligro. ¿Qué hubiera pasado si decían algo que complicaba al asesino? ¿Algo que ni siquiera declararon ante la Justicia como deberían hacer?”, se preguntó Claudia Fernández, consejera por el plenario del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del gobierno porteño.

El caso Rawson, cuando todavía era una desaparición, fue utilizado para explotar la supuesta ola de inseguridad que cubre a buena parte de la sociedad porteña. La aparición de su cadáver llevó a cuestionar la política de derechos humanos del gobierno nacional y hasta se pidió “erradicar” el garantismo en la Justicia en nombre de la seguridad. Sin que hubiera datos firmes de una violación, sólo una primera opinión de los peritos que revisaron el cuerpo, resurgieron los pedidos de mano dura para los violadores y para que no “se pierda tiempo” investigando a la familia.

Luego de la autopsia, todo derivó en una nueva morbosidad en torno a la familia. “Y entonces nuevamente hay que preguntarse de qué sirve poner al aire a los vecinos, amigos y familiares. Si tienen algo que decir, que vayan a la Justicia. Cuando escuchamos que alguien dice ‘se portaba bien, no tenía novio, era abanderada, no se drogaba’, ¿qué mensaje se está dando? ¿Que si tenía novio, no era abanderada y se drogaba, no estaría mal que la asesinen?”, apuntó Fernández.

Un canal de noticias, por ejemplo, mostró un dibujo de una joven atada y con una bolsa en la cabeza para graficar la aparición del cadáver. “Otro directamente utilizó empleados de la Ceamse, uno en particular con el tamaño de la víctima, para ver cómo podrían haberla metido en una bolsa y tirarla a un contenedor. Fue insólito y aberrante. No entiendo cómo el gobierno porteño no hizo nada”, comentó la consejera de la Ciudad.

Para Fernández, este caso, como el de Candela Sol Rodríguez, debería “encender alarmas” porque se da información sin chequear cuando existe un secreto de sumario. La funcionaria recordó que el ente de aplicación de la ley de medios audiovisuales, la Afsca, está preparando un manual de buenas prácticas para coberturas que involucren a menores de edad. Cynthia Ottaviano, la defensora del público de la Afsca, contó a este diario que ese manual se está armando en conjunto con la Unicef y ya recibió el aporte de 70 periodistas que integraron una mesa de trabajo. “Además de la participación de otros organismos. El proyecto se abrió a nuevas consultas”, comentó.

Ottaviano recordó que esta ley plantea una bisagra porque define a la radio y la televisión como “medios de interés público, exige el respeto del trato digno de la persona y resalta la responsabilidad social del periodista en la Argentina, donde los medios desarrollan culturalmente a la población”. El caso de Angeles será monitoreado por el Afsca, agregó. Para Ottaviano, es necesario que se tome en cuenta la integralidad de la ley, que tiene 166 artículos y unos pocos judicializados: los que establecen las normas antimonopólicas de los medios masivos de comunicación.

“La ley establece el derecho a la comunicación, a dar y recibir información. Lo que busca es dejar atrás el paradigma de la información como mercancía y negocio y lograr una transformación para que la comunicación sea democrática. Pero si uno escucha y ve toda la radio y la televisión pareciera que este cambio de paradigma no existe. El desafío es lograr que se genere este debate y que impacte la nueva ley en los comunicadores”, planteó la defensora del público.


Unos días después de resuelto el caso, el suplemento SOY de Página/12 le dedicó una mirada diferente a una parte de la cobertura, para nada marginal, que mantiene total vigencia a pesar del tiempo transcurrido:

Lo raro en la mira

Por Liliana Viola

Modestamente morboso, pero habrá que sumar un interrogante más al omnitransmitido caso de Angeles Rawson: ¿cuántas veces fue pronunciada la fórmula "familia ensamblada"? O para decirlo con los términos que impusieron los últimos días: cuál habrá sido el móvil de periodistas y de todo un elenco de expertos forenses que revolearon los ojos y buscaron un guiño cómplice en la audiencia con esa palabra clave mientras avanzaban sobre conjeturas como, por ejemplo, que la familia ensamblada no advirtió que las llaves y el morral estaban en la casa, no reaccionó a tiempo sobre la ausencia de la niña, no sufre lo suficiente. En la familia ensamblada parece germinar la semilla de la muerte, y si no es la alevosía será la negligencia, pero el desorden que descalabra los lazos sin sangre es caldo de cultivo. Justo ahora, que nuevas leyes la apañan y la multiplican, desde el matrimonio igualitario a la Ley de Fertilización Asistida.

Término mediático, que no tiene traducción en otras lenguas, familia ensamblada es una manera argentina de poner en dos palabras otra etiqueta más simpática y comediante que la que provocó la ley del divorcio ya hace años en el resto del mundo, "los tuyos, los míos y los nuestros". 

A pesar de la cantidad de grupos que pueden entrar en esta categoría, nadie dice "venite a comer con tu familia ensamblada" ni elige la palabra para nombrarse o siquiera pensarse en la vida fuera de la tele. Aquí fue el gancho para abrir la tranquera de un juzgamiento que hubo que sacar desde muy hondo, incluso desde la prehistoria de la misma sociedad. Vía a libre entonces, sobre todo cuando el morbo cruzó la frontera del noticiero al programa de chimentos, a las sospechas de incestos cruzados, discusión sobre quién es propietario del lugar de residencia, qué marido era mejor, si el primero o el segundo, qué calidad de hijos (se los llegó a medir en términos de capacidad mental) aportó cada uno a la ensamblada. 

Familia ensamblada suena a reparación de taller mecánico y tiene un tufillo a prótesis médica. En este caso, aunque parecía atenta descripción, no fue otra cosa que la acusación encubierta: se machacó en relación con la sospecha tanto como se habría repetido "peruano, boliviano o paraguayo" de haber nacido alguno de los presuntos culpables en esos países, o como se insistió con "inseguridad" (y sí, es una sensación sensacionalista) cuando el foco de la policía sociomediática cayó sobre otros raros: los manipuladores de basura, desde cartoneros a operarios de la Ceamse. Cuando la sospecha iba directo a los miembros de la familia, la ensamblada tuvo su pico de citas. El diario La Nación, bajo el título de "Quién es quién en la familia", reforzaba en el copete "La adolescente que apareció muerta en el predio de la Ceamse en José León Suárez vivía en una familia ensamblada." ¿A qué viene el dato? Cuando Sergio Opatowski, su esposa y el hijo de él pero no de ella, se corrieron unos centímetros de la mira, la "familia ensamblada" gozó de una suerte de reparación de apuro y Clarín titula "Un familia ensamblada que siempre se mostró muy unida". ¿A qué viene el dato? La ensamblada se ha convertido en una aclaración obligatoria y así es que se pueden hallar hoy descripciones tan rebuscadas como ésta: "la joven no regresó a la vivienda, en la que estaba durmiendo en una de sus habitaciones uno de los hijos de la 'familia ensamblada' (La Gazeta)". 

Quienes vivimos en familias ensambladas solemos olvidar que podrían existir más palabras que madre, padre y hermanos para nombrar a los que integran nuestra familia, a veces porque es muy largo decir el hijo de mi mujer, a veces porque es cierta la palabra hijo, aunque sea el hijo de mi mujer. Opatowski se refiere a Angeles como "mi hija" mientras la prensa, sin el menor respeto por esa relación autopercibida, lo llama padrastro, término ceniciento que supuestamente el término ensamblada venía con toda su corrección a renovar.

Padres y madres de familias ensambladas pueden violar y matar a sus hijos e hijas y éstos entre sí y viceversa. Sencilla y lógicamente porque son madres, padres, hijos. Como pasa en las mejores familias.