La primera vez que Rayo rapeó en una competencia de freestyle le dieron un “palizón marca cañón”. Tenía 11 años y se había cebado con el género después de escuchar improvisaciones de Daddy Yankee y ver la película de Eminem, 8 Mile (2003). “Empecé a rapear solo en mi casa. Después vi una nota de Andy Kusnetzoff, que cayó en zona sur y mostró la movida del hip hop, y me di cuenta de que no era el único que rapeaba”, recuerda Martín Spagnolo, el MC de Villa Fiorito que acaba de lanzar Vi&Gi, un disco a la altura de las grandes ligas del género .

Después de perder esas primeras batallas, Rayo pensó en afinar su técnica y empezó un largo recorrido por eventos y competencias de plaza para “dar vuelta la tortilla”. Y ganó varios, como Halabalusa, Rosario Freestyle Massacre y Lomas Under. Pero antes que el freestyle, lo que más lo entusiasma es hacer canciones, algo que ya probó en su primer demo, ¿Por qué tan serio?, de 2015.

Producido por Mpdhela –salvo Intermiloo y La vida real–, Vi&Gi es un disco de diez canciones en clave hip hop que se destacan por la fuerza y oscuridad de las letras, la efectividad del sonido y su destreza en el flow. “Mpdhela es el beatmaker de La Conección Real, la banda pionera en el hip hop de la nueva escuela. Haber trabajado el disco con él me aseguró tener un sonido de la calle”, resalta Rayo aka Big Buda, como se presenta en este segundo disco.


Calle, de todos modos, no le falta. “La peleo en la calle, soy la hiena del barrio / Los que no saben que se callen, que este es mi escenario”, canta en Calle y actitud, pero es mucho más que una provocación. “Estuve re mal en una etapa, pero jamás dejé de rapear. Me tocó ser padre a los 18 y me separé cuando nació mi segunda hija. A veces te encontrás solo contra el mundo y explotás. Digo ‘calle y actitud’ no por sentirme el más piola del barrio sino porque cuando estás en la calle totalmente abatido lo único que te pone de pie es tu actitud”, asegura.

Fiorito, cuarentena y después

Desde “el límite entre Lomas de Zamora y Lanús”, Martín retrata en su música, con total naturalidad y sin imposturas, la realidad que viven los pibes y las pibas de los barrios populares del conurbano. En Que se pudra y VF (con DJ Baladi de invitado) larga versos sobre el gatillo fácil, los prejuicios de la Policía y los códigos de la calle. “Vi&Gi es el resultado de ocho años de trabajo, de estar en escenarios, de aguantar la toma. Es una etapa complicadísima de mi vida, por eso tiene mucho sentimiento y mucha verdad”, dice. Y alcanza con escuchar Prueba y error para comprobarlo.

¿Cómo vienen los días de cuarentena en Fiorito?

--Los primeros quince días estuvimos firmes, no había nadie en la calle. Si había alguna ranchada en la esquina, la Policía la rompía. Tiraban balas al aire, pero no pasaba de eso. Ahora la gente empezó a vivir la vida normal: la cuarentena es como un privilegio de clase. Hay gente que puede hacerla tranquilamente y no preocuparse tanto. Pero acá en los barrios no es así, hay que vivir el día a día. Si laburás en blanco, no pasa nada. Pero la mayoría de la gente de acá sale a buscar el peso a la calle. La República Independiente de Villa Fiorito, como le digo yo, es otro mundo, con lo malo y lo bueno. Tiene una energía especial…

#QuedateEnCasa como Rayo, que la banca desde el límite de Lomas de Zamora y Lanús | Foto: Cecilia Salas

En este contexto agitado, Rayo subió hace unos días un tema nuevo, visceral y flashero, Me estaría volviendo loco (Covid-19), que habla sobre los efectos del aislamiento . “En un momento se me había acabado la paciencia, me enojé y escribí esta canción en una noche”, cuenta el músico, quien por la pandemia tuvo que suspender la gira de presentación del disco que sacó a fines de marzo.

Un Rayo solo no hace tormenta

En breve Rayo dará a conocer el video de la canción Si supiera, una especie de balada rapera con la participación de Lola Membrillo, de Perotá Chingó. “La conocí rapeando en La Grande, la banda de Santiago Vázquez, y le propuse cantar la canción. Lola es una persona muy humilde con la que se puede trabajar muy tranquilo”, destaca. Además, en el disco hay un guiño a Los Redondos en El futuro ya llegó (con Picky, de Fuerte Apache), un mano a mano con el rapero chileno Donexprs en Punchlines a quemarropas y aparece con sutileza la cumbia en el beatbox que Miloo Moya hace en Intermiloo.

“Me gusta la cumbia de los noventa: Los Charros, La Nueva Luna, Trinidad, Sombras. Ese tipo de cumbia me ayudó mucho, porque tiene historias y sentimiento. Siento que el rap y la cumbia van de la mano”, sostiene. En su banda de sonido fundamental también están la música negra y Miles Davis. “Me encantan las fusiones, las mezclas, los desafíos”, dice. “Después de haber hecho una canción con Tweety González, Fernando Kabusacki, Fernando Samalea, Matías Mango y Michelle Bliman en el estudio El Pie, se me abrió la cabeza totalmente”, cuenta sobre La vida real, creada colectivamente.

¿Por qué creés que se popularizaron tanto el rap y el freestyle en los últimos años?

--Porque el hip hop es universal y el freestyle mucho más todavía. Y el argentino es muy pasional, muy temperamental. Le gusta el quilombo, el show; por algo Tinelli tuvo tanto rating. Y más cuando hay un enfrentamiento de rima y contrapunto. Cuando ves habilidad, gracia, ingenio y fluidez en una competencia, tenés asegurado un show buenísimo. Y eso hace que sea tan masivo. Tiene lo mismo que el fútbol: pasión. Además surgió una buena camada de raperos y freestylers en los últimos años. Me gusta Trueno y la generación de Zaina, que llega para cambiar el panorama del freestyle.

¿Y vos qué encontrás en la palabra como herramienta?

--La palabra te saca ese nudo de la garganta que a veces te producen las situaciones difíciles de la vida. El estado de ánimo mejora cuando uno se expresa. El hip hop en su momento me sacó de la calle, la música me rescató de estar en la esquina flashando alguna secuencia. Me dijeron que no podía vivir de esto pero la música me demostró que sí es posible, porque rapeé en la Casa Rosada y en el Lollapalooza. Y soy muy consciente de eso.