Desde que inició la pandemia en Argentina, por primera vez, los casos de transmisión comunitaria (40,6%) superaron a los de contacto estrecho (38,8%) y son mayoría en relación al total de pacientes con covid-19. ¿Y ello qué implica? Que en gran parte de los individuos infectados se vuelve imposible determinar el origen de su contagio. Frente a este escenario, Página/12 conversó con varios especialistas para conocer cuál era el punto de vista al respecto. “Hace días que la transmisión comunitaria es mayor que la de contactos estrechos, pero ahora se expresó en la sumatoria total. La gran mayoría de los ‘casos en estudio’ son de transmisión comunitaria. Si se demoran en ‘estudiarse’ es porque se desconoce su origen”, dice Jorge Aliaga, físico y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Y continúa: “Se sigue pensando que si no se sabe de quién se contagió alguien no se puede hacer demasiado y creo que no es así. No podemos asociar la transmisión de este tipo con algo que no se puede parar. No es el fin del mundo. Hoy en día la gente deja un montón de huellas de lo que va haciendo porque paga por medios digitales y demás”.

Si bien al comienzo de la pandemia, la porción más grande de casos se vinculaba con individuos con antecedente de viaje y luego el centro estuvo en los contactos estrechos, a partir de ahora la perspectiva se revirtió y la transmisión comunitaria es la modalidad con la que se identifica a la mayor cantidad de infectados. Ello, desde el enfoque de Rodrigo Quiroga –bioinformático e Investigador del Conicet– “implica realmente un problema porque significa que hay personas infectadas que andan circulando en el AMBA. Cuando se ubican todos los nexos epidemiológicos se apagan los focos problemáticos”. Juan Manuel Carballeda –investigador del Conicet en el Laboratorio de Virus Emergentes de la Universidad Nacional de Quilmes– le baja un poco el tono al asunto y asume: “Era esperable que esto pase. No me parece alarmante pero es necesario reforzar el rastreo de contactos. Cuando una persona da positivo es fundamental buscar con quién estuvo. Está demostrado que es lo que permite frenar el avance de la pandemia. Quienes controlaron el coronavirus lo hicieron de este modo”. La definición de “contacto estrecho” se modificó de manera reciente. Para el Ministerio de Salud se trata de “cualquier persona que haya permanecido a una distancia menor a dos metros con un caso confirmado mientras el caso presentaba síntomas, o durante las 48 horas previas al inicio de síntomas (durante al menos 15 minutos)”.

“Al no haber un gran aumento en las formas de contagio, no hay q hacer nada distinto sino mantener las pautas de prevención. El incremento en la movilidad ciudadana, en el transporte público, en la cantidad de gente en la calle es notable. Lo más preocupante es la saturación en el sistema de salud y desembocar en un posible colapso. El porcentaje de la tasa de positividad es, aproximadamente, del 47% en CABA y de 34% en el AMBA”, apunta, Leda Guzzi, médica infectóloga de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).

La situación se complejiza cuando la ciudadanía se desplaza de manera imprudente y utilizan los permisos concedidos a discreción. “Afortunadamente no se abrieron los grandes centros comerciales. Si uno se dirige al almacén del barrio es posible rastrear quiénes fueron los últimos días, saber más o menos con quién se compartió el espacio. Por el contrario, si esto sucede en un shopping o en un transporte público el escenario se torna más oscuro”, comenta Carballeda. La tecnología, en este sentido, tiene mucho para aportar. El objetivo de la aplicación Cuidar es precisamente ese: poder rastrear los contactos por intermedio de la geolocalización y de manera masiva. En estas herramientas tecnológicas descansa buena parte del éxito de la estrategia sanitaria.

¿El principal inconveniente en la actualidad? El tiempo. “En la Ciudad de Buenos Aires se demora mucho desde que una persona manifiesta síntomas, contacta al servicio médico, se realiza el hisopado y aguarda los resultados. La idea es que todo el proceso tarde menos de cuatro días para ser efectivo, ya que si se prolonga más las personas con las que el contagiado tuvo contacto transmitirán el virus a otras”, advierte Quiroga. Si este proceso se pudiera agilizar en el AMBA habría mucho por ganar. En Córdoba, por ejemplo, trabaja en el rastreo –esto es, personal dedicado expresamente a comunicarse con los posibles casos para establecer nexos epidemiológicos– un equipo de 25 personas. “Larreta afirmó anteayer que en CABA tenían 90 personas detrás del rastreo así que no se explica por qué no funciona su estrategia. Si realmente lo realizan, los números deberían bajar. Quedarse a esperar es ridículo, no hay razones para que las cifras disminuyan porque no están haciendo absolutamente nada para que ocurra”, dispara Quiroga.

¿Volver a fase 1 en el AMBA? Esta es una idea que está sobre la mesa del grupo asesor de Alberto Fernández desde hace varias semanas. Lo recomendable, narra Carballeda, sería retornar a una fase de aislamiento estricto para disminuir los casos: “A este ritmo estamos viendo cómo se acumulan día a día y la forma en que se incrementa el índice de positividad en los grandes centros urbanos. Con cuarentena férrea bajan los casos, llegamos al pico y, a partir de ahí, podemos establecer un buen sistema de rastreo y detección temprana para ubicar los focos con mayor velocidad”. Guzzi acuerda con la postura del virólogo y afirma que “la única medida eficaz, desde el comienzo de la pandemia, continúa siendo la distancia social y el aislamiento”. Responsabilidad, solidaridad social y conciencia ciudadana componen la fórmula. “Habrá que volver a fase 1 al menos dos semanas y aprovecharlas para poner dinero para equipos con muchas personas que solo se dediquen a rastrear y rastrear”, remata Quiroga.

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