He tomado prestado para el título de este trabajo, el nombre de una obra de Gabriel García Márquez, El amor en los tiempos del cólera. Una novela basada en el amor de un hombre por una mujer, que sobrevive a la distancia, al tiempo, a la pandemia del cólera y a otros avatares, es decir que es el amor mismo el que resulta inmune a cualquier bacteria o virus, tal como ha ocurrido con otras pestes que azotaron a la humanidad sin tregua: la bubónica, la malaria, la lepra, la sífilis, y otras, pero, entre ellas hubo tiempo para el amor, como lo que nos está sucediendo ahora mismo, en plena pandemia covid-19.
Hecha la aclaración, paso a relatar que hace unos días fui invitada a dar una videoconferencia, destinada a ayudar a las parejas, “que no se soportan más”, en esta emergencia sanitaria por covid-19. La anfitriona me transmite --la preocupación del medio al que representa-- que en Bolivia, se han registrado más de mil denuncias por violencia intrafamiliar, desde el 21 de marzo al 3 de mayo, período que llevamos de confinamiento. Así mismo, la anfitriona me advierte las consecuencias de la covid-19, en los matrimonios, como ya se está viendo en el incremento de solicitudes de divorcio en China, país que está saliendo de su cuarentena. En este escenario me pide, tempere los ánimos en las parejas y/o matrimonios.
Finalizada la llamada, me encontré preguntándome --neurosis incluida-- qué puedo aportar a lo que se me demanda, advertida como psicoanalista de lo que no anda entre los sexos, con o sin cuarentena.
¿Qué es lo insoportable de la pareja en confinamiento? ¿Qué soportes pasaron a ser “in” soportables? ¿Qué soportes dejaron de “em-parejar”? Aunque todos estamos enfrentados a la covid-19, desconocemos la(s) respuesta(s) de cada uno(a). Cada pareja tendrá sus soportes y, su insoportable, que seguramente no son de ahora, si no anteriores a la cuarentena, que se han exacerbado en este confinamiento; aunque es indudable que lo insoportable de la pareja, remite a lo insoportable de cada uno. Sin embargo, es posible intuir que antes de la emergencia sanitaria “el equilibrio” aparentemente estaba gestionado por la calle, o por un “fuera” del hogar, una válvula de escape donde descargar las tensiones, excitaciones, tales como el trabajo, el ocio, los amigos, en fin, todo aquello que “agrandaba” el espacio o la distancia con el Otro, y que la cuarentena ha hecho vacilar o consistir al fantasma. Un fantasma hace existir al Otro: como prisión, como control, como amo, cerrando así la escena: prisión-prisionero, etcétera, velando el goce del Uno solo, el goce autoerótico que no cambia, a menos que pasemos por un análisis.
¿Qué ofrece el psicoanálisis en cuanto al amor? Hablar de amor, pasar por la castración, estar advertidos de las condiciones para amar, por ende, un amor más libre, que permita preservar el lugar de la falta, de vacío; dando lugar a la posibilidad de una invención, que “soporte” la relación de pareja, si esa es la elección.
*Psicoanalista. Asociada a la NEL–APEL Santa Cruz (Bolivia). Fragmento. Publicado en Zadig, LML, la movida latina.