El Gobierno perdió diez puntos de apoyo en la valoración pública en los últimos cuarenta y cinco días. Ocurrió por dos motivos principales: la crisis económica, que afecta de manera horizontal, y el desgaste del contrato social para sostener la cuarentena, que impactó mayormente en la percepción de sectores oficialistas, pero no por su continuidad, sino por el relajamiento en los controles del Estado para hacerla cumplir.

El anuncio del regreso a un aislamiento social estricto en el área metropolitana de Buenos Aires y otras regiones con aumentos exponenciales de la covid-19 tenderá a cerrar el segundo de esos canales de fuga de respaldos al gobierno de Alberto Fernández, pero probablemente aumentará el primero.

Los datos surgen de un relevamiento nacional de la consultora Analogías, que destaca al mismo tiempo el muy elevado nivel de apoyos que conserva el Gobierno en las actuales circunstancias. El 57,9 por ciento se ubica dentro del campo oficialista, con un núcleo duro del 35,3 por ciento, en tanto que un 42,1 por ciento se considera opositor, con un 22,5 por ciento de núcleo duro. Son cifras que ningún otro gobierno de la región puede mostrar y le otorgan legitimidad política para demandar un mayor esfuerzo ciudadano en la emergencia sanitaria y proponer transformaciones estructurales como la toma de control de Vicentin.

En diciembre, la relación entre oficialistas y opositores era muy similar a la actual, con 54,5 por ciento a favor y 45,5 por ciento en contra. Pero desde ese escalón el Gobierno había logrado trepar al 68,8 por ciento a principios de mayo, frente al 31,2 por ciento del otro lado. El retroceso de 10,9 puntos porcentuales desde ese máximo se explica por los factores mencionados al comienzo, según el análisis de la consultora.

“El dato más relevante que observamos en el último sondeo es que la valoración del respeto a las pautas del aislamiento social, preventivo y obligatorio cayó 20 puntos. Lo hizo exclusivamente fuera del campo opositor. Es decir, entre los oficialistas fue donde se produjo esa observación crítica al incumplimiento de la sociedad de la cuarentena y a la falta de controles del Estado”, indica el informe de Analogías.

“Luego vimos que el reclamo de más presencia estatal para atender la economía se produjo horizontalmente, con un nivel mayor en el segmento de apoyo no oficialista (oposición blanda la hubiéramos llamado fuera de la pandemia)”, agrega sobre la crisis que desató la pandemia.

Vicentin

En este marco general es donde el Gobierno introdujo la propuesta de rescate de Vicentin, que a esta altura navega en aguas turbulentas, tanto por la oposición que encuentra en poderes fácticos, económicos, mediáticos y judiciales, como también porque aún no consiguió acumular una masa crítica que la convierta en realidad.

La misma encuesta de Analogías señala que el nivel de aprobación de esa iniciativa se ubica en 44,2 por ciento, 13 puntos por debajo de los apoyos generales del Gobierno. En cambio, el rechazo alcanza al 37,9 por ciento, 4 puntos menos que el conjunto de los que se identifican como opositores. Esas cifras reflejan que el Poder Ejecutivo tiene por delante el desafío de conformar una mayor base de consenso para avanzar con el proyecto de rescate de Vicentin.

Eso es todavía más visible al analizar las respuestas sobre la propuesta específica de expropiación de la empresa. En ese caso, se impone un 42 por ciento de desaprobación contra un 41,5 por ciento de acompañamiento.

“Los asuntos sobre la regulación de la propiedad son siempre más tensos que, por caso, el despliegue de una política fiscal expansiva”, explica la consultora. “Recordemos que la base de apoyo del Gobierno está planteada entre los sectores más humildes, que tienden a ser menos informados”, añade. En esa franja, el segmento oficialista llega al 69 por ciento, contra el 58 por ciento del promedio de la muestra.

Frente a las preguntas por el rescate y expropiación de Vicentin, el porcentaje de “no sabe” oscila entre 16 y 19 por ciento. Y entre lo que Analogías llama “oficialistas blandos”, el desconocimiento del tema asciende a un rango del 22 al 26 por ciento.

Esta semana, sectores afines al Gobierno empezaron a moverse con más decisión para acercar argumentos en favor de la toma de control de Vicentin por parte del Estado. Dirigentes gremiales, académicos y de pequeñas y medianas empresas, referentes industriales y ruralistas expresaron su acuerdo con la creación una empresa testigo que le permita al sector público mejorar la capacidad de intervención en dos mercados claves: el de alimentos y el de divisas, por las exportaciones de granos y aceites.

Sin embargo, esa defensa sigue siendo menos intensa que la embestida del establishment económico, agropecuario y de los medios dominantes, de la mano de Juntos por el Cambio, en contra del proyecto.

“La sorpresiva incorporación en la agenda del rescate de Vicentin no dio tiempo a encuadrar el tema para los grandes públicos”, advierte Analogías. A eso se agrega el contexto de crisis económica. “A pesar de los esfuerzos importantes que está haciendo el gobierno por el lado fiscal, partiendo de bases muy debilitadas por lo que dejó Macri, vemos que una noción indeterminada de ‘crisis’ le quita espacio en la agenda pública al despliegue de medidas” como la vinculada con la empresa santafesina.

Cómo seguir

Para Analogías, sin embargo, la disputa por la toma de control de Vicentin tiene mucho terreno por delante. “El Gobierno tiene bases de opinión para avanzar con su plan sobre la empresa o con otras iniciativas de distribución del ingreso, como el impuesto a los grandes patrimonios”, indica. “No depende para ello de la foto de junio, depende más bien de la convicción que muestre en todos los frentes que ocupan la opinión pública: futuro, pandemia y economía”, apunta.

Una ventaja que encuentra el Gobierno es que su base electoral se fortalece en la diferencia con el neoliberalismo. “Como todo electorado, reclama eficacia ante los problemas concretos, máxime cuando son tan dramáticos como los que le tocaron al Presidente, pero se forjó sobre una oposición abierta al programa neoliberal del fracaso estrepitoso de Macri”, concluye.

El Gobierno deberá trabajar desde allí para alcanzar una victoria en una disputa clave: la recuperación de Vicentin para un proyecto nacional y popular.