Uno de los temas vinculados a la asistencia alimentaria durante la pandemia es si es posible que el Estado compre los alimentos producidos por la economía popular, accediendo a mejores precios y ayudando a generar trabajo donde más falta hace. El compre estatal hoy es reducido, pero los movimientos populares tienen presencia dentro del estado, y lo van empujando. En la provincia de Buenos Aires, las escuelas de la localidad de Ensenada compraron 26 mil kilos de alimentos elaborados por la economía popular. Se trata de arvejas, polenta y aceite producidos por una fábrica recuperada de La Matanza y una cooperativa de pequeños productores agropecuarios de Santa Fe. En la gobernación aseguran que es la primera compra de un proceso en el que van a ir sumando a otros municipios.

Para concretarlo, la subsecretaría de Economía Popular bonaerense a cargo de Federico Ugo --funcionario que viene del Movimiento Evita--, la Universidad de Quilmes y el Instituto para la Producción Popular --que coordina Enrique Martínez--  acercaron la propuesta de compre a la economía popular a los municipios de bonaerenses. El intendente de Ensenada, Mario Secco, fue el primero en interesarse. Así la oferta llegó a los Consejos Escolares, que son los que reciben los fondos del estado para comprar los alimentos con los que se arman los bolsones del Servicio Alimentario Escolar.

Los 26 mil kilos de alimentos son considerados una compra mediana. Para los meses próximos, la idea es llegar a siete y ocho productos. También llevar la experiencia a otros municipios que mostraron interés.

“Que el gobierno le compre productos a estos productores permite promover el trabajo bonaerense, cuidar el trabajo y la economía local. Y es también una forma de democratizar la producción y comercialización de alimentos”, señaló Federico Ugo a PáginaI12.

Por su parte, Enrique Martínez explicó qué tipo de apoyos necesitan estos procesos: “Los productores de la economía popular, en general, no producen los volúmenes que demanda el sistema público. Para darse una idea, en el caso de Ensenada el sistema de alimentación escolar pidió 10 mil unidades de cada uno de los productos que se vendieron, y eso todos los meses. Hay que buscar por eso los productores que puedan abastecer ese volumen, superar la desconfianza del comprador y por otra parte competir con los precios mayoristas, porque lo cierto es que los grandes productores de alimentos tienen una oferta de productos de bajísima calidad que se adaptan a los precios que el estado puede pagar ”.

En las organizaciones sociales hay un debate sobre qué tipo de alimentos debe producir la economía popular: si productos artesanales, con alto valor agregado, para un mercado de la clase media, o alimentos para todes, de calidad pero a precios bajos. Del primer caso está el ejemplo de los bolsones de verduras agroecológicas, hoy con sus ventas en alza. Para Martínez, el segundo camino no es menos posible. “El vínculo entre la producción cooperativa o familiar y el Estado se puede construir de manera directa,sin apelar a eslabones que no agregan valor pero suman precio”.