Como sacados de una serie on demand, los espías del macrismo protagonizaron maniobras de todo tipo para conseguir información clandestina o amenazar a sus víctimas. Bombas de trotyl, una agente que se infiltró como empleada doméstica, un falso admirador, una motoquera y un fotógrafo que disparaba su cámara desde una obra en contrucción. Todo formaba parte del menú de métodos del espionaje ilegal perpetrado por los Súper Mario Bros. 

El pan de Trotyl

Colocar amenazas con bombas de trotyl pareciera ser una herramienta repetida dentro de la banda de espías ilegales que actuaban bajo la órbita de la AFI comanda por Gustavo Arribas. El narcotraficante confeso, Sergio "Verdura" Rodríguez, relató ante el juez Federico Villena - quien hasta hace pocas horas estuvo al frente de una de las causas que investiga el accionar de la AFI macrista- cómo lo reculutaron para colocarle el explosivo al funcionario del Ministerio de Defensa, José Luís Vila, quien --según creían-- le disputaba el cargo a Arribas. Verdura fue llevado en el auto de uno de los agentes y debió caminar por la Avenida Callao y dejar la caja en la puerta del domicilio de Vila, en el centro de la Capital Federal y a plena luz del día. 

El mismo mecanismo fue ordenado también a los agentes Emiliano Matta y Daiana "Buky" Baldassarre. El pan de trotyl debían ponerlo frente a la casa del periodista Hugo Alconada Mon, en la ciudad de La Plata. Pero el operativo se frustró porque al momento de dejar el explosivo se encontraron con que había un patrullero en el lugar. 

Si bien la mayoría de las mujeres de la banda estaban destinadas a tareas de análisis, "Buky" no es un personaje menor en la historia y fue una de las más mencionadas por sus colegas ante la Bicameral de Seguimiento de los Servicios de Inteligencia. Según aseguraron quienes declararon en el Congreso, era una de las más activas en el trabajo de campo de la organización. En ese contexto, Pagina/12 pudo saber que el nombre "supuesto" de Buky (todos los agentes tienen un nombre falso dentro de La Casa) era Dolores Benoni. A diferencia del resto del grupo, ella no pertenecía a la policía de la Ciudad, por lo que se quedó sin trabajo luego de haber sido desplazada por la intervención a cargo de Cristina Camaño. A diciembre del año pasado, su sueldo en blanco era de $39.970. 

La motoquera

Otra de las mujeres que también tuvo un rol importante en las operaciones en territorio fue Mercedes Funes Silva. "Mechi" tuvo la misión de camuflarse entre las decenas de motos que están habitualmente estacionadas en la puerta del edificio anexo de la Cámara de Diputados. En su mayoría pertenecen a trabajadores/as de mensajería o a empleados de oficinas de la zona. Según ella misma reveló por escrito ante la bicameral, sus jefes le daban el detalle de las patentes y los modelos de los autos a los que debía "caminar". Pero, siguiendo la metáfora, las persecusiones no eran a pie sino, precisamente, a bordo de una moto que conducía un tal "Jony". Así es como Mechi, cámara en mano y Jony al volante, se lanzaban a perseguir por las calles de la ciudad a los vehículos de  Emilio Monzó, Nicolás Massot y Cristina Kirchner, cuando salían del garage del Congreso Nacional. 

La empleada doméstica

Según surge de uno de los chats que forma parte del expediente a cargo del juez Villena, la banda le "plantó" una empleada doméstica a la madre de Diego Santilli. Martín Terra, ex marido de la actual pareja del Vice Jefe de Gobierno Porteño y cheff que fue reclutado en la AFI por Gustavo Arribas es quien, precisamente, se atribuye el logro de haber infiltrado a la trabajadora para seguirle los pasos de cerca al esposo de su ex pareja.

El cholulo

Las operaciones contra Santilli incluyeron seguimientos exhaustivos sobre sus movimientos y un episodio que pareció guionado. Emiliano Matta, uno de los espías de campo de la organización, era el encargado de fotografiar al funcionario y hacer el estudio ambiental de su domicilio. En una oportunidad, cuando estaba por capturar la imagen del pallier del edificio, se topó de frente con Santilli. Esto lo cuenta entre risas en uno de los mensajes al grupo de WhatsApp el propio Matta, quien, para disimular le pidió sacarse una foto con él y le dijo que era un gran admirador. El espía siguió con la farsa, le dio su número de teléfono y consiguió que lo invitaran a una reunión del Pro. Matta no desperdició la oportunidad y también sacó fotos en ese encuentro.