Estamos transitando la urgencia a las que nos enfrente la pandemia COVID19, como todxs, guardada en mi casa-taller esperando que la incógnita se devele ¿cómo y cuándo pasar de esta fase uno, dos, tres y cuatro a un ciclo de nuevos vínculos y estrategias para estar todxs juntxs de manera más cooperativa y solidaria?, ¿cómo lidiar con las incertezas?, ¿cómo hacer un futuro posible? ¿cómo mirar todo otra vez desde este prismático 2020? La realidad me afecta, me toca y me trasforma como a todxs y como artista, también yo, intento afectar esta realidad con acciones, pequeños gestos, obras o proyectos; desde el activismo poético, la educación y desde todo lo que este a mi alcance. Respondo con tristeza, sensiblería, humor, amor, enojo y rebeldía, de acuerdo al momento histórico y emocional en que me encuentro. La disponibilidad es otra manera de ser y de estar que nos caracteriza a lxs artistas argentinxs, nos piden textos, playlists, obras y tener ideas brillantes que respondan con un click a cada nueva coyuntura. En una ciudad y un país en suspenso me encuentro ahora escribiendo este texto que, me piden, sea sobre una muestra que me haya impactado o interpelado.

¿Cómo elegir una obra cuando uno es fan del arte argentino?

No sé si puedo escribir un texto, no es mi actividad la de escribir, pero busco continuamente obras, espacios, palabras, personas que me muestren aires que me extrañen y sonidos con que regar la mera curiosidad y el constante desafío de entender. Así es que camino por la calle, me encuentro con amigxs, escucho, discuto, comparto y disfruto. El tiempo me va dictando cuándo ciertas experiencias, cuándo una muestra me marca la piel, me deja una huella. No siempre la impresión más fuerte la tengo durante una inauguración o durante el recorrido de una muestra, tardo un tiempo en darme cuenta cuál me traspasó el entusiasmo inmediato y quedó en mi cuerpo y en mi archivo sensible. También busco momentos que son especiales, momentos en los que se revela lo sencillo en toda su potencia.

Hace varios meses que no veo nada que no sea en pantalla, estado que me distancia de entender y sensibilizarme con el arte pre-pandemia. La memoria no es una buena herramienta para mí, necesito dejarme estar hasta que las imágenes me vuelvan a convocar. En mi cabeza aparecen el color cartón, unos micro cuadrados de cartón, color de suelo firme y abrigo. Un pequeño espacio a la calle con obras construidas con gestos que recortan diseccionan y comentan. Quiero, definitivamente, dar visibilidad a esta obra, a la obra de una artista mujer, activa, activista creativa, activista docente y activista del buen humor y del color y, activista en todos los sentidos que tenemos las mujeres para actuar en nuestra vida cotidiana. Elisa Strada y su muestra Rescue en Selvanegra Galería. Sí, esa es la muestra.

Bueno, es así que me dispongo a escribir.

Elisa Strada es amiga, es querida, amo encontrármela porqué sé que nos va a atravesar la risa para curar el espanto. Se formó en la Universidad de Buenos Aires, como diseñadora gráfica y sus ojos no paran de saltar de logo en logo, esos signos y tipografías que identifican una marca, institución, sociedad, iniciativa política, comunitaria, solidaria, etc. Sólo que su mirada queda encantada con la traducción de esos logos al diseño de la forma y el color, a su lugar de origen: amplía y fuga, de esta manera, sus capas sentidas y de sentido. Lo que más me emociona de este trabajo es su cartografía, como me lleva del pequeño cartón, del micro recorte de una caja de embalaje al local de venta, al depósito y de ahí a la calle para volver y reciclarse en otro cartón. Cada obra de esta muestra, cada grupo y conjunto de recortes de cartón me conmueven. Su configuración, una configuración donde no hay competencia, hay conjunto, hay superposición, hay una narración hecha entre todxs, hay vecindad, hay comunidad, hay comunión, hay conglomerado y ciudad. Hablan otra lengua, la de lo pequeño y lo más invisible. Todos hablan despacio, nadie grita, se acompañan, una dimensión donde el mercado se diluye Elisa me muestra algo en lo que nunca me había detenido, a lo que nunca le había prestado atención, esa gráfica minúscula, la señalética de las manos, de los trabajadores de lo cotidiano de levantar, traer y llevar. Notas, signos, nombres, puntos, letras de tinta en un rincón de cada caja. Soy frágil y criolla, tengo que estar de pie, no me acuestes y muchas otras indicaciones de cómo tratar y trasportar cada caja.

Y me pregunto también ¿El cartón es mujer? Cartón que protege, de la lluvia, del viento, de partículas extrañas, de virus no deseados, ¿será el cartón o la cartona o cartonx? No lo sé, por ahora entiendo es la sutileza de lo terrenal.

¿Me pregunto qué diría de esta ciudad Ítalo Calvino?

Marina De Caro nació en 1961 en Mar del Plata, pero vive en Buenos Aires. Coordinó en Buenos Aires el Proyecto Trama, programa internacional de cooperación y confrontación entre artistas 2001/05, los encuentros de Video Bastardo y el Club de Herramientas Disponibles para artistas. Desde el año 2000, dirije un taller para artistas. Desarrolló el Proyecto Pedagógico Artistas en Disponibilidad. La educación como un espacio para el desarrollo de Micrópolis experimentales para la 7ma Bienal do Mercosul: Grito e Escuta, Brasil y el proyecto educativo El laberinto de los sentidos para el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Realizó exposiciones individuales y colectivas, performances, proyectos independientes para la comunidad artística. Forma parte de np/ Nosotras proponemos y Artistas Autoconvocades con quienes están armando un tarifario para la comunidad artística. Participa en coleccionables de emergencia, proyecto de artistas para colaborar con distintas iniciativas sociales federales en la emergencia del COVID 19.