Los casos de coronavirus mostraron en las últimas semanas rebrotes en distintos países desarrollados. Las expectativas de recuperación de la economía estadounidense para el segundo semestre del año comienzan otra vez a ponerse en duda.

Entre los economistas influyentes de Estados Unidos se considera improbable la posibilidad de una recuperación en forma de V, a pesar de los datos de estabilización del mercado laboral y de la expansión de algunos indicadores adelantados de actividad económica.

La propensión al ahorro de la población -más allá de lo que ocurra con la pandemia con el correr de los meses- tiende a incrementarse por efecto precaución. No hace falta la Teoría General de Keynes para adelantar este impacto sobre la demanda agregada.

Los consumidores tendrán intención de conservar una porción mayor de sus ingresos por más que en la segunda parte del año aparezca una vacuna. Los hábitos de la población se modificaron en forma rotunda estos meses al igual que sus temores sobre el futuro.

El rol del Estado será clave para generar movimiento económico e intentar compensar parte del estancamiento de los mercados internos. Para ello nada más efectivo que un país acostumbrado a planificar su estrategia de crecimiento.

Los inversores buscan adelantarse a los acontecimientos. Esto puede ser una pista de lo que ocurre en la bolsa de China. El indicador CSI 300 es un índice bursátil que replica precios de las 300 empresas más importantes de la bolsa de Shangai y Shenzhen.

En los últimos 18 días hábiles este índice de acciones marcó un aumento cercano al 20 por ciento y desde el 23 de marzo el incremento asciende al 30 por ciento. Superó los picos anotados al inicio del 2018 y ya cotiza en uno de los niveles máximos de toda la serie.

La capacidad de organización de China fue notable para enfrentar el avance de la crisis sanitaria y evitar un incremento imparable de los casos. Se trata de la misma capacidad para ordenar su estrategia de producción y distribución económica.


Este año será una de las pocas economías del mundo sin caídas del PIB y de las pocas en dónde la recuperación parece sólida para el segundo semestre. Los inversores consideran que también será de las que logre los mejores resultados en la nueva década.

Las empresas chinas se ubican en la frontera de la tecnología en algunos de los sectores estratégicos como el de las telecomunicaciones, la energía nuclear, la cuántica y acumulan cifras multimillonarias en innovación y desarrollo.

Los grandes fondos de inversión del mundo occidental reacomodaron las estrategias de su cartera de activos para incrementar la participación de su capital en empresas chinas durante la segunda mitad de este año.

“Era más fácil y más perezoso creer que China fracasaría o abandonaría su modelo impulsado por el Estado. Pero China se hizo más poderosa”, lo definió un artículo publicado en la agencia Reuters esta semana.

En este medio especializado en finanzas reconocieron que pronosticar un estallido de la economía china fue una lectura poco atinada de los analistas en los últimos años. Se hablaba de una burbuja que no sólo nunca explotó sino que ahora pocos creen que puede explotar.

El mundo económico se enfrenta a un cambio de época y de paradigmas. En los próximos años –con o sin pandemia- el Estado tendrá un rol clave, ytodo hace pensar que entre los ganadores estarán lo que apostaron a planificar

* Analista financiero.