El próximo miércoles se cumplen diez años de aquella madrugada en la que, a las cuatro de la mañana, tras una maratónica sesión de quince horas, el Senado aprobó la Ley 26.618 de matrimonio civil, conocida como de “matrimonio igualitario”. Con la promulgación de la ley, Argentina se convirtió en el primer país de América Latina que permitió que se celebren uniones entre personas del mismo sexo, y en el décimo país en el mundo en reconocer este derecho. El debate que acompañó el tratamiento de la ley, dentro y fuera del recinto, fue intenso, como cada vez que se han promovido derechos sociales en el país. Tan intenso y equiparable a lo que sucedió antes, en 1987, cuando se promulgó la ley de divorcio vincular, y después, en 2018, con el tratamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Para recordar aquella jornada y las luchas que materializaron la ley, y analizar el impacto social y cultural, Caras y Caretas organiza una Mesa Virtual con Gabriel Oliveri, Liliana Viola, Franco Torchia y Marlene Wayar, quienes adelantaron cómo encararán el tema.

El camino hacia la sanción de la ley estuvo marcado por años de activismo de las organizaciones de la diversidad sexual. En la que no faltaron disidencias internas frente a esa institución clave de la heteronormatividad, y en la que tuvieron que enfrentar una espiral de violencia discursiva de los sectores conservadores, que alcanzó cotas altas y apocalípticas a la hora del tratamiento de la ley. La iglesia, traccionando a los sectores ultramontanos, calificaba la iniciativa como “la pretensión destructiva al plan de Dios" y “una movida del diablo”.

Mientras, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) respondía reflotando una vieja campaña con el slogan “somos familia”, que había lanzado cinco años antes cuando se presentó un proyecto de unión civil. El instituto Nacional Contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo (INADI) apelaba al lema “el mismo amor, los mismos derechos”, y la Federación Argentina de Gays, Bisexuales y Trans (LGBT), en una reivindicación más política, comparaba la conquista del derecho al matrimonio con la del voto femenino y el divorcio.

A pesar de los anuncios apocalípticos, el mundo no se acabó. Se sancionó la ley, que llegó al Congreso avalada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con 33 votos a favor y 27 en contra. El mundo siguió girando, miles se casaron y otros tantos se divorciaron. Otros, en cambio, declinaron hacer uso de ese derecho porque nunca estuvo en sus planes. Entretanto, se reconfiguró el sentido común y la subjetividad de las parejas del mismo sexo, aunque para algunos sectores sexodisidentes la ley no solucionó la discriminación que sufren las minorías sexuales sino que, además, se convirtió en un corset para las subjetividades que quedan excluidas de este contrato social, como las asexuales, poliamorosas, solteras, por lo que se enfocaron en reivindicar un reconocimiento de la diferencia antes que de la igualdad.

Con la idea de reponer todo este contexto, analizar cómo impactó la ley y recapitular esas jornadas, Gabriel Oliveri, conductor de Con estilo radio en AM750, autor del libro Una vida cinco estrellas, y conocido por su alter ego, el Dr amor, coordinará la mesa virtual de este miércoles a las 19 hs. con transmisión en vivo por YouTube.

Al respecto, Viola, escritora y editoria del suplemento Soy de Página/12, adelantó que hablará acerca de "qué cosas buenas trajo la ley para aquellas personas que jamás habrían pensado en casarse y jamás se van a casar, y qué cosas perjudiciales trajo para los que estaban locos por casarse". Al mismo tiempo, recordó que la primera tapa del suplemento Soy, que nació dos años antes de la sanción de la ley, fue "sobre hijos e hijas que cuentan su vida con un papá gay o una mamá lesbiana, no reclamando la ley en el lenguaje que los activismos querían que acompañáramos sino mostrando relatos de vida o textos teóricos, analizando películas y libros, de una realidad que existía". En ese sentido, remarcó que la ley significó un "quiebre en el ingreso de esta temática en los medios, ya que eran temas que no se hablaban o no estaban en agenda".

Para Torchia, periodista, activista LGBT, autor del libro Orgullo y barullo, el desafío será "analizar los cambios simbólicos que produjo la ley y qué implicó en términos sociales, ya que trajo aparejada salidas del armario y cambios de perspectiva en la mirada de las disidencias sexuales. Partir de allí para entender cómo una institución tan añeja como la del matrimonio se convierte en un dispositivo de cambio tan positivo". Aunque remarcó que "hay postergación con la población travesti y trans, para las que los cambios que empujó la ley son insuficientes".

Tanto Viola como Torchia señalaron que un gran cambio que se dio es que, mientras en aquel entonces la batalla discursiva se ganó poniendo el acento en el amor frente a la virulencia de los discursos, tras la sanción de la ley, se pudo dejar de hablar del amor para ver las conveniencias e inconveniencias que trajo el matrimonio.

Para Wayar, escritora, activista y directora de El Teje (primer periódico travesti de Latinoamérica) el punto de arranque será opuesto y nada celebratorio: "Nosotras tenemos otra manera de transitar, el matrimonio es una institución que no nos interesa, aunque el diálogo social que implicó sacar la ley permitió visibilizar y reconocer qué discursos maneja el odio. Pero la institución matrimonial nos ha colonizado. Y en ese sentido nos tenemos que ver como derrotadas frente a una idea que es patriarcal, independientemente de quién cumpla cada rol. Es una institución encorsetadora".