Finalmente, unos 113 días después de que comenzara la cuarentena y de que la normalidad dejó de ser normalidad a secas y pasó a denominarse “nueva normalidad”, parece que Salta se verá las caras con el coronavirus.

Los casos se empiezan a multiplicar y ya llegan a 90, se registró el primer fallecido por Covid-19 y se mantienen tres departamentos en Fase 1, con indicios fuertes de posible circulación comunitaria en algunas ciudades.

Si bien hoy se esperan novedades cuando el Gobierno marque la nueva hoja de ruta para esta semana, todo parece indicar que se seguirán sumando restricciones. Por lo pronto, en cuanto al turismo interno los municipios decidieron no esperar al Ejecutivo provincial y comenzaron a encerrarse, en algunos casos con motivos ciertos, mientras que en otros, por un efecto contagio o, inclusive, a pedido de los propios ciudadanos.

Justamente uno de los puntos que preocupaba a los empresarios del sector cuando hace un mes se evaluaba la posibilidad de abrir el turismo regional, era la reacción que tendrían los lugareños al momento en que empezaran a llegar los turistas. En vista de lo sucedido tenían razón con el temor, ya que, por ejemplo, en Cachi, que registró buenos niveles de reserva y juntó una cola de autos con demora de 2 horas para ingresar al pueblo por los estrictos controles, pidieron que se cierre la posibilidad de recibir visitantes, lo que comenzó a regir desde anoche.

San Carlos, Moldes, Vaqueros, La Poma, Seclantás y Animaná también cortaron el turismo interno e inclusive restringieron las salidas de los pobladores fuera de los límites municipales. Con estos antecedentes, la eventual decisión del Gobierno de volver a una restricción cercana a la Fase 1, parece que no tendrá un impacto desmoralizador entre los salteños, inclusive todo lo contrario.

Como en esos finales de fiesta en los que el disc jockey prende de a poco las luces al tiempo que baja el volumen de la música, aquí Sáenz fue poniendo restricciones graduales que anuncian el fin del distanciamiento social y prepara gabinete y policías para una nueva etapa de aislamiento, aunque por lo menos hasta ayer a la noche, sin ninguna confirmación oficial.

La hora cero

De continuar la curva ascendente de nuevos casos, toda la preparación de estos 113 días se pondrá a prueba. Allá por marzo la ministra de Salud, Josefina Medrano, planteaba un escenario pesimista de 1.500 muertos en la provincia por la Covid-19, se sospecha que en este tiempo transcurrido hubo mejoras en el sistema de salud que disminuirán drásticamente dicha cifra.

A nivel país en tres meses hay 1.800 muertos sobre un total de casi 100 mil enfermos, por lo que la cantidad de fallecidos pronosticada por Medrano a priori suena exagerada. Sin embargo, la falta de información cierta sobre el estado del sistema de salud de Salta, hace que sea imposible descartarla de cuajo.

Gobernador, ministros, funcionarios y legisladores oficialistas, recuerdan periódicamente como un mantra la paupérrima herencia recibida en materia sanitaria, pero nunca ahondan en detalles. En estos tiempos de pandemia las urgencias corren por otro eje que impiden hacer balances e inventarios, pero algún día en el mediano plazo la actual gestión debería precisar ese slogan de la herencia con datos concretos.

Hasta aquí el último racconto en la materia lo hizo Juan Manuel Urtubey en la apertura legislativa del 1 de abril de 2019. Allí destacó la baja durante su mandato de los déficits de mortalidad infantil y materna. También dijo que en sus 12 años de gestión aumentó un 44 % los recursos humanos en el sistema de salud, se instalaron 5 tomógrafos, se compraron 293 motos para agentes sanitarios y unas 100 ambulancias nuevas, que se sumaron a las 157 que había. 

En materia edilicia se construyeron 8 hospitales y se completaron 96 obras de ampliación o refacción en distintos nosocomios, además se hicieron 12 nuevos centros de salud, 40 puestos sanitarios y 9 dependencias de salud.

Visto solo como simples números, parecería que el sistema de salud salteño, cuanto menos, está mucho mejor que hace 12 años. Pero “la estadística es la ciencia que demuestra que si yo no tengo un auto y mi vecino tiene dos, ambos tenemos uno”, decía el irlandés Bernard Shaw, por lo que el análisis no debiera hacerse desde lo cuantitativo (hasta el peor gobernante inaugura obras en un mandato de cuatro años), sino desde lo cualitativo.

Recién ahí, cambiando el enfoque, se podrá discutir seriamente qué hace falta, pero sobre todo, dónde. Por lo pronto la pandemia presenta una oportunidad única de fortalecer el sistema de salud, independientemente del estado previo, ya que se volcará una cantidad de recursos extraordinarios que en épocas normales no llegan.

Sería bueno que en abril de 2021, Sáenz en la Legislatura no diga que se aumentaron en un 3000% la cantidad de respiradores o que se entregaron decenas de ambulancias que en la práctica sirven para el traslado sistemático de pacientes del interior a la capital, y que por el contrario el gobernador de cuenta de un plan con un cambio estructural de la salud, en el que, por ejemplo, los establecimientos del interior avancen en tratamientos de mediana y alta complejidad.

Recalculando

Si bien a nivel mundial se olfatea que la post pandemia puede llegar a generar cambios y reconfiguraciones que desde la Segunda Guerra Mundial no sucedían, aquí en Salta dejó en evidencia cuestiones que se encontraban en un segundo plano, latentes, pero que no eran parte de la agenda inmediata.

A la ya mencionada vulnerabilidad del sistema de salud, se suma el enorme déficit habitacional salteño, que conlleva al hacinamiento que puede generar un efecto multiplicador de la Covid a niveles alarmantes, tal lo sucedido en las villas porteñas.

Una investigación nacional de la organización Techo , señala que según el Relevamiento Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en la provincia de Salta existen 154 asentamientos en los que habitan más de 20.000 familias, de las cuales el 98% no tiene acceso a redes de agua potable, requisito básico de higiene contra el coronavirus. El 70% de esos asentamientos están en capital y Tartagal.

De los encuestados, el 55% considera que viven hacinados y que esa condición los perjudica para enfrentar a la Covid. Lejos estaría de ser esa vulnerabilidad consciente de los hacinados un gesto estoico o resignado, sino que realmente configura una manifestación de alarma que puede generar un conflicto social si se empiezan a registrar casos en esos barrios populares, en donde la cuarentena no es una opción válida tanto por cuestiones edilicias como laborales.

Otro punto que toma relevancia en la pandemia, pero sus orígenes hay que rastrearlos mucho tiempo atrás, es la brecha tecnológica y de conectividad. La importancia de internet, ya quedó demostrada, excede el ocio, y hoy se convirtió en una herramienta laboral y educativa indispensable, que, coronavirus mediante, se acentúan con prácticas de teletrabajo y enseñanza a distancia que llegaron para quedarse definitivamente.

Por lo tanto, la necesidad de acceso a una conexión de internet con una velocidad digna se convierte en algo prioritario que debería incluirse como política de Estado nacional y provincial, como alguna vez se hizo con el turismo.

Otra vez Salta arranca rezagada al respecto, tres de cada 10 alumnos de primaria y secundaria no tiene acceso a internet, según el Observatorio Argentino por la Educación. En tanto, la Cámara Argentina de internet advierte que el 55,5 % de los hogares salteños no acceden a la red, muy por encima de la media nacional que es de 34,2%. 

Y lo otro no menos importante es que el promedio de velocidad de conexión que registra la provincia es 9.2 mb, mientras que la media nacional supera los 17 mb.

Si “hubiéramos tenido una política como el Conectar Igualdad durante el macrismo, la situación de la conectividad en la pandemia hubiera estado parcialmente resuelta” , indica la investigadora del Conicet María Chachagua, que se dedicó a estudiar ese plan lanzado en 2011 y desmantelado durante la gestión del ex presidente. No es la pandemia, fue Macri.

Toldeño no hay camino, se hace camino al andar

En estas épocas de vacas flacas en cuanto a obras públicas, la más mínima oportunidad de cortar una cinta se cotiza como agua en el desierto. Por eso no fue casual que hasta el propio presidente Alberto Fernández destaque en el acto multimedia del 9 de Julio, la inauguración de la futura ruta, hoy huella, que le permitirá a los habitantes de Los Toldos, transitar con camionetas 4 x 4 íntegramente por territorio argentino sin salir de Bolivia.

Pasaron 82 años desde que esa localidad fue incorporada al territorio nacional, luego del acuerdo limítrofe con Bolivia en 1938. Tuvo que venir una pandemia y el férreo cierre de fronteras internacionales, para que se tome conciencia de la anómala situación que vivían en ese pueblo, que para poder llegar al resto del territorio salteño debían circular 100 kilómetros por rutas bolivianas.

Ahora prometen consolidar el precario camino de montaña y analizar nuevas trazas más accesibles para el futuro. En el acto de inauguración Sáenz sacó pecho y celebró que en seis meses de gestión consiguió dos cosas para Los Toldos: el mencionado camino y un cajero automático (éramos tan pobres…).

Lo cierto es que por ahora los toldeños pueden anotarse en la lista de los que tienen algo que agradecerle al coronavirus, que en principio solamente integran con la fábrica cordobesa de respiradores artificiales.

IFE nuestro que estás en los cielos

Las marchas y contramarchas del pago del Ingreso Familiar de Emergencia también dejan en evidencia la precaria situación económica de Salta, con casi 350 mil beneficiarios del plan, nada menos que un 27 % de la población total.

La vulnerabilidad económica de los salteños excede la pandemia y lejos está de ser consecuencia del coronavirus, sino de una cuestión estructural que relegó al NOA a ser el patio del fondo del país. Así, el Estado debe ejercer como el principal empleador, ante condiciones de competitividad claramente desventajosas con el centro del país que impiden la instalación de empresas e industrias en la zona.

Ahora el litio es nuestra nueva ficha de la ruleta que busca acertar el pleno, como antes lo fue el petróleo y, en menor medida, la soja. Esto apura la discusión de cuál es el modelo de minería que se necesita para crear una fuerte base sustentable.

Solo así se podrá garantizar que cuando el litio se acabe o deje de ser un mineral de valor, no quede el desparramo de pueblos fantasmas en plena Puna y decenas de pymes proveedoras de las minas, quebradas.

Pero por lo pronto, la forma más directa que tiene la provincia de generar 3.200 millones de pesos mensuales es prendiéndole una vela a San IFE para que dure unos meses más y no nos deje caer en la indigencia. Amén.