El 15 de julio de 2010, a las cuatro y cinco de la mañana se aprobaba en el Senado de la Nación la ley de matrimonio igualitario con 33 votos afirmativos, 27 negativos y 3 abstenciones. Afuera, una multitud siguió el debate parlamentario a pesar del frío, reunida en la plaza Congreso frente a un escenario que habían montado las organizaciones LGBTI+ con un cartel gigante que decía: “El mismo amor, los mismos derechos”.

El camino de la lucha por la igualdad empezó mucho antes. El 14 de febrero de 2007, María Rachid, integrante de la Federación Argentina LGBT (Falgbt) y La Fulana, y su entonces pareja Claudia Castro fueron al Registro Civil, pidieron turno para casarse y, ante la negativa del funcionario de turno, presentaron un recurso de amparo para que se declarara inconstitucional la ley que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Nosotros lo que queríamos eran los mismos derechos con los mismos nombres”, dijo Rachid a Página|12.

Así, empezó una estrategia de presentación de amparos ante la justicia que culminó con nueve casamientos antes de la sanción de la ley. Uno de esos matrimonios fue el de Martín Canevaro, secretario de 100% Diversidad y Derechos, y Carlos Álvarez en abril de 2010. “Además del impedimento concreto de acceder a la protección estatal que implica ese reconocimiento, implicaba también el aval estatal para la discriminación -afirmó Canevaro-. Cuando el Estado es el que discrimina, legitima las prácticas y los actos discriminatorios que se expresan a nivel de la sociedad y del conjunto de las instituciones”.

A principios de 2008, el presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), César Cigliutti se casó en España con quien era su pareja hace más de veinte años, Marcelo Suntheim. “Fue una estrategia para mostrar a nivel mundial y en Argentina que nosotros nos podemos casar en España, pero no en nuestro país -contó Cigliutti-. La estrategia número uno del activismo es la visibilidad”.

Otra estrategia para el debate social de matrimonio igualitario fue el armado de un “argumentario” para responderle a quienes estaban en contra del proyecto. “Hubo un argumento que se repetía permanentemente y es que ‘matrimonio’ viene de ‘mater’ que, a su vez, viene de ‘útero’ y por eso en el matrimonio tiene que haber una mujer -afirmó la militante de la Falgbt -. A un compañero se le ocurrió explicar que ‘salario’ viene de ‘sal’ porque, en algún momento, el salario se pagaba con sal y si, por el orígen de la palabra, alguien intentara pagarnos el salario con sal, estaríamos en un problema”.

A pesar de que el proyecto contaba con el apoyo del Poder Ejecutivo, Cigliutti recordó que durante el debate en la Cámara de Diputados vio “cómo empezaban a sonar los celulares y llamaban los obispos de cada provincia diciéndole a los diputados que votaran en contra”. “¿Pero qué pasó? Entró Néstor Kirchner. Y muchas manitos se levantaron gracias a Néstor Kirchner”, mencionó emocionado el dirigente de la CHA. El proyecto obtuvo la media sanción la madrugada del 5 de mayo con 126 votos a favor, 110 en contra y cuatro abstenciones.

Según Canevaro, cuando el proyecto fue al Senado “el proceso es un poco más complejo”. “La senadora (Liliana) Negre de Alonso instrumentó un proceso de dilación del debate parlamentario que fueron audiencias públicas en todas las provincias”, afirmó el secretario de 100% DyD. Sin embargo, las audiencias permitieron que personas LGBTI+ se organizaran a para militar a favor de la ley.

El 13 de julio, se organizó frente al Congreso -y en otros puntos del país- la Marcha Naranja en contra del proyecto. La movilización fue impulsada principalmente por las autoridades de la Iglesia Católica. Mientras tanto, las agrupaciones LGBTI+ convocaron a un ruidazo por el matrimonio igualitario.

Canevaro recordó que el día que el proyecto se trató en el Senado hacía mucho frío y los bares de la zona estaban repletos de gente que intentaba protegerse de las bajas temperaturas. “La verdad es que no sabíamos el resultado”, confesó y reconoció el rol clave para la aprobación de la ley de la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Argentina fue el décimo país del mundo y el primer latinoamericano en tener una ley de matrimonio igualitario. Si bien hay asuntos pendientes, como el cupo laboral travesti-trans, la legalización del aborto, la modificación de la ley antidiscriminatoria y la actualización de la ley nacional de sida, los activistas aseguraron que estos diez años son motivo de festejo. “Hoy les niñes, les jóvenes, saben que viven en un país que reconoce la libertad de ser cada quien lo que quiere ser de manera absoluta -sostuvo Canevaro-. Creo que el mejor legado es ese para la juventud: un país donde podemos ser un poco más libres y felices”.