Para la mayoría que lo recuerda con cariño y admiración, Julio fue el profesor, el doctor o el juez. Para nosotros, el tío Julio. 

Claramente lo recordaremos en el mismo sentido, pero también vamos a tener en nuestros corazones al hombre que nos hizo hinchas de River y el que nos cagaba a pedos cuando no comíamos toda la comida que se servía en el plato. 

Julio fue según su visión un gran folclorista. Se animaba a desafiar a cualquier público para que escuchen su música. También era un gran bailarín junto a su esposa, la tía Chona. 

Además de profesor, jurista, maestro, era una gran persona, tío, hermano de la Regi, padre de Fede y Guille, hincha de River y de Belgrano de Córdoba, folclorista amateur y asador. Un gran puteador además. 

Todo eso combinado en una sola persona que en los últimos años estaba enojado con el funcionamiento de parte del Poder Judicial, específicamente el Partido Judicial, cuyos integrantes tiraron a la basura todo el Codigo Penal. 

Sus columnas en Página y otros medios reflejan con claridad su visión. En los últimos años su pasión por la política se incrementó. La admiraba y quería mucho a Cristina. En su casa, donde pasamos muchos veranos, recibía muy témpano Clarín y el Página, como él le decía. Julio dedicaba más tiempo de lectura a Página. Con el correr del tiempo, Clarín no se compró más. Algo había cambiado (claramente Clarín, no Julio). 

Gran lector y poco televidente, no se perdía nunca 6, 7, 8. Lo veía junto a Chona. 

Julio se fue. Queda en muchos y muchas seguir su legado por una Justicia digna.