Hace 25 años, el mismo día en que suele recordarse un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad de Eva Perón, se producía el debut de Ramón Díaz como director técnico de River Plate, hecho que significó el inicio de una de las etapas doradas del club de Núñez. El novel entrenador riojano dirigió por entonces su primer partido al frente de la banda roja y sacó un empate 1-1 ante Vélez, por los cuartos de final de la Copa Libertadores 1995. Pero para el actual DT de Libertad de Paraguay aquél sólo sería el primer paso de un exitoso camino al frente del equipo millonario, al que condujo en tres ciclos distintos para obtener una nada desdeñable cosecha de nueve títulos en total, siete locales y dos internacionales.

Pícaro, socarrón y desafiante como pocos, sin ninguna duda el Pelado Díaz es uno de los grandes iconos de la historia de River, tanto en su etapa de notable delantero como en la de director técnico ganador. Precisamente con el buzo de DT, su característica lengua afilada lograba calentar la previa de cada Superclásico. Es que la rivalidad con los "primos" es tanta que vencer a Boca para él siempre representó ganar un campeonato aparte.

A sus 35 años, tras su paso por el Yokohama Marinos de Japón, Díaz había regresado a la Argentina con ganas de seguir una temporada más y retirarse en su amado River. Ya tenía en su haber cinco títulos con la banda roja. Sin embargo, fue tentado por el entonces presidente Alfredo Davicce para volver a la entidad de Núñez... pero como entrenador del equipo. El principal argumento para justificar semejante convite se basaba en que las experiencias previas de Daniel Passarella y Américo Gallego (al frente de la Selección argentina que se preparaba rumbo a Francia '98) fueron satisfactorias. Y la idea era apostar otra vez por "alguien del riñón del club".

Carlos Babington había sido el entrenador durante los primeros seis meses, pero acabó siendo eyectado de su cargo pese a haber clasificado al equipo a los cuartos de final de la Libertadores. "Fue un error haber contratado a Babington, debimos haber buscado un interinato tras la salida de Gallego; pero ya está, ahora intentaremos que Díaz pueda ser habilitado para estar en el banco, porque aún no tiene el carnet de director técnico", asumió Davicce en aquel momento.

Una de las primeras prácticas, con los jugadores de la Selección y Francéscoli ya de regreso. (Télam)

Un integrante del consejo de fútbol en esa época, César Traversone, lo relató de este modo: "Lo de Ramón fue así de golpe. Pese a que su intención era seguir jugando, le dijimos que lo necesitábamos como entrenador. Y aceptó. Entonces me reuní con Babington; ya estaba decidido que no continuara. El 'Inglés' me dijo de todo, menos lindo".

La decisión fue tan abrupta que asumió de manera interina Héctor Pitarch, quien condujo al equipo en un torneo de invierno disputado en Mendoza. El cuerpo técnico se armaba de apuro con personal del club. Y al primero que llamaron fue a Omar Labruna, quien acompañaría al riojano en todo el proceso. 

A eso había que agregar que el inicio de los trabajos en el Monumental se llevó a cabo sin varios de los titulares, que se encontraban jugando la Copa América en Uruguay. Por lo que Germán Burgos, Ricardo Altamirano, Leonardo Astrada, Sergio Berti, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo (con la Selección argentina), Celso Ayala (Paraguay) y Enzo Francescoli (con el combinado anfitrión) se anoticiaron en sus respectivas concentraciones de la llegada del nuevo DT.

Mientras tanto, en Buenos Aires, el jugador devenido técnico entre gallos y medianoche les daba sus primeras indicaciones a, entre otros, algunos de los jugadores con los que había compartido vestuario pocos años antes, como Walter Silvani, Ernesto Corti y Hernán Díaz.

Lo dicho: aquel 26 de julio de 1995, en el debut oficial de Díaz como DT millonario, River empató 1-1 en el Monumental frente a Vélez Sarsfield, en el partido de ida por los cuartos de final de la Libertadores. Flavio Zandoná, en la primera etapa, puso en ventaja al Fortín. Y cuando todo indicaba que el mentado estreno ante su gente acabaría en fiasco, el ingresado Gabriel Amato salvó las papas y marcó el 1-1 definitivo a cinco minutos del telón.

Para ese partido, Ramón dispuso en cancha a Sodero; Hernán Díaz, Roberto Ayala, Corti, Altamirano; Matías Almeyda (reemplazado por Amato), Astrada, Berti; Gallardo (sustituido por Gabriel Cedrés); Ortega y Hernán Crespo. Javier Castrilli fue el árbitro principal y justamente sus decisiones levantaron polémica, ya que sacó tres tarjetas rojas: una para el local (Berti), dos para la visita que comandaba Carlos Bianchi (Cardozo y Sotomayor). 



River pasó de fase, pero luego quedó eliminado en semifinales por Atlético Nacional de Colombia. Sin embargo, Díaz tuvo revancha al año siguiente y consiguió alzar la segunda Copa Libertadores para el club. Luego sobrevendría la difícil convivencia con jugadores de peso como Francescoli, Astrada, el otro Díaz y Burgos. Pero eso no le impidió formar uno de los equipos más destacados de la historia, que al día de la fecha sigue siendo recordado por el tricampeonato local logrado entre los años 1996 y 1997.

Con nueve títulos obtenidos al frente del equipo, Díaz se transformó en referente en Núñez. Muy querido por la parcialidad millonaria, como DT superó a glorias como José María Minella (siete consagraciones); Emérico Hirschl, Renato Cesarini y Angel Labruna (seis). "Soy el entrenador más grande de la historia de River", se ufanó alguna vez el inefable riojano, sin ambages y con la humildad ausente. Hasta que el Muñeco Gallardo se adueñó del banco. Y las estadísticas cambiaron.