---El Presidente ha repetido la idea de que de esta pandemia surja un capitalismo más humano e igualitario. ¿Qué medidas podrían tomarse en esa dirección?

---En el mundo tenemos un problema que lleva ya casi cinco décadas, que son reglas para la economía global escritas por un sector muy pequeño de la población, que es el sector más privilegiado, que los han favorecido enormemente a expensas de las grandes mayorías. En los últimos años la desigualdad dentro de los países aumentó muy fuertemente. En muchos países se ve que la productividad del trabajo ha crecido mucho pero que los ingresos promedios de los trabajadores no crecieron, es decir, que la generación de riqueza se distribuyó muy mal. Eso se traslada a desigualdades de poder que a su vez refuerzan las desigualdades económicas y sociales. Hoy, en el contexto de la pandemia, vemos las grandes deficiencias que hay desde el punto de vista de cómo se ha menoscabado el rol de los Estados en un esquema de globalización escrito principalmente por las elites. Eso no es sano para el desarrollo y es deseable que cambie.

---¿Y cual debería ser el rol del Estado?

 

---Para empezar, los Estados hoy tienen poca capacidad de reaccionar cuando las economías entran en una situación de crisis macroeconómica, de demanda agregada restringida. Vemos que las crisis se resuelvan mal, tardan mucho en resolverse. Argentina esas reglas hoy las está enfrentando en el contexto de su reestructuración de deuda soberana.