El fútbol brasileño sintió en propia piel la fuerza del coronavirus en pleno estreno del Brasileirao: el certamen, que este domingo cerraba su primera fecha en medio de los festejos del Día del Padre en Brasil, debió suspender el partido en el que Goiás recibía a San Pablo, ya con los jugadores del equipo paulista y el cuerpo arbitral en el campo de juego, porque en los testeos previos al juego se detectaron diez casos positivos en el plantel local, ocho de los cuales iban a ser titulares.

El partido estuvo a punto de jugarse, y la propia cuenta oficial del Goiás subió a sus redes una formación (en donde incluso se puede leer cierta vorágine al aparecer dos camisetas con el número 10), a pesar de que a minutos del inicio los dirigentes del equipo de Goiânia intentaban conseguir que se postergara el juego.

Más allá de la escandalosa suspensión, apoyada luego por San Pablo, y la compleja activación del protocolo (algunos de los casos positivos estaban concentrados junto a casos negativos y debieron ser aislados inmediatamente), en el centro de la polémica quedó la realización de los testeos: según informó en un comunicado oficial, el Goiás venía realizando las evaluaciones (alrededor de unas 70 pruebas RT-PCR semanales) con un laboratorio y, en las últimas, el centro de testeo fue elegido por la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF).

"Antes del partido contra São Paulo se llevó a cabo una nueva ronda de exámenes -detalla el comunicado emitido por el club, cuando intentaba conseguir la postergación del duelo-. Salvo que, a diferencia de las veces anteriores, esta vez la realizó un laboratorio elegido por CBF. Las pruebas realizadas el jueves pasado fueron invalidadas por la CBF. El reclamo es que las muestras fueron empaquetadas incorrectamente. CBF solicitó entonces una nueva colección al laboratorio y las pruebas se llevaron a cabo el viernes. La presentación de los resultados debería haberse realizado al menos 24 horas antes del partido, plazo que no se ha cumplido. Los resultados solo estuvieron disponibles para Goiás Esporte Clube este domingo por la mañana, día del partido".

El Goiás, además, explicó que la concentración de los jugadores comprometió a la integridad de su plantel: "De las 26 pruebas realizadas por la CBF, 10 estaban contaminadas, de las cuales ocho eran del equipo titular. Para empeorar las cosas, los contagiados se concentraron, durmiendo dos atletas por habitación. El club cree que, para seguir un protocolo de prevención y seguridad de la salud ante la Covid-19, todos los jugadores deben estar aislados y en observación, debido al contacto reciente con personas infectadas. El club lamenta la situación y ya ha realizado, por su cuenta, una nueva batería de pruebas sobre los contaminados".

San Pablo, primer rival de River cuando se reanude la Libertadores -su vuelta está programada para septiembre-, apoyó la decisión de postergar el partido, aún cuando las imágenes dejaron a la vista lo vertiginoso de la cuestión: sus jugadores y el cuerpo arbitral ya estaban en la cancha, a la espera del ingreso de los futbolistas locales y del pitazo de iniciación.

Desde la cuenta oficial de Twitter del club paulista, se refirieron al tema: "São Paulo expresa su apoyo e informa que está de acuerdo con la decisión de posponer el partido de este domingo, en Goiânia. No hay nada más importante, en este momento, que preservar la salud y reflejar a la sociedad la importancia de los cuidados".

Desde la CBF, se expresaron desde su canal de comunicación específico sobre la situación en Goiânia y anunciaron la suspensión del partido. En sus redes oficiales convencionales (las que tienen cuatro millones y medio de seguidores, contra 11 mil de su canal comunicacional) todavía pueden verse los deseos a los padres brasileños en su día, el del regreso del Brasileirao, una jornada de fútbol que no pudo escapar a la realidad de un país brutalmente golpeado por el coronavirus.