La crisis sanitaria global potencia trasformaciones estructurales y de largo plazo en distintas direcciones. El futuro del trabajo es uno de los elementos que más se discute en este punto a partir de un supuesto intuitivo: las cuarentenas en los distintos países del mundo reforzaron el incentivo a acelerar la automatización y digitalización de la producción.

El futuro del dinero es otro de los debates interesantes que ganaron impulso por la pandemia global. El Grupo de los 30 publicó recientemente un informe sobre el avance de las monedas digitales tanto privadas como estatales. En el documento se menciona que la crisis sanitaria acelera el quiebre de los paradigmas en el orden monetario.

La investigación estuvo a cargo del economista de Harvard Kenneth Rogoff y plantea que en las próximas décadas el sistema financiero tendrá un cambio estructural por transformaciones que empezaron a introducirse con el Bitcoin y siguieron con el anuncio de las monedas digitales de países y el desarrollo acelerado en los medios de pago.

La innovación en el uso del dinero tiene efectos profundos. Es un tema central para pensar la dinámica de las sociedades. Historiadores de la talla de Yuval Harari plantean que hubo tres elementos que le permitieron a los seres humanos transformarse en una especie que coopera a escala global: Los imperios, la religión y el orden monetario.

Puesto en otras palabras: el dinero fue uno de los factores claves que posibilitaron pasar de ser cazadores recolectores dispersos por el planeta a organizar sociedades con el potencial de unir a la humanidad bajo un conjunto único de leyes. ¿Esta tendencia que lleva 3000 años hace que sea posible pensar en una moneda única a escala global? ¿Es una locura imaginar la aparición de una moneda Covid? Para Rogoff no parece un imposible, sino una necesidad.

El economista aseguró que “el papel moneda –o sea el uso de los billetes y las monedas en efectivo- se ha vuelto marginal en las transacciones en gran parte del mundo desarrollado y emergente (con la excepción de las operaciones no declaradas ante los organismos tributarios)”.

El investigador –que es uno de los economistas más influyentes de Estados Unidos en temas financieros- asegura que “llegó la hora que los Estados desempeñen un papel más activo en la transición hacia las monedas digitales. La forma en se gestione este cambio impactará tanto en los Estados como en los ciudadanos”.

El economista plantea que la introducción de estas nuevas tecnologías puede colaborar incluso para repensar la política económica que requerirá el mundo para recuperarse del sobreendeudamiento y la depresión de los mercados internos luego de la pandemia.

Rogoff amplia este punto en una nota de opinión en Project Syndicate y asegura que “un cambio a las monedas digitales facilitaría la implementación de tasas de interés negativas que contribuiría en gran medida a fortalecer la política económica y sus efectos ante las situaciones de crisis”. Es la posibilidad de avanzar en dos innovaciones simultáneas.

Entre los principales casos analizados sobre implementación de tecnología en el sector de medios de pago en el informe del G30 se destacó el caso de China. También se planteó que Estados Unidos muestra un retraso en el desarrollo de los medios de pago del futuro y se destacan algunas reglas básicas que debe garantizar el uso de nuevas tecnologías:

1. Reducción de las comisiones en las transacciones.

2. La inclusión financiera universal (cuentas virtuales masivas).

3. Liquidación inmediata de los pagos (en lugar de demorarse hasta 24 horas).

*Enrique Milan es analista financiero.