Hoy necesito hablar del lenguaje inclusivo y tratar de comprender qué está pasando con este fenómeno que inunda las redes sociales y es utilizade hasta por nuestre presidente. Yo me pregunto: ¿Por qué tantas personas con diferentes modes de pensar, le fueren incorporande? ¿El lenguaje inclusivo intenta modificar la realidad? ¿O intenta adaptar la lengua a una realidad que ya fue modificándose en cuestiones de género en las últimas décadas? El lenguaje inclusivo ya está entre nosotres, lo que no significa que nos cueste un poco. Para les que pasamos les cuarenta, más todavía. Ni siquiera yo le uso totalmente cuando hablo. Lo que sí tengo claro es tratar de no utilizar el masculino genérico. Esta columna es un gran ejercicio para incorporar el inclusivo como herramienta cultural y politica. Sin embargo, cada vez que subo las columnas a mis redes, cientos de seguidores me lo reprochan. Transcribo tres como muestra: “Cómo vas a deformar así el lenguaje”. “Te respeto, pero ese lenguaje es basura”. “No me impongas ese lenguaje que no se entiende”. “¿No les alcanza con poder casarse? ¿Qué más quieren?”

No me molesta lo que digan, al contrario, más me cuestionan, más lo uso. Porque eso me da la pauta de lo importante que es incorporarlo. Creo que sienten que este idioma nuevo es una batalla perdida para el patriarcado o para los que viven cegados por la Matrix, o sea, los patriarcas. Después estamos les otres que salimos de esa Matrix y decidimos vivir nuestra realidad diversa e inclusiva. En lugar de vivirlo como alternativa, algunes lo viven como imposición. No faltan los que sacan a relucir la anécdota del “tú” y cómo quisieron imponerlo en las escuelas allá por los años 60 sin ningún éxito. Salvando las distancias en todo sentido, acá nadie impone nada. Es una ampliación de derecho y un buen gesto político cultural que no deja afuera a ningún ciudadano, ciudadana, ciudadane. Este fenómeno hoy excede la motivación original, ya que su origen está muy ligado al núcleo duro de las agrupaciones LGBTIQ+ por esa necesidad de impugnar el masculino genérico. Lo interesante es que trascendió a estas minorías para convertirse en un símbolo cultural, político y de libertad. Creo que la resistencia de muches tiene que ver con una asociación directa con la colectiva LGBTIQ+ dejando afuera otras luchas y por eso rechazan el cambio cultural.

Frente a este panorama conviene preguntarse: ¿Estamos ante un fenómeno de naturaleza lingüística, retórica o política?
Muches creen que todas al mismo tiempo. Santiago Kalinowski, licenciado y profesor en letras dice lo siguiente: “Es una decisión consciente calculada y diseñada que surge de un proceso que tiene muchas décadas de reflexión acerca del sexismo codificado en la lengua. Como se trata de un esfuerzo mayor que lo que trata es la mayor eficacia posible. El principio rector de esto es el efecto que logra en el auditorio, es entonces la retórica. Los fenómenos retóricos son aquellos que permiten comunicar algo de manera eficaz a un auditorio.” Me hace pensar esto, es bien interesante para cambiar el punto de vista. Dejar de pensar el lenguaje inclusivo como una imposición y aceptarlo como una ampliación de derechos para no dejar afuera a ningún ciudadano, ciudadana o ciudadane. El inclusivo entonces, es el resultado de una lucha política nacida en la calle. La lucha política de les jóvenes por la igualdad, la conciencia de una justicia y el respeto por el otre.

Al parecer el idioma va por detrás de la realidad, pero finalmente emerge. Los que lo entienden sienten fuerte la necesidad de modificar lo que ya no representa a todes y los visibiliza. Es necesario que todes nos sintamos incluídes cuando esta nueva sociedad nos nombre. Hay que mover los viejos engranajes para que el lenguaje sea económico , dinámico y esté parejo con la realidad. Las nuevas generaciones, nuestres hijes le necesitan.