A estas alturas del siglo XXI cualquier adulto debería saber que lo que publica en las redes sociales volverá a perseguirlo más temprano que tarde. Es, sin ir más lejos, lo que le sucedió al empresario y coleccionista de arte Juan Carlos Lynch, quien debió renunciar a su cargo como presidente de arteBA apenas tres días después de asumir funciones cuando se viralizaron distintas publicaciones sexistas, misóginas, racistas y gordofóbicas de su cuenta personal de Instagram. La indignación y los reclamos por su designación llegaron desde múltiples espacios, incluso directoras de museos oficiales y privados de enorme peso simbólico. En su caída, Lynch arrastró a su vicepresidenta, Matilde Grobocopatel –vinculada al grupo sojero y fumigador con glifosato-. Si bien la vicepresidenta no fue blanco de los reclamos, su vinculo al principal grupo sojero y partidario de la fumigación con glifosato del país no pasó inadvertido.

El caso tiene sus particularidades que exceden el sexismo de Lynch. En su renuncia también puede verse el trasfondo de una disputa económica y simbólica entre la fundación organizadora y los galeristas. Por un lado, tras la suspensión de la edición 2020 de la principal feria de arte del país, quedó pendiente la devolución del pago de los stands, que la organización pretendía hacer con el dólar al precio del momento en que fue pagado y no al valor actual. Por otro lado, hace rato que el complejo juego de poder de la feria había desplazado a varias galerías –algunas grandes, otras pequeñas- a zonas periféricas de su mapa y las había relegado ante delegaciones como las de Art Basel Cities. Este creciente descontento se había aplacado un poco durante la gestión de la presidenta anterior de arteBA, Amalia Amoedo Lafonte (nieta de Amalita de Fortabat), quien ejerció durante 2019 y renunció hace una semana. Estos tironeos atraviesan un momento delicado, en que varias galerías están bregando por la creación de una feria paralela, más equilibrada y, también, menos onerosa a sus bolsillos.

Toda la secuencia de los últimos días tiene ribetes sorprendentes. En primer lugar, a partir de la designación del mismo Lynch, un hombre que, más allá de comprar obra, reconocía ante los galeristas no ser un especialista en el tema. Así las cosas, cuando Claudia Fontes -una escultora que representó al país en la Bienal de Venecia- y Estefanía Papescu –gestora cultural compartieron en un foro especializado los viejos posteos de Lynch, el descontento tomó forma definida. El ahora ex-director esbozó las no-disculpas de manual: ante Infobae Cultura aseguró que él no era machista “porque tenía cuatro hijas”, que sólo eran “cosas que me llegaban” y que era su cuenta personal. Incluso invocó su apoyo a distintas causas vinculadas a los derechos humanos. Cambiar la privacidad de su cuenta para que sus posteos dejen de estar públicos y abrir una nueva cuenta para canalizar ahí su actividad “oficial” sonó más a lavado de cara que a arrepentimiento genuino.

Victoria Noorthoorn, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba) se mostró espantada por la designación de Lynch y se manifestó públicamente desde su cargo. “Desde el museo Moderno, estamos preocupados ante las expresiones del recientemente nombrado presidente de arteBA Fundación, y acompañamos a la comunidad artística en su repudio de toda expresión discriminatoria”. El gesto de criticar, no a título personal, sino en nombre de la institución, no puede haber pasado desapercibido. Noorthoorn advirtió también que “ante este cambio de época, es urgente que las instituciones culturales revisemos nuestros valores y apoyemos la profesionalización de nuestro medio, así como la protección del ecosistema cultural, incluidos artistas y galeristas”, una expresión que puede interpretarse como un llamado a recuperar cierto equilibrio perdido en el balance de poder de arteBA.

La venezolana Gabriel Rangel, directora artística del Museo de Arte Latinoamericano (Malba, de la Fundación Constantini) también se mostró contra la designación de Lynch, aunque lo hizo desde su cuenta personal de Facebook. “Me parece que el tiempo de nombramientos express en instituciones clave, públicas o privadas, ha terminado. Hoy es impensable escoger al representante de una parte importante del sector artístico con problemas de legitimación y consenso, por muy bien intencionada que haya sido esta decisión, pretendiendo ignorar cuán avanzada está una sociedad en la discusión de sus derechos civiles, más aún en materia de derechos sobre diversidad sexual y de género”.

Las voces de Noorthoorn y Rangel respaldaron la denuncia y el reclamo del colectivo feminista Nosotras Proponemos, que busca cambios en el mundillo de la plástica, con espacios expositivos más equitativos, dominados por los varones, pese a la gran cantidad de curadoras y artistas mujeres del circuito. “Como comunidad artística feminista repudiamos la designación del nuevo presidente de la fundación arteBA por sus posteos en redes con un alto nivel de sexismo, misoginia, racismo y gordofobia”, escribieron sus integrantes y exigieron al Comité de la Fundación que removieran a Lynch. Para el colectivo, su designación fue “un retroceso a nuestras luchas contra las violencias”. Nosotras proponemos cuenta con 90 integrantes en el país, pero más de 2500 adherentes fronteras afuera.

Los intentos de maquillar la situación no surtieron efecto. Ni el comunicado de Lynch al cerrar su Instagram (la frase “hay posteos que tienen sentido y contexto en un perfil personal de alguien sin compromisos y exposición pública” no parece muy sabia) ni la decisión oficial de arteBA de abrirle una nueva cuenta. Y aunque reconoció que “vistos en perspectiva” algunos de sus posteos “no fueron buenos” y pudieron haber “herido” o hacer sentir “justamente dolidos a quienes están embaderados con otras causas”, las disculpas que pidió resultaron insuficients a ojos de la comunidad.

La curadora Andrea Giunta lo resumió en su cuenta de Faceboook: “Los modos, los chistes, son destrato. La no representación de lxs artistas en las instituciones que viven de ellos ya no resultan admisibles. El tiempo que estamos atravesando podría ser un laboratorio para repensar la institucionalidad, la sociabilidad del mundo del arte”, escribió.

Mientras, el Consejo Administrativo de arteBa lanzó un comunicado en que afirma que “se abocará en lo inmediato a la identificación de un nuevo liderazgo para esta etapa”.