En plena ebullición de los streamings, una pareja fue tan atrás que saltó hacia adelante. "Somos la última generación que creció sin Internet", dice Guadalupe Campos Battilana, alias Lupe, de 37 años, licenciada en Letras y fanática del Family Game. Junto a su novio, Carlos Andrés Maidana, a.k.a. Kabuto, de 35, docente de Historia y dueño de una tienda de juegos, apelan a la retronostalgia: streamean videojuegos retro en Facebook.

Ni Lupe ni Kabuto son celebridades, ni se están llenando de guita. Tampoco dicen "buenardo", ni "ndeah", ni están pegadísimos. Su proyecto Gran Zanzibar Retrogaming es, digamos, "boutique": generaron una pequeña comunidad que todas las noches los ve jugar algún viejo videojuego.

"El pico de conectados fue de 120 personas, cuando hicimos un especial de Family y jugamos Ice Climber, Battle City y Circus Charlie", cuenta Kabu, risueño. Y sigue: "También sorprendimos, porque entrás a un stream y esperás que estén jugando al Free Fire".

En sus vivos de Facebook, los anfitriones interactúan con su público mientras fichinean. "Tenemos casi una dinámica de radio. Apelamos a la interacción y a darle al público lo que busca", explica Kabuto. Y desde ahí, un gesto que no pasa desapercibido: "Estamos en Facebook porque es una plataforma de viejos", bromea.

Aislamiento social, preventivo y fichinero

La historia dice que una noche, al comienzo de la cuarentena, comenzaron tímidamente con un stream. Los juegos retro les resultaban naturales ya que, de alguna u otra manera, formaban parte de sus vidas. "Estábamos los dos en casa. Yo había cerrado el local y Lupe recién se sumaba a un laburo home office. Arrancamos con el Sonic 2 y éramos unos 10 conectados, con toda la furia", asegura Kabuto.

Y lo que fue un pasatiempo se convirtió en un proyecto serio. Rápidamente, incluso, sumaron una edición vespertina (Brigada B, le dicen) conducida por Diego, el hermano de Carlos. Ahí, Diego se despacha con juegos "más nuevos". ¿Nuevos? De PlayStation 1 y 2, básicamente.

Con el correr de los días, la audiencia fue volviéndose más y más fiel. Y, de a poco, fue ensanchándose. "No nos sentamos a pensarlo, fue algo que pasó", comenta Lupe. Incluso, Gran Zanzibar Retrogaming tiene un particular sistema de membresía en el que sus seguidores pueden pedirles (vía pago en Patreon) que jueguen tal o cual fichín.

"Nos pasaron cosas locas, como que la comunidad de desarrolladores de MSX nos pagara para que juguemos al Spring Warrior, un juego de su autoría", cuenta Kabu. Y, en medio, un desfile de títulos que van desde el X-Men 2: Clone Wars hasta el Commandos: Behind Enemy Lines, pasando por el Castlevania: Symphony of the Night y el Plants vs. Zombies... "¡Que ya tiene 10 años y es retro!", sorprende Lupe.

"Igual, lo más, más loco que nos pasó fue que un chabón nos pagó para que juguemos hacks brasileños del Super Mario World", retoma Kabu. A la sazón, la decisión de abarcar al universo retro les sirvió como pretexto para llenar un vacío: "El consumo de stream está más ocupado por gente joven y el retrogaming se consume en función de la nostalgia", continúa.

Así, se convirtieron en uno de los pocos canales argentinos que streamean videojuegos de otras épocas. Pero, ¿por qué esa obsesión por el pasado? Lupe lo explica al detalle: "Estamos frente a la configuración de un nuevo cánon clásico de un medio que no lo tenía. Si bien su desarrollo tiene más, la industria de los videojuegos tiene unos 40 años. Ni el cine, ni la música, ni la literatura actual es comprensible sin el gaming de los '80 y '90. Es la base de todo".

Después de un tendal de transmisiones, los hosts notaron algunos comportamientos particulares entre sus seguidores. "Tenemos mucho público femenino cuando jugamos Family Game. Ahora, cuando jugamos SEGA, hay un racimo de…", apura Lupe.

¿El motivo? Tras macerar este escenario, Lupe logró decodificarlo: "En los ‘80, cuando apareció el márketing de las consolas para chicos, se promocionaron sin distinción de género. En cambio, a principios de los '90 comenzaron a marcar los géneros y SEGA se marketineó como un juguete de varones".

Family Business

De esta manera, con una PC estándar, emuladores y ROMs bajados de Internet y unos tres libros (Historia de la música occidental de Burkholder, Palisca y Grau, Diccionario Latín - Español de VOX y… La Biblia) como soportes para el celular, Lupe y Carlos montaron su propio negocio homemade.

Y con la base de seguidores del local homónimo (unos 6000 en redes sociales), ya están ganando dinero. "Que un proyecto dé plata lo hace perdurable", comenta Lupe, ante la tímida complicidad de Kabuto, quien además es miembro fundador de la revista Replay, la única publicación de cultura nostálgica del país.

Mientras tanto el local Gran Zanzibar, que fue uno de los mejores game stores de Buenos Aires y hoy se reconfiguró hacia la venta online, sigue siendo su principal fuente de ingresos. "La estamos remando en dulce de leche espeso estilo colonial", remata Kabu.

Sin embargo, pese a los contratiempos, la mayoría de los clientes, contactos y amigos de la tienda son hoy seguidores de sus streamings. "Ojo, también fuimos a Facebook porque no íbamos a partir de cero. En Twitch iba a ser tipo… ¿y estos quiénes son?", desliza Kabuto.

Así las cosas, con el retrogaming atravesando la vida de muchas generaciones y bajo la "huella cotidiana" que nunca se fue del todo (la mayoría de los gamers conservan sus viejas consolas), Gran Zanzibar Retrogaming innovó yendo hacia el pasado. "Si vas lo suficientemente atrás en el tiempo, vas a terminar siendo original", aporta Lupe. Y cierra Kabuto, con una declaración de principios: "En nuestro stream nunca nos vas a ver jugar Fortnite".