En los últimos meses volvió a circular el rumor acerca de la posibilidad (ya desmentida) de que el organismo de previsión social de la Provincia de Buenos Aires (IPS) cambiara su régimen armonizándolo con el de la Anses, en razón de que éste tuvo que socorrerlo financieramente. Para aquellos que no lo saben, el sistema jubilatorio de la provincia es sumamente ventajoso respecto del nacional, en gran medida porque el haber está atado al valor del salario del personal en actividad.

La pregunta es por qué surgió el rumor. Esto fue porque la ayuda nacional fue necesaria debido a que el Instituto de Previsión Social presentaba un déficit muy considerable y en ascenso: en 2019 fue de 20 mil millones de pesos y eso arrastraría a 2020 a unos 30 mil.

Se podría pensar que este problema es de larga data, pero no es así: el IPS llevaba más de 25 años de superávit continuo salvo un par de años puntuales hasta que en la gestión de María Eugenia Vidal se lo convirtió en una máquina de dar pérdidas. Su último superávit fue en 2016, y a partir de allí el déficit se incrementó constantemente: mil millones en 2017, doce mil en 2018 y veinte mil en 2019.

Para determinar cómo estaba el IPS hasta 2015, vale la pena hacer un poco de historia.

Entre 1968 y 1997, primero se permitió por ley que el Estado se quedara con parte de las contribuciones que debían ser enviadas al IPS. Posteriormente los aportes previsionales no transferidos fueron desafectados en las leyes presupuestarias, es decir que dejaron de ser obligaciones a pagar para el gobierno. Por lo tanto, resulta difícil determinar si la caja era deficitaria, aunque no parecería ser la situación ya que se sustentaba sin problemas y tenía excedentes que prestaba a la provincia.

A partir de 1998, por medio de la ley 12.150 el gobierno provincial comienza a entregar Letras de Tesorería a cambio de los excedentes del IPS (la posibilidad de emitir Letras Previsionales existía desde 1980). El funcionamiento era el siguiente: durante el ejercicio, la Tesorería General le iba enviando los fondos que el IPS necesitaba para su funcionamiento. Al cierre, se determinaba el resultado del organismo. Por los excedentes no entregados hasta ese momento la provincia otorgaba Letras Previsionales.

Según la ley, dichas letras devengaban un interés equivalente a la tasa promedio de la caja de ahorro común que publicaba el Banco Central o a la remuneración que recibían los depósitos de la provincia en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, la que sea mayor. En la práctica, surgieron dificultades con la forma de calcular esa tasa promedio que pagaba la provincia.

Los saldos de las Letras Previsionales, salvo un par de años, se fueron incrementando hasta llegar a 2017, segundo año del gobierno de María Eugenia Vidal, cuando comenzaron a achicarse para hacer frente al déficit que comenzaba a presentar el IPS. Trasladado a números: si la Letra a un determinado año era, por ejemplo, de 10.000 millones de pesos y ese año se generaba un superávit de 2000 millones, la Letra pasaba a ser de 12.000 milllones de pesos. Al dar déficit ocurriría lo contrario y el saldo de las Letras se fue consumiendo hasta quedar extinguido.

¿Por qué se produjo ese déficit? Por la combinación de dos componentes: disminución de la cantidad de aportantes y suba de beneficiarios de la jubilación.

Como el gobierno de Cambiemos quería mostrar que bajaba la cantidad de empleados públicos, se recurrió sistemáticamente a incorporar personal contratado bajo la figura de locación de obras o servicios. Así, si bien la cifra de empleados crecía, podían decir que había menor cantidad porque los números que presentaban eran los de planta. Pero las características de esta modalidad de contratación, además de significar la precarización de los trabajadores, implicaba que los aportes no iban al IPS, sino a la Anses por ser monotributistas. Justo es decir que esta es una práctica que ya venía de gobiernos anteriores pero que con el de Vidal se amplificó.

Por otra parte, también para bajar las cifras de personal se alentaron las jubilaciones, en algunos casos anticipadas. “Como si eso fuera poco, se hizo circular un proyecto de reforma de la ley del IPS que hacía perder a los trabajadores sus conquistas, generando una avalancha de jubilaciones frente al pánico de perder esos derechos”, manifestó Eduardo Santín, actual titular del IPS. La consecuencia fue que bajó la masa salarial pero subieron los pagos del IPS.

Por todo esto, la relación entre activos y pasivos es en la actualidad 2,55. En 2015 era 3,47 y más atrás en el tiempo llegó a ser 4,00. Según el IPS, una relación adecuada debería ser de 3,6.

Ahora queda por delante la titánica tarea de revertir esta situación. Ya se dio el primer paso, con el anuncio del pase a planta de una importante cantidad de personal contratado. Por el bien de la caja previsional de la Provincia de Buenos Aires se debe continaur por este camino iniciado.

* Rubén Telechea es docente UNLZ y UNQ.

[email protected]