Ya no habrá más super vermicellis al tuco y pesto: Pippo, el clásico restaurante del microcentro porteño, cerró sus puertas. A pesar de ofrecer delivery y comida para llevar durante la cuarentena, el local gastronómico no logró subsistir y despidió a sus 25 trabajadores, quienes están juntando firmas para que siga funcionando.

Pippo fue inaugurado en 1937, un año después de la construcción del Obelisco, sobre la calle Sarmiento, entre Montevideo y Rodríguez Peña. Recién en 1941 se mudaron al local de Montevideo 341. Fue famoso por sus pastas, las mesas cubiertas por manteles de papel, el vino en pingüino y ser cita obligada de artistas y quienes paseaban por el centro de la ciudad.

Entre los célebres comensales que tuvo Pippo se encuentran: Luis Sandrini, Ringo Bonavena, El Mono Gatica, Tato Bores, Alberto Olmedo y Jorge Porcel.

Incluso el presidente Alberto Fernández contó en una entrevista con Página|12 del día que fue a Pippo con su padre y se encontró a Pappo y Luis Alberto Spinetta. "Me levanté a saludarlos, porque yo los conocía de los recitales. Pappo me dijo ‘qué hacés, Alberto’ y volví a la mesa", contó el mandatario.

La situación económica de Pippo ya era complicada antes de la cuarentena. En 2015, sus dueños pidieron la quiebra, pero lograron sobrevivir cinco años más y prometieron abrir franquicias.

Con el inicio de la pandemia, Pippo cerró hasta que el 1 de junio empezó a vender pastas frescas. Sin embargo, no alcanzó: los empleados sólo recibieron el ATP del Gobierno y les deben los aguinaldos del año pasado y de junio. El último día de agosto, Daniel Montero, responsable de Pippo, comunicó a los trabajadores la decisión de cerrar el local y les aseguró que los iba a llamar uno por uno para acordar la indemnización y si no, podían ir a juicio.

Los empleados, algunos de ellos con más de 30 años de antigüedad, juntan firmas para detener el cierre del local gastronómico que el 2 de junio cumplió 83 años de vida en la gastronomía porteña.